No es Superman, es Súper Delfino: el último jugador activo de la Generación Dorada, tras el retiro on Olé :: Olé

A los 43 años, después de 37 con la pelota naranja en la mano, Carlos Delfino decidió dejar de jugar añ básquet. Desde que arrancó profesionalmente a los 16 en Libertad de Sunchales, pasando por la NBA -donde fue protagonista- y su último paso por el Benedetto XIV Cento de la Segunda de Italia, el campeón olímpico 2004 y subcampeón mundial 2002 repasó con Olé su recorrido. Habló del “vaciarse”, de dar los últimos pasos con pibes menores a su hija en el vestuario y de su nueva vida como comentarista de la NBA.

La foto que ilustra esta charla es con un muñeco gigante de Superman. Y no es casualidad…

-Primero contame algo que vamos a mostrar en la foto. La hicimos al lado de Superman. Para jugar hasta los 43 años, ¿hay que ser “SuperDelfino”? ¿Qué hay que ser? ¿Cómo fue?

-Hay que estar superenamorado. Te remo el Superman con el superenamorado del básquet, de lo que hacés. Soy un privilegiado, digo que nunca trabajé. Siempre disfruté de jugar al básquet y estuve siempre enamorado del juguete más lindo, que es la pelota. En mi caso la piqué, no la pateé. Lo disfruté mucho y cuando me di cuenta de que me había vaciado, lo dejé. No porque no podía hacerlo más o porque estuviera lesionado, sino porque ya estaba. Y por ahí hoy me pongo a tirar al aro, juego con mis hijos, sale natural, pero ya hice lo mío y paré.

Carlos Delfino, jugando para la Selección en el 2023.Carlos Delfino, jugando para la Selección en el 2023.

-Estamos hablando de que dejaste hace menos de un mes, lo anunciaste el 7 de octubre, este año todavía estabas jugando en Italia. Si hacés la cuenta, empezaste a los seis años a picarla, o sea 37 con la pelota…

-Sí. Empecé a los seis, y a los 16 ya era profesional. Son 27 de profesional, viviendo en un mundo soñado. Podría seguir haciéndolo, me ofrecieron seguir jugando, o sea que tan mal no lo estaba haciendo. Pero ya estaba. Es como cuando te das cuenta de que el sistema operativo es viejo. Me miraba alrededor y me sentía raro. El único momento en que me sentía bien era con la pelota en la mano, compitiendo. Pero después, con los hijos grandes y otras prioridades, ya no era lo mismo. Me divertía, sí, pero era momento de hacerme grande. Fueron muchos años, muchos viajes, muchos kilómetros. Estaba rindiendo, pero ya estaba.

Delfino, en Boca vs. Regatas, en el 2017.Delfino, en Boca vs. Regatas, en el 2017.

-Decías, jodiendo con el tema de Superman, que nunca levantaste una pesa. Y, aunque tuviste algunas lesiones duras, también aguantaste físicamente muchísimo. ¿Cuál fue el secreto?

-Mirá, me lesioné un montón. Siempre se habló de eso y también del talento, y se cree que el talentoso no entrena. Y yo he laburado un montón para ser lo que fui. Tal vez hoy, con los métodos nuevos, no me hubiese lesionado tanto. Pero también eso influye en la decisión de dejar: el tiempo que necesitás para estar bien es mucho. Cuando te hacés grande, tenés que dormir más, cuidarte más, y llega un punto en el que decís: “¿Me rinde o no me rinde?”. Igual tuve suerte: con mi altura (1,98) podía jugar en casi cualquier posición. Y mientras tuve la pelota en la mano, lo disfruté.

Delfino en el Cento, su último club.Delfino en el Cento, su último club.

-Y los últimos años, compartiendo equipo con pibes de 20 o menos, ¿cómo era eso?

-Era rarísimo. Mi hija mayor es más grande que varios de mis compañeros. Me sentaba a comer y terminaba haciendo más de papá o hermano mayor que otra cosa. Me divertía cuando jugaba, pero fuera de la cancha era distinto. ¡Hasta era más grande que el entrenador! Y cuando hablás desde la experiencia, parece que querés dirigir. Pero no: es que uno vio mucho básquet, muchas cosas. Me encontraba con chicos que me decían: “Yo era bebé cuando jugabas con mi papá”. O me saludaba alguien y me decía: “Soy el papá de tu compañero”. Y bueno, entendés que el tiempo pasó. Me seguía divirtiendo, pero también era momento de dejarlo ir.

La Generación Dorada campeona en Atenas 2004, con Delfino (segundo abajo).. La Generación Dorada campeona en Atenas 2004, con Delfino (segundo abajo)..

-No. Ya lo había pasado antes, cuando estuve lesionado. Esos tres años fueron durísimos. Ahora lo estoy disfrutando. Sigo ligado al básquet, comentando NBA, viendo Euroliga allá en Italia, visitando a los chicos. Antes sufría por no poder jugar; ahora lo disfruto desde otro lugar.

-Tuviste que reinventarte varias veces: NBA, Rusia, Boca, Italia… y volviste a la NBA. ¿Nunca pensaste “basta”?

