La revancha superclásica que tendrá Marchesin de cara a su futuro en Boca :: Olé

Fueron muchos años los que se miraron desde lejos como para que las cosas no terminaran resultando. Casi una década, desde que Boca intentó llevarlo por primera vez, hasta que por fin en el verano de 2025 (luego de un camino que lo llevó por diferentes clubes y hasta con experiencias en Europa y en la Selección Nacional), su camino hacia el club de sus sueños se convirtió en realidad.

Con todo ese bagaje emocional y de responsabilidad por ser tan deseado es que Agustín Marchesin habrá cargado cuando se puso el buzo xeneize por primera vez. Es que tampoco se le ocurrió ocultar todos sus sentimientos por la azul y oro, mostrando incluso sus fotos de chico atajando con el buzo del Mono Navarro Montoya.

Sin embargo, en la cancha el número 25 no terminó -hasta acá- dando las garantías que se esperaban de alguien de su nombre y trayectoria: pasó la eliminación ante Alianza Lima (episodio de su reemplazo antes de los penales mediante), sus casi nulas apariciones en momentos clave que ayudaran a victorias y -entre ellos- el partido anterior ante River como el más emblemático de esos momentos en los que no pareció dar la talla.

Es que en aquel clásico de abril, Marchesin había calentado la previa trayendo a la memoria un partido imborrable para él como protagonista y fanático de Boca a la vez: el que condenó a River a jugar la Promoción en 2011. “Estuve en el partido que tenía que estar”, recordó el arquero en la conferencia de prensa anterior al Súper en el que terminó recibiendo dos goles en los que algunos le endilgaron responsabilidad.

Claro, uno de ellos fue el tremendo tiro libre que Franco Mastantuono le clavó desde muy lejos, en el que Agustín se quedó casi inmóvil. El otro, el que resolvió el trámite luego del empate de Boca, fue de Driussi tras un rebote que él mismo dio.

Como sea, ni ese día ni en muchos de los partidos que a Boca le costaron puntos y derrotas dolorosas el equipo pudo contar con la complicidad de su guradametas a la hora de salvar justo el día en que algo no funciona.

Así, poco pareció hacer en los dos goles de Central Córdoba (menos en el primero que metió al rival en partido), no tuvo tampoco la chance de atajar algún penal de los que cometió él mismo últimamente (contra Defensa y Estudiantes, yendo abajo y quedando señalado) y -más que nunca- dando una sensación de inseguridad que lo tiene señalado como un puesto a reforzar.

Es que en las puertas de un nuevo mercado, el arco de Boca no parece estar blindado. Con la salida de Sergio Romero ya concretada y con el contrato de Javier García casi seguro sin más renovaciones por hacer, en su puesto llegará algún refuerzo.

Dependerá de cómo responda de acá a fin de año para saber si será un nombre que les pelee el puesto a Leandro Brey y a Marche o si directamente será un nombre rutilante como el suyo a comienzos de este año. Para terminar de resolverlo, tal vez el clásico de este domingo sea importante: para cambiar su imagen, quedar con saldo a favor… y concretar una revancha personal que también lo haga disfrutar como hincha.