Pablo Laurta: tres días en el techo de la casa de su ex, casi un mes preso y una pericia favorable

Pablo Rodríguez Laurta (39) estaba dispuesto a cualquiera cosa con tal de llevarse a su hijo a Uruguay. Esa obsesión lo encegueció y terminó diseñando un plan criminal que incluyó tres homicidios: primero mató al remisero Martín Palacio (49) y luego asesinó a balazos a su ex pareja, Luna Giardina (26), y su ex suegra, Mariel Zamudio (54).
Ya había intentado de todas formas lograr su cometido. La pareja se conoció a fines de 2018. Según contaron en la página web antifeminista Varones Unidos, de la que este hombre uruguayo era fundador, se conocieron y a los dos meses ella quedó embarazada.
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Pablo Laurta justificó su plan criminal: “Todo fue por justicia”
En junio de 2022, cuando el nene tenía casi tres años, la joven se instaló en Montevideo. Pero en octubre de 2023 ella se escapó, aterrorizada, por la violencia que él ejercía y se volvió a Córdoba.
Pablo ni pensaba en resignarse. La mujer lo denunció el 17 de ese mes por “violencia física, económica, psicológica, verbal y sexual“. Consiguió que diez días más tarde se estableciera una restricción de acercamiento por cuatro meses y pusieran a disposición suya un botón antipánico, que no retiró -dijo- “por motivos personales”.

La denuncia recayó entonces en la Fiscalía 4 -Turno 6- de Córdoba.
Luna, que vivía en una casa de la calle Chimu al 8300, en el barrio Argüello, junto con su mamá y su hijo, declaró que el 9 de enero de 2024 su ex pareja se le apareció a metros de su hogar, cuando volvía de un almacén.

“Vi que en la esquina de mi casa se encontraba una camioneta Toyota Hilux color blanco estacionada de una manera inusual. Se bajó Pablo, quien yo desconocía que se encontraba en Argentina. Me crucé de vereda y comencé a gritar a un vecino de la zona para que me ayude y que llame a la Policía. Pablo me pedía hablar, que me acercara a él para conversar. Yo tenía mucho miedo“, declaró la mujer.
En medio de las dos calles había un canal. Pablo le dijo: “Vení conmigo que si no te vas a caer“. Luna le respondió que estaba dispuesta a tirarse al canal con tal de no acercarse a él.

Una pareja que pasó en un auto la ayudó y la acercó a su hogar. El uruguayo, dueño de una empresa de marketing digital, se subió a la Hilux y se fue.
Pero un vecino reveló que lo había visto en el techo de la casa desde las 9 de la mañana y que había dejado varias pertenencias junto a un tanque de agua. “Estaba allí solo para mirar a mi hijo”, se excusó él para explicar su tarea como espía.

Un testigo comentó que en ese lugar “orinaba, defecaba y dormía“. Esto habría ocurrido durante “dos o tres días”.
Cuando llegó la Policía, encontraron botellas de agua, un buzo blanco con capucha, un toallón, una trincheta y un encendedor.
Los agentes persiguieron al hombre y lo detuvieron cuando chocó. La Hilux la había alquilado para despistar, ya que en el hotel donde había pagado su alojamiento se encontraba estacionado su auto marca Lifan, el mismo que utilizaría dos años más tarde para su sanguinario plan.

Lo concreto es que, por ese incidente, estuvo preso 28 días (desde el 9 de enero hasta el 8 de febrero de 2024) en la Unidad de Contención del Aprehendido (UCA).
Allí se hicieron cargo de su defensa los abogados Maricel Flamenco y Emiliano Herrera, tras una gestión de su madre, Estrella Laurta Varela, una crítica teatral y periodista que vive en Uruguay y que fue la única persona de su entorno familiar que lo visitó en la prisión, una sola vez, acompañada por su hermana.

