Recorré en auto esta ruta poco conocida y descubrí una Grecia distinta y fascinante

Grecia es sinónimo de islas y mar Egeo, pero en el sur del Peloponeso existe una alternativa distinta: un recorrido por una ruta poco conocida que combina pueblos blancos, templos antiguos, fortalezas venecianas y playas escondidas. Una manera de descubrir el país desde la península, sin necesidad de tomar un ferry.
Este viaje slow invita a recorrer la costa griega con calma, improvisando paradas panorámicas, probando mariscos frescos y disfrutando de atardeceres frente al mar. Desde Kalamata hasta Parga, son cinco días en los que la historia clásica y el Mediterráneo se cruzan en cada etapa.
El itinerario avanza entre castillos medievales, ruinas olímpicas, lagunas llenas de aves y encantadoras localidades costeras. Cada kilómetro ofrece un contraste: montañas que descienden hasta el agua, calas turquesa rodeadas de pinos y ciudades que conservan la huella de venecianos, romanos y bizantinos.
La ruta culmina en Parga, uno de los enclaves más pintorescos de la Grecia continental, con casas de colores, un castillo en lo alto y el sabor a mariscada para cerrar la experiencia. Un viaje que combina cultura, naturaleza y gastronomía en un entorno mediterráneo inolvidable.
El punto de partida por este viaje fascinante en Grecia es Kalamata, famosa por sus aceitunas y por un castillo del siglo XIII que ofrece vistas sobre la ciudad. A lo largo de la costa aparecen playas como Agia Triada o Zaga, además de pueblos como Koroni, con su fortaleza veneciana. La jornada incluye una visita al palacio micénico de Néstor, en Pylos, mencionado por Homero en la Odisea.
El segundo día lleva a Olimpia, cuna de los Juegos Olímpicos. Recomendado visitarlo temprano para evitar el calor y las multitudes, el recorrido continúa por la playa de Skafidia y la finca Mercouri, donde se pueden degustar vinos y aceites locales. Más al norte esperan bahías como Kalogria y la ciudad de Patras, dominada por una fortaleza de más de 3000 años.
La tercera etapa cruza el puente Charilaos Trikoupis, uno de los más largos del mundo, hacia el golfo de Corinto. Allí, Galaxidi sorprende con sus casas de tejados de terracota y el ambiente relajado de su puerto. La experiencia se completa con un baño en calas de guijarros y una cena en tabernas tradicionales.
El cuarto día recorre Nafpaktos, con su puerto fortificado, y la laguna de Mesolongi, el mayor humedal del país, donde habitan flamencos y pelícanos. A pocos kilómetros se encuentra Aitoliko, conocida como la “pequeña Venecia” de Grecia por sus casas sobre pilotes y canales. Aquí, las tabernas sirven avgotaraho, una delicadeza local a base de huevas de salmonete.
Antes de llegar al final, el camino hacia el norte ofrece un paisaje en el que mar y montaña parecen fusionarse. Las escarpadas sierras de Acarnania se asoman sobre pequeñas bahías de aguas claras, mientras pueblos como Astakos y Mytikas conservan su aire pesquero intacto, con casas de piedra del siglo XIX que miran al mar. Cada parada permite entender la vida tranquila de la Grecia continental, distinta al ritmo turístico de las islas.
La ruta concluye en Parga, pasando por Astakos, Mytikas y Preveza. En esta última ciudad, con aire italiano, destacan las ruinas de Nicópolis, una antigua urbe romana. El viaje termina frente al mar Jónico en Parga, entre callejuelas de tonos pastel y la silueta de un castillo veneciano que domina el paisaje.
Fuente: www.clarin.com