-Cuando ahora miro para atrás, me doy cuenta de todo lo que anduve. Jugué en 15 equipos, en muchos países, idiomas distintos. Pero la pelota es la misma, el aro es igual, y me divertí en todos lados. Terminé jugando en la Segunda de Italia porque el club quedaba a tres minutos de mi casa. Iba para divertirme, lo disfruté hasta el final. Y ahora lo sigo disfrutando, pero sin ponerme los cortos.

La Generacion Dorada, en 2024, festejando el loro de Atenas 2004.La Generacion Dorada, en 2024, festejando el loro de Atenas 2004.

-¿Todavía tirás al aro?

-Sí. En casa tengo un aro, y a veces paso cortando el pasto, veo la pelota, la levanto, tiro unos tiros y sigo. Antes siempre tenía una pelota en el baúl del auto. Pasaba por el Parque Garay en Santa Fe, bajaba, tiraba dos tiros y seguía. Siempre fui así. Me entrenaba en cualquier cancha: cemento, parquet, club o parque. Estaba en la NBA y no me importaba. Me gustaba jugar, me gustaba entrenarme. Tal vez tendría que haberme entrenado un poco menos, porque mi lesión más fuerte fue una fractura por estrés (NdeR:el hueso escafoides del pie derecho), por sobrecarga, no por un golpe. Pero bueno, ya está. Le puse un punto y otra cosa…

-¿Y en la Selección? Volviste hasta hace muy poco. A los 41 seguías jugando con la celeste y blanca…

-Sí, eso fue un orgullo enorme. A la Selección siempre le voy a estar agradecido. Entré siendo un nene, con 22 recién cumplidos después de la final de Atenas 2004, y jugué con mis ídolos. Crecí con ellos. Después, en los últimos años, me tocó estar desde otro lugar, ayudar, acompañar. La Selección es mi casa. Me ofrecieron ir incluso después de dejar de jugar, para ver si me gustaba el costado de entrenador o dirigencial. Y lo disfruté mucho.

El nuevo rol de Delfino: comentarista de básquet

-Ahora te metiste en los comentarios de NBA para HBO Max y TNT Sports. ¿Cómo te llevás con el micrófono?

-Bien. Me divierte mucho. Fue todo muy rápido, y la primera persona a la que llamé fue a Fabri (Oberto). Me dijo: “Charlie, no lo mires como cuando jugábamos”. Y tenía razón. Hay que cuidar las palabras. Pero me encanta, me divierte. Estoy tranquilo, sin presión. Me reencontré con Ale Montecchia también, que fue un mentor para mí. Está buenísimo empezar este camino distinto con amigos.

Delfino comenta la NBA para TNT Sports.Delfino comenta la NBA para TNT Sports.

-¿Te preparás para los partidos?

–Sí, soy respetuoso. Me gusta interiorizarme, mirar estadísticas, ver cómo vienen los equipos. Es como escautear cuando jugaba, pero desde casa. Lo único que cambia es que tenés que ser claro para el que está mirando. No todo el mundo tocó una pelota. Hay que hacerlo simple. Eso me pone más nervioso que jugar.

-¿Ya te viste? ¿Revisás tus partidos como comentarista?

-No, todavía no. El primero lo hice desde Italia, de cuatro a siete de la mañana. Igual tengo amigos que me dicen lo que piensan, los que me conocen y no me van a mentir. Me dicen que hable más, que analice más rápido, o que estudie algunas cosas. Me gusta la crítica. Estoy aprendiendo. Hay que encontrar un estilo. Si te vas mucho a la estadística, aburrís; si hablás solo de color, es superficial. Hay que equilibrar.

Carlos Delfino  y su último año en la NBA, con Houston en el 2013.Carlos Delfino y su último año en la NBA, con Houston en el 2013.

-¿Te sirve haber sido protagonista en la NBA para explicar ese mundo?

-Sí, ayuda a leer ciertas cosas. Hay detalles que desde afuera no se ven. Pero no porque uno haya jugado significa que sea bueno comentando. Por eso trato de aprender y respetar el oficio. Busco estar cómodo, como cuando jugaba: encontrar la pilcha justa.

-¿Cómo te ves dentro de unos años? ¿Entrenando, comentando, de dirigente?

-Seguramente ligado al básquet. Me doy cuenta de que me gusta trabajar en grupo, que extraño el vestuario, la química de equipo. Lo que haga en el futuro va a estar conectado con eso. No sé si será como entrenador o de otro modo, pero algo que me divierta y me estimule tanto como esto.

Delfino con Olé.Delfino con Olé.

-Y si es básquet, mejor…

-Siempre. En casa la pelota estuvo siempre: mi viejo jugaba, mis hermanas también sabían todas las reglas. Es parte de nosotros. No me canso de mirar básquet, de analizar, de tratar de ayudar a alguien. Cuando veo a mi hermano (Lucio, 28 años) jugar en Italia, lo miro, lo analizo, lo ayudo. Y mi familia me dice: “¿Cómo no te cansás?”. Pero yo disfruto eso, me gusta.

-Te falta la pelota en el baúl ahora.

-(Sonríe) Sí, esa costumbre la perdí. Pero si paso por una cancha y hay una pelota, seguro la agarro y tiro un par de veces. Eso no se va más.

Fuente: www.ole.com.ar

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