Qué pasó con la pericia psicológica
En su declaración, a la que accedió Clarín, Luna advirtió que en su celular, que antes pertenecía a su ex pareja, Pablo le había instalado una aplicación (Shell), en la que él tenía acceso a sus contactos, micrófono, registros de llamadas, ubicación, SMS, cámara y calendario, para vigilarla.
Consultada por este diario, Flamenco explicó que en aquel momento a su cliente lo arrestaron por violar la restricción de acercamiento y fue imputado por “desobediencia a la autoridad, amenazas y violación de domicilio“.
El acusado recuperó la libertad en medio de un motín en la cárcel por las malas condiciones en las que estaban alojados los presos.
Antes de salir, le hicieron una pericia psicológica y psiquiátrica, a la que lo acompañó la abogada.
“Era una persona educada, en ningún momento tuvo alguna mala reacción cuando lo fui a ver a la cárcel. Él estaba muy pensante y muy tranquilo. La misma pericia da cuenta de que no había pensamientos ni ideaciones de muerte o de matar“, expresó Flamenco.
Pablo dejó la cárcel, fijó domicilio en Uruguay y se fue. Pero en marzo de 2024 lo convocaron del juzgado de violencia familiar para una entrevista con la jueza a fin de mes. El 17 y el 21 le impidieron el ingreso a la Argentina cuando quiso cruzar la frontera.

Nunca le explicó lo que pasó a su abogada, pero al parecer fue porque le encontraron un arma en el vehículo. Es más, en el segundo episodio llamaron a la Gendarmería para que lo detuvieran y él se escapó.
A fines de marzo dejó de comunicarse con sus abogados, que renunciaron a su defensa y no tuvieron más contacto con él.
Pero no eran sus únicos letrados. También hubo otros a los que contrató para pedir la “restitución internacional” de su hijo, que este martes cumplió seis años y padece de autismo. Una denuncia que, lógicamente, no prosperó.
Las fuentes consultadas por Clarín coincidieron en que Pablo le reprochaba a Luna (tejía y se había anotado para retomar la carrera de ingeniera agrónoma) y su suegra que lo habían estafado con la compra de la casa. Decía que él la había pagado y que ellas la habían “usurpado”, que se la habían “apropiado ilegítimamente”.
El cruce de la frontera por un paso ilegal
Este sábado 4 de octubre, Pablo logró entrar otra vez al país. Lo hizo por un paso ilegal, por el Río Uruguay, desde Salto, donde pescadores lo viernes entrenando con un kayak durante diez días. Dejó su auto en una cabaña que había alquilado, navegó los casi mil metros que divide ambas orillas y llegó a Puerto Yeruá, en la provincia de Entre Ríos.
A Concordia, ubicada a 15 kilómetros, lo fue a buscar desde Buenos Aires el remisero Martín Palacio, al que conocía de un par de viajes anteriores. Pero antes de llegar a la ciudad de Federal, según creen los investigadores, lo asesinó y descuartizó en la noche del martes 7 de octubre.

Cruzó a la provincia de Santa Fe a través del puente de Victoria, a las 16 del miércoles 8. Al día siguiente encontraron el Toyota Corolla incendiado en el barrio Villa Retiro, en la periferia norte de la ciudad de Córdoba.
El sábado 11, a la mañana, al día siguiente de que venciera la restricción de acercamiento a su ex, asesinó a balazos a Luna en su cama y a su ex suegra en la puerta de ingreso del patio trasero.
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Así cargaba combustible Pablo Laurta tras matar al remisero en Entre Ríos.
Momentos después cometería un error que sería su perdición: llamó a una agencia de taxis con su celular, con lo cual quedó registrado su número de Uruguay. Intervinieron la línea y lo localizaron en Gualeguaychú, donde lo detuvieron en un hotel, con la bandeja de desayuno en las manos, y rescataron a su hijo.
Luego se descompensó y lo atendieron en un hospital, donde constataron que no tenía nada. Le espera un complicado panorama judicial en dos provincias, por tres homicidios. Ahora ni su mamá lo quiere ver: “No puedo creer que haya parido a un asesino. Que no salga más de la cárcel”, rogó.
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Así detuvieron al doble femicida de Córdoba
Fuente: www.clarin.com