La salida de Werthein dejó en offside al Gobierno y generó otra crisis interna antes de la elección

A poco más de 96 horas de elecciones cruciales para el Gobierno y en el día del cumpleaños del Presidente, Javier Milei y la Argentina se quedaron sin ministro de Relaciones Exteriores. La renuncia de Gerardo Werthein no sorprendió a sus amigos y enemigos dentro del gabinete, pero sí el momento que eligió para comunicarlo. El portazo del canciller -que se efectivizará el lunes- se potenció por las negociaciones en curso con los Estados Unidos que, según adelantan en Casa Rosada, incluirán más ayuda financiera, y vuelve a poner en evidencia la falta de definiciones en torno al rediseño de gabinete.
Werthein había dejado saber que no permanecería en su cargo si Santiago Caputo ocupaba un rol central en el Gobierno, como el propio presidente había deslizado. “Cantó vale cuatro y se tuvo que ir”, razonan en el entorno del asesor.
Uno de los primeros en referirse a la salida del empresario y ex embajador en Washington fue Guillermo Francos, a quien los hermanos Milei habían imaginado como su primer canciller, una alternativa que vuelve a aparecer. “(Werthein) aportó mucho, fue no solamente un actor central en las relaciones internacionales sino que fue clave para las reuniones del Presidente con Trump“, le dijo a Clarín el jefe de Gabinete.
El canciller había sido criticado en lo más alto del poder por las declaraciones del presidente estadounidense tras la visita de Milei a la Casa Blanca y por el dispositivo de comunicación en redes que responde a Caputo. Francos lo defendió públicamente como no hizo nadie.
Cerca del asesor se habían jactado de que había sido el propio Caputo -que viajó a Washington por su cuenta- quien digitaba la relación entre ambas administraciones. Francos y el ministro del Interior, Lisandro Catalán, lo sufren en el frente interno como Werthein en el externo.
Por estas horas, algunos de los responsables de la campaña que llevó a la presidencia a Milei destacan que en Washington hubo malestar cuando se conoció que el canciller argentino había colaborado en la financiación de la campaña de Hillary Clinton contra Trump, en 2016.
Caputo hace saber que no pretende reemplazar él mismo ni al canciller ni al jefe de Gabinete. Sin embargo, en su entorno, enfatizan que el principal problema de gestión del Gobierno es la falta de conducción política y destacan que es fundamental que haya “coincidencia en el diagnóstico” y en la “hoja de ruta”.
Después de la paliza electoral en la Provincia el 7 de septiembre, Milei institucionalizó una mesa política con Francos, Caputo, Adorni, Patricia Bullrich y él en la cabecera. Duró poco y la interna se exacerbó, como lo demuestran las declaraciones recurrentes del jefe de Gabinete.
En el salón Martín Fierro de la Casa Rosada, donde tiene su despacho Caputo, añoran la dinámica de 2024, cuando el asesor era el primer interlocutor con gobernadores y otros actores políticos sin necesidad de una firma o un cargo formal.
Sostienen que los cambios son imprescindibles para asegurar la gobernabilidad, la palabra de moda en el Gobierno, pero evitan hablar de renuncia. “No vamos a hacer lo que hizo Werthein”, dicen.
Según su visión, el cronograma electoral y el armado de Martín y Lule Menem -soldados de Karina Milei- dañaron los puentes políticos con la oposición más cercana a la Rosada. La ruptura fuera de toda lógica con el correntino Gustavo Valdés puso en autos a toda la corporación política de que el plan político libertario era bastante más amateur que temerario. Desde entonces se multiplicaron las derrotas legislativas.
Así y todo, en el sector de Caputo advierten que el reperfilamiento político del Gobierno no es un tema de nombres. Martín Menem ya trabaja para continuar como presidente de la Cámara Baja, aunque seguirá bajo las órdenes de Karina.
En el Gobierno aseguran que el refuerzo del rescate estadounidense está en camino –con financiamiento privado– y no está condicionado por la elección. El tiempo dirá si decían la verdad o era una simple expresión de deseos.
En el Ejecutivo imaginan un resultado ajustado en cualquiera de los dos escenarios: una victoria nacional o una derrota, que tras el fallo de la Cámara Nacional Electoral no podrá ser comunicada de manera institucional, porque en lo formal se trata de 24 elecciones simultáneas.
Un resultado negativo profundizará la inestabilidad cambiaria. Parece poco. “Sigue estando la mesa servida para un acuerdo de gobernabilidad”, destacan los sectores del gabinete más abiertos al diálogo político.
Los dirigentes que monitorean encuestas en todo el país para el oficialismo se ilusionan con la elección en la Ciudad, Entre Ríos, Mendoza y con una buena performance en Salta. Ven una pelea cabeza a cabeza con el peronismo en Chaco y en Santa Fe (en un escenario de tercios), adonde el Presidente viajará este jueves para cerrar la campaña electoral. Firmarían una derrota por un dígito en Provincia.
Salvo que la derrota sea abrumadora, el resquebrajado frente político del Gobierno apuesta a despejar las dudas más acuciantes que acechan a Milei y se hacen los inversores: si el Ejecutivo conseguirá el tercio necesario para descartar el juicio político y garantizar eventuales vetos o blindajes a decretos.
“Necesitamos votos, no vetos”, reiteran cerca del asesor Caputo. Todos los caminos conducen a los gobernadores que lograron seducir en 2024, aunque por ahora no hubo gestiones para llevarlos a los Estados Unidos, pero sí gestos como la autorización para endeudarse por 1.000 millones de dólares que recibió el santafesino Maximiliano Pullaro, como antes había hecho con Córdoba, o la quita de deuda a Chubut.
El ministro de Economía reiteró en la Bolsa de Córdoba la misma idea y dijo que no tiene pensado irse. “Vamos a necesitar gobernabilidad”, sentenció el funcionario.
En el sector del Gobierno que reclama un volantazo político coinciden con los gobernadores en que el organigrama tiene “un problema de diseño”. Agilizar la gestión podría significar cambios de segundas líneas en áreas que hoy están en Economía.
Solo los hermanos Milei conocen el alcance del rediseño del gobierno, pero no está claro a quién beneficiarán. El resto de los ministros esperan que los notifiquen, a oscuras, sin tener certezas sobre su continuidad.
Como contó Clarín, los posibles desembarcos de Diego Santilli y de Guillermo Montenegro no entran en la cuenta de Mauricio Macri, que no los siente propios. El ex presidente mantiene prudente distancia de sus aliados electorales y sabe -al igual que el Gobierno y los gobernadores- que su apoyo no alcanza para blindar las iniciativas oficiales.
Fuente: www.clarin.com