La noche en que cambió el Gobierno y la cena en la Residencia de Olivos que terminó mal

Javier Milei y Mauricio Macri cenaban como en los primeros tiempos de la administración libertaria, sin testigos, en la Residencia de Olivos. Se habían reunido para charlar sobre el rediseño del Gobierno y la ampliación de la coalición parlamentaria. Lo habían acordado por teléfono el domingo pasado, cuando se abrieron las urnas y el oficialismo se alzó con una victoria notable en todo el país. Milei sorprendió esa noche a Macri con un llamado a su celular y lo invitó a comer. “Yo voy a la hora y el día que me digas, pero te voy a decir todo lo que pienso y vos no te tenés que enojar”, le dijo Macri. “No, ¿cómo me voy a enojar? ”, contestó Milei. El viernes, cinco minutos antes de la hora pactada, las ocho de la noche, el líder del PRO llegó a Olivos con su chofer. Milei lo esperaba de buen humor. Venía de charlar con varios ministros, que todavía daban vueltas por la Quinta. El clima entre ellos era apacible y de respeto: charlaban los dos solos y sin apuro. Pero, de pronto, antes de las nueve, en plena cena, el jefe de Estado se alteró y se levantó de la silla: “Perdón, me tengo que ir un segundo”, dijo. Macri se quedó mirando el plato de milanesas.
Milei se demoró un rato. Regresó con un semblante distinto y dijo: “Tuve que anunciar que se va Francos”. Le contó entonces a su invitado que el reemplazante era Manuel Adorni. A Macri no le gustó. Una versión sostiene que conocía desde el mediodía la posible salida del jefe de Gabinete y que, durante la comida, le había sugerido a Milei que evaluara bien los nombres del sucesor. Le sugirió el de Horacio Marín. “No, no voy a desvestir YPF”, contestó el primer mandatario.
Macri le planteó en ese momento que los votantes, el Círculo Rojo y hasta Estados Unidos esperan un gobierno más amplio y que Francos es bien visto por todos ellos y que lo consideran un hombre sensato y prudente. Quienes estaban al tanto de la visita de Macri a Olivos, entre ellos empresarios y políticos de carrera que son sus confidentes, le habían pedido que transmitiera que el Gobierno está frente a una oportunidad única y, a la vez, con un riesgo latente de que el panorama se vuelva a agravar si no se concreta un golpe de timón en el circuito de toma de decisiones.
El Presidente es amigo de Francos, pero en los últimos días algo pareció quebrarse entre ellos. El ahora ex jefe de Gabinete no se quería ir, aunque se sentía cansado por el desgaste que le generó trabajar a las sombras del poder de Santiago Caputo y por la interna que el gurú mantiene con Karina Milei, que afectaron su gestión cotidiana. Una muestra: no fue tan fácil armar la cumbre con los 20 gobernadores. La foto salió muy linda. Pero hubo divergencias y desplantes durante la organización.
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El saludo de Javier Milei con los gobernadores y su gabinete en Casa Rosada.
En lo más alto de la Casa Rosada se debate hasta qué punto es conveniente expandir las fronteras del partido y consensuar con los mandatarios, lo que implica -como en toda negociación criteriosa- ganar pero también ceder. Una cosa fue el discurso presidencial de la noche de la victoria y otra lo que podría pasar. El ala karinista, que salió todavía más fortalecida de lo que estaba con la elección de Adorni, irradiaba alegría en las últimas horas. En el entorno de Santiago Caputo no cayó bien que los anuncios se hicieran intempestivamente y a deshoras. Una parte del Gabinete se enteró por televisión.
Algún asesor de Karina, de pura maldad, hizo correr la versión -apenas Lisandro Catalán anunció que él también se iba- que Caputo asumía ese ministerio. El joven asesor aspira a un manejo mayor, que comprenda Interior, pero que incluya otras áreas y que blanquee que estará a cargo del manejo político y del diálogo con las provincias. Le pusieron un nombre a la eventual cartera: Ministerio de Gobierno, Interior y Estrategia Nacional. Podría haber novedades en las próximas horas.
Milei luce incómodo cuando tiene que tomar este tipo de determinaciones. Queda sumido en la procrastinación, como cuando lo toma por asalto una crisis. El jueves a la noche, el periodista Pablo Rossi le preguntó en qué momento haría los cambios. La respuesta fue: “Voy a hacerlos cuando yo considere que sea necesario. Los tiempos de ustedes… el periodismo tiene un problema: tiene que llenar una cantidad de tiempo y una determinada cantidad de espacio cuando escribe. Yo no tomo decisiones en función de la necesidad del periodismo. Si no sería otro populista”.
