Procesaron al gendarme que le disparó a Pablo Grillo, el fotógrafo herido en una marcha frente al Congreso


El Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N°1 de la Ciudad, a cargo de la jueza María Romilda Servini, resolvió procesar al cabo de la Gendarmería Nacional Héctor Guerrero, quien en marzo pasado disparó un cartucho de gas lacrimógeno contra el fotógrafo Pablo Grillo, herido de gravedad durante una manifestación en Congreso. Según el juzgado de Servini, el gendarme actuó de modo indiferente ante las consecuencias de los seis disparos que efectuó en total, siempre en contra del protocolo de uso de su arma.

Para la jueza, Guerrero cometió los delitos de lesiones gravísimas y abuso de armas, ambos agravados por su condición de miembro de una fuerza de seguridad. Le imputa haber efectuado otros cinco disparos (además del que impactó en la cabeza de Grillo, el miércoles 12 de marzo), todos de manera prohibida, de manera contraria a la que se permite por reglamento.

La magistrada aseveró en su fallo que Grillo “no estaba armado, no atacó a las fuerzas de seguridad y no representó una amenaza o riesgo suficiente para justificar el empleo de armamento hacia él o hacia el grupo de manifestantes que estaban por detrás de él”.

Por eso último, también alega dolo eventual, dado que actuó de forma indiferente ante la posibilidad de causar un daño considerable y aceptó ese riesgo al disparar.

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La investigación que muestra en detalle cómo fue el ataque al fotógrafo Pablo Grillo.

Además, la resolución judicial firmada por la jueza federal comprende un embargo de 203 millones de pesos sobre Guerrero. No recibió prisión preventiva, aunque deberá presentarse periódicamente ante las autoridades policiales y le seguirá vetada la posibilidad de salir del país.

Según estableció la investigación del caso, aquel miércoles 12 de marzo, Guerrero disparó una pistola lanzagases FM, serie 00660, en ángulo horizontal y antirreglamentario desde la esquina de Hipólito Yrigoyen y Solís, con dirección a los manifestantes, seis veces. Uno de esos cartuchos calibre 38 mm de gas lacrimógeno impactó de lleno en la cabeza de Grillo, quien estaba agachado sobre el pavimento tomando fotografías, a casi 50 metros de la línea del cordón de agentes de fuerzas de seguridad.

El disparo del cartucho de gas generó heridas gravísimas a Grillo, que ocasionaron finalmente secuelas neurológicas y físicas. En ese sentido, el fallo de la jueza Servini asegura: “No existe condición ni circunstancia alguna que justifique que uno se aparte de los manuales y protocolos cuando manipula elementos tan peligrosos, los cuales deben dispararse en los ángulos referenciados para que el impacto sea el menor posible”.

Pablo Grillo atravesó recuperaciones y recaídas desde que fue internado ese mismo 12 de marzo en el Hospital Ramos Mejía, del que fue externado en junio, aunque luego debió volver.

A finales de agosto, sus familiares expresaron a través de un comunicado que “no estaba teniendo la evolución que se esperaba y que si bien se encontraba clínicamente estable, neurolólogicamente estaba en una meseta, en terapia intensiva”. El fotógrafo debía ser operado nuevamente con el objetivo de “cerrar la válvula manualmente con una pequeña incisión”.

Fuente: www.clarin.com

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