Black Mirror, en Netflix: tres ideas de la serie que ya se hicieron realidad


Black Mirror es una de las series que Netflix usa como bandera en el mundo. Su éxito radica, entre otras cosas, en motivar inquietantes reflexiones sobre el avance de la tecnología y su impacto en la sociedad. Y ahora lo hará más que nunca, ya que la séptima temporada acaba de llegar a la plataforma para seguir molestando.

Cada episodio propone un futuro inquietante. Sus premisas funcionan como si fueran hipótesis que luego el relato se encarga de comprobar (o no). Son autoconclusivos, aunque están hilados por el oscuro vínculo entre el hombre y el desarrollo tecnológico.

El coqueteo de varias de las historias de Black Mirror con el futuro cercano hace que el espectador se pregunte si eso que está ocurriendo en pantalla podría suceder en la realidad. En algunos casos, aunque lo que pasa en la trama suene utópico, la realidad alcanzó a lo ficcional.

A continuación, tres ejemplos que, por más que el paralelismo no sea cien por ciento exacto, evidencian que hay episodios de Black Mirror que envejecieron más rápido de lo pensado.

Este episodio juega con la idea de que las personas de a pie son capaces de calificarse unas a otras según sus interacciones sociales. El puntaje, en este caso, determina el estatus social. Modera una tabla de posibilidades.

Nada que el sistema de crédito social chino no haya evaluado ya a través de herramientas tecnológicas, big data y vigilancia estatal.

Con el objetivo de evaluar el comportamiento de personas y empresas, distintos privados y gobiernos locales pusieron a prueba un sistema de puntuación y premios y sanciones según el comportamiento financiero, legal y social de cada persona.

Recopila datos de créditos bancarios o préstamos, de relaciones sociales, comportamiento online o infracciones. Aunque el país no utiliza un sistema único, algunas ciudades enteras, como Rongcheng, ya lo están implementando.

El relato se desarrolla en un contexto en el cual existe un dispositivo que graba todo lo que ven, escuchan y hacen las personas. Lo llaman grano y reproduce el material en los ojos.

Google y Ray-Ban, por ejemplo, ya tienen sus propios granos. Aunque, claro, no en forma de grano sino de gafas. Las Google Glass y las Ray-Ban Meta permiten, como en el episodio de Black Mirror, grabar en primera persona.

Las Google Glass proyectan imágenes a la altura de los ojos y poseen cámara, micrófono, wi-fi y un panel táctil para controlar con los dedos.

Es la historia de una mujer que, tras perder a su pareja, se comunica con una versión digital de la misma ofrecida por un servicio experimental.

El auge de la IA planteó la pregunta de qué hacer con los muertos y ya existen herramientas que le permiten a uno interactuar con versiones digitales de algunos. Eso sí: no antropomorfizadas.

HereAfter IA es la aplicación específica para eso. Funciona con grabación y recuerdos de voz, IA entrenada y a través de texto o voz para que las personas puedan comunicarse con una versión digital de alguien fallecido.

Replika, por ejemplo, ofrece un compañero virtual personalizado basado en aprendizaje automático (machine learning) y procesamiento de lenguaje natural (NLP).

Fuente: www.clarin.com

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