Mauricio Macri y Guillermo Francos en el 95º aniversario de la unificación del Reino de Arabia Saudita.Los rumores aceleraron los tiempos. Apenas veinticuatro horas más tarde de aquella respuesta, Francos subió a su cuenta de X la renuncia con un mensaje que expresaba malestar: el texto arranca con esta frase: “Ante los persistentes trascendidos sobre modificaciones en el Gabinete…”. El ex funcionario le había pedido una audiencia a Milei después de enterarse por los medios de que su salida era un hecho. Allí se abren dos versiones. Una: que se reunieron el viernes al mediodía y que la charla terminó en malos términos. Dos: que nunca se juntaron y que Francos sintió que era una señal para que se fuera. Milei no puso ni un tuit de agradecimiento a su ex funcionario y, en la intimidad, apuntó: “Guillermo se metió en la interna y cometió algunos errores”.
Luego, ya designado Adorni, le contó a su equipo los motivos de la elección: “Es economista, es de mi confianza y se maneja bien con el periodismo”. Le faltó algo: decir que Karina presionó a fondo para que eso sucediera. La secretaria General de la presidencia tiene un poder mastodóntico. Y, qué duda cabe, va por más.
Karina juega a varias puntas: si Mariano Cúneo Libarona aún es ministro (otra desprolijidad: él mismo anunció que dejaba su puesto el lunes pasado) es porque ella no quiere que su lugar sea ocupado por Sebastián Amerio, que responde al caputismo. Convendría seguir de cerca los pasos de los Menem: son ellos, Martín y Lule, quienes aconsejan a la hermanísima. ¿Será cierto que uno de los Menem le sugirió a Karina que haya cambios en la SIDE para despojar a Caputo de su control?
El presidente Javier Milei junto a Santiago Caputo y Manuel Adorni.“Me voy decepcionado. No puedo creer lo que hiciste”, le dijo Macri a Milei, según uno de los diputados que, al ver por televisión que su jefe abandonaba Olivos antes de lo imaginado, lo llamó por teléfono para saber qué había ocurrido. Los colaboradores más fieles de Macri sostenían ayer que va a costar recomponer la relación.
“Es un enigma saber qué pasará en el bloque de diputados”, admitió otro legislador. LLA, el PRO y los “radicales con peluca” sumarán el 10 de diciembre 110 diputados. Si se mantuvieran unidos, en el oficialismo quedarían a solo 19 del quórum propio. Hace solo una semana esa cifra asomaba como una hazaña. En el PRO indicaban hasta el viernes que, entre todos, podrían trabajar para sumar aliados y llegar a esa cifra mágica. Hoy las conversaciones entraron en un cono de sombras.
Se trata de un hecho inédito en una fuerza política que el malestar interno crezca después de un contundente triunfo electoral, que incluyó la provincia de Buenos Aires, donde el oficialismo venía de perder el 7 de septiembre por casi catorce puntos. Esta semana los mercados vivieron una auténtica fiesta: los bonos y las acciones subieron de modo exponencial, el dólar tendió a la baja, el Banco Central anunció que empezará a comprar reservas y el riesgo país descendió a los 657 puntos básicos, cuando el viernes previo a la contienda electoral estaba en 1058.
Si algo le faltaba al Gobierno, y lo tuvo, fue una profundización del distanciamiento de Cristina Kirchner y Axel Kicillof, que vuelve a anclar al peronismo en una crisis de la que, efímeramente, había escapado con el triunfo de septiembre. La conductora del PJ acusó al gobernador de malas decisiones, como promover el desdoblamiento electoral para beneficio propio y en perjuicio del resto del partido. Su reflexión está en línea con los gestos de desplante que Máximo Kirchner hizo en el escenario la noche de la derrota, mientras Kicillof hablaba. Esa noche, al bajar del escenario, al gobernador le acercaron un celular y le mostraron el video de Cristina bailando en el balcón de San José 1111. “Mirá, esta festejando la derrota”, le dijeron.
Cristina Kirchner y Axel Kicillof durante el gobierno de Alberto Fernández.En La Gobernación bonaerense, con el aval de muchos intendentes y después de la carta de Cristina, amenazaron con echar a Juan Martín Mena (Justicia y Derechos Humanos), Nicolás Kreplak (Salud), Daniela Vilar (Ambiente), Florencia Saintout (Instituto Cultural), Marina Moretti (Instituto de Previsión Social), Homero Giles (IOMA). Los seis responden a la ex presidenta.
Máximo Kirchner mira al gobernador Buenos Aires Axel Kicillof desde el Bunker Fuerza Patria en Ciudad Plata | Foto: Fernando de la Orden / Un dirigente que aspira a que Kicillof se convierta en el candidato presidencial para 2027 dijo que la situación es similar a la de Alberto Fernández en 2021, cuando perdió las elecciones de medio término y Cristina -a instancias de Wado de Pedro- provocó una rebelión en el Gabinete. Aquella vez, Alberto Fernández llegó a pensar en desprenderse de los dirigentes de La Cámpora. Lo evaluó con su equipo y al final no se animó. Ahora, el que no se anima es Axel. Le quedan dos años de mandato. No serán fáciles. Afuera tiene muchos enemigos. Adentro parece que también y acaso sean peores porque se