Robertina, el inesperado amor del capo narco uruguayo que vivía a cinco cuadras de Plaza Flores


La DEA norteamericana pasó el dato: desde junio de 2025 se escondía en Buenos Aires Luis Fernández Albín, uno de los principales laderos del capo narco uruguayo Sebastian Marset, tal vez el traficante de cocaína más buscado y escurridizo de la región.

A Fernández Albín se lo estaba investigando en Uruguay por el intento de contrabando de dos toneladas de cocaína a Europa y por dos atentados, uno de ellos contra una fiscal. Aunque nació en Argentina hace 38 años, emigró a Montevideo de muy chico junto a su familia. Allí se hizo fuerte en la zona de Cerro Norte.

Para esconderse de la Justicia uruguaya “El Flaco” –como le dicen– utilizó un departamento ubicado en el sexto piso del edificio de Avenida Rivadavia 6338, en Flores, propiedad de un uruguayo con antecedentes de narcotráfico en su país.

Al menos en Argentina, Fernández Albín llevaba una vida modelo. Sin ningún trabajo de pantalla, se pasaba el día paseando a Robertina, su cachorra Bulldog Francés. La mascota salía al menos de tres veces por día y aun más cuando a Fernández Albín lo visitaban su esposa y sus hijas pequeñas.

De hecho, cuando el jueves de la semana pasada los policías del Departamento Federal de Investigaciones (DFI) allanaron el departamento y lo detuvieron por pedido de la Justicia de Uruguay, se encontraron una carpeta médica de Robertina, ordenada y en regla.

Tras el allanamiento, la perrita fue revisada por un veterinario de la División Canes y entregada a una persona de confianza designada por el detenido.

El DFI –que funciona dentro de la estructura de la Federal– montó en octubre una vigilancia sobre el narco con dos brigadas, ocho hombres que se rotaban parta seguir a Fernández Albín en sus salidas.

Los seguimientos duraron un mes y se complementaron con la colocación de una cámara fija frente al edificio de Rivadavia y a la instalación de un rastreador GPS en la flamante camioneta Volkswagen Amarok que se había comprado el narco.

Según publicó el diario El Ciudadano y la Región, Fernández Albín “estuvo internado en el Instituto Nacional del Menor de donde se fugó en reiteradas oportunidades. En una de ellas, con 13 años, cometió una rapiña por la que fue recapturado y nuevamente privado de libertad. Ya como mayor siguió robando hasta que con 20 años comenzó su carrera en el narcotráfico. En 2009, con 22 años empezó en el tráfico internacional. Cayó detenido por enviar personas (mulas en la jerga narco) a España con cocaína adosada al cuerpo”.

Por una causa de drogas cayó preso, fue condenado y recuperó la libertad en diciembre de 2024. Durante sus años de encierro su esposa fue sus ojos fuera del penal.

Khaterine Quilimas Gularte (30) tiene su propia historia. Conocida como “La Chuna” tiene antecedentes por narcotráfico y está en pareja con Fernández Albín hace una década. El jueves fue detenida en Montevideo acusada de dos cargos de lavado de dinero proveniente del narcotráfico.

El matrimonio y sus hijas iban y venían de Montevideo a Buenos Aires en Buquebus. Según los datos aportados por la DEA, él llegó por primera vez el 27 de junio. Lo extraño es que aparece saliendo a Uruguay el 8 y 30 de julio pero nunca reingresando. Lo que se cree es que usó una identidad falsa para hacer los viajes de vuelta.

La detención con fines de extradición del prófugo había sido solicitada por la fiscal en lo Penal Especializada en Estupefacientes de Primer Turno de Montevideo Angelita Romano. En la causa abierta en la Argentina intervinieron el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal 1 de María Servini, que trabajó en coordinación con la procuraduría de narcocriminalidad (Procunar) que conduce Diego Iglesias y el fiscal federal Jorge Taiano, junto con autoridades uruguayas.

De acuerdo a su investigación, Fernández Albín sería quien organizó el acopio y la exportación de 2.000 kilos de cocaína incautados en agosto pasado en una chacra de la localidad uruguaya de Punta Espinillo, en una operación denominada como “Nueva Era”. Además, señaló que se lo investiga por el delito de lavado de activos.

La Justicia de Uruguay también investiga la conexión entre Fernández Albín y un atentado contra el Instituto Nacional de Rehabilitación y otro contra la fiscal de Corte y procuradora general subrogante de su país, Mónica Ferrero.

El atentado a la funcionaria uruguaya que lucha contra el narcotráfico ocurrió el 28 de septiembre: dos personas entraron al patio trasero de la casa de la fiscal en Montevideo mientras ella estaba en el lugar con su familia. Allí, hicieron varios disparos e incluso detonaron una granada. Los delincuentes escaparon en una camioneta que poco después apareció incendiada.

Aunque la fiscal y el resto de las personas que estaban en la casa salieron ilesas, Ferrero sostuvo poco después en una reunión ante el Senado de su país que no la mataron “por 15 centímetros” y que “parte de las esquirlas llegaron hasta el dormitorio”.

Fuente: www.clarin.com

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