Les disparó a sus padres mientras dormían, pero el hombre sobrevivió e intentó hacerlo zafar: “Pablo es inocente, yo hice todo”


Pablo Schoenfisch tiene 23 años y desde hace cinco está preso por haberle disparado en la cabeza a sus padres, poniendo fin así a una relación que se había tornado extremadamente conflictiva. Ahora, el Tribunal Penal de Eldorado, en Misiones, lo condenó a prisión perpetua, pese a los intentos de su papá por asumir la responsabilidad del hecho y evitar un interminable encierro para su hijo.
Fueron dos los jueces que se inclinaron por la culpabilidad del joven, mientras que el tercero se pronunció por la necesidad de profundizar la versión de Arnoldo Schoenfisch (67), quien quedó ciego a causa del disparo que recibió en la madrugada del 14 de mayo de 2020, mientras descansaba junto a su pareja, Faustina Antúnez (54).
En su declaración ante el tribunal, Pablo se desligó del crimen. Aseguró que esa noche estuvo en otra casa, donde viven su abuela y una tía, a las que cuidaba. Y que se enteró del brutal ataque a sus padres a las 7 de la mañana siguiente por un primo que fue a avisarle.
“Pasó un largo tiempo y me enteré por parte de mi padre que él había cometido un delito y yo solamente no lo quería decir por miedo”, dijo Pablo ante los jueces. Esa versión ya había sido introducida por la defensa durante la instrucción de la causa y fue desestimada.
Arnoldo, quien fue intendente de Santiago de Liniers, el pueblo donde ocurrió el hecho, también se presentó ante los jueces para declarar como testigo.
“Estábamos acostados con mi esposa y discutimos un poco. Estaba un poco desorientado. Agarré el arma, la asesiné y después me quise suicidar. Me quedé sorprendido por todo y llamé a mi hermano desde la ventana porque no sabía qué hacer”, declaró el hombre en el debate.
Y agregó: “Pasó lo que tenía que pasar. Pablo es inocente, yo hice todo y tengo que ser el imputado“.
Sin embargo, esta versión se contradijo con la primera que había dado aquel 14 de mayo de 2020. “Pablito se mandó una cagada”, les dijo a los primeros familiares que llegaron a la casa ante su pedido de auxilio.
Pero no sólo esos dichos de Arnoldo fue lo que relacionó al joven con el brutal ataque. Pablo solía portar el revólver calibre 38 usado para balear a sus padres y a un familiar que había pasado por las filas de Gendarmería le preguntó qué se hacía para que no quedaran rastros de pólvora en la mano al disparar un arma.
A su vez, una empleada doméstica de la familia fue la que encontró en la habitación del imputado un par de guantes que tenían rastros de pólvora. Fue un hallazgo casual, ya que estaba buscando una cortina.
La mujer reveló también que la relación de la pareja con su hijo no pasaba por su mejor momento porque el joven no quería estudiar ni trabajar. Eso llevó al matrimonio a quitarle el uso de los vehículos, un cuatriciclo y cortarle el pago de su teléfono celular. Además, la testigo afirmó que era común que Pablo “mandara a la mierda” a sus papás.
El día previo al crimen, Faustina había constatado la falta de una importante suma de dinero de su cuenta y sospechaba que Pablo le había robado la tarjeta de débito para hacer la extracción.
Por su parte, el joven aseguró ante los jueces que esa noche se acostó a dormir a las 21, luego de que lo hicieran su abuela y una tía. Y que no abandonó el lugar hasta el día siguiente, cuando un primo le avisó del ataque a sus padres.
“Quiero poner en claro que yo no fui el que disparé a mi madre y tampoco atenté contra la vida de mi padre. Cómo yo haría un delito así, siendo que mis padres me daban de todo, ellos son todo para mí, son mi vida entera. No hay motivos para que yo haga eso que me acusan”, dijo poco antes que los jueces pasaran a deliberar para dictar sentencia.
“Quisiera que se guíen por las pruebas, no por el se dice qué. Los testigos vienen a hablar pavadas y estupideces”, señaló. Y no dudó en apuntar contra Arnoldo, a quien consideró como un hombre muy violento.
Para ese entonces, el fiscal Federico Rodríguez ya había pedido que fuera condenado a prisión perpetua y que Arnoldo fuera investigado por falso testimonio.
Rodríguez dijo que las pericias indican que Faustina y Arnoldo fueron baleados cuando tenían sus cabezas apoyadas en la almohada. Indicó que Pablo “no sólo mató a su madre e intentó matar a su padre, sino que también actuó con alevosía, porque ejecutó a sus padres mientras dormían, sin darles ninguna posibilidad de defensa y con total inmunidad para su persona”.
Desde su punto de vista, el joven actuó con premeditación.
La defensa sostuvo que no existía ninguna prueba de que Pablo haya estado en la habitación de sus padres esa madrugada y que en sus ropas no se halló ADN de ninguna de las víctimas. Es por eso que pidió la absolución por el beneficio de la duda. Pero no fue suficiente para convencer a los jueces.
Fuente: www.clarin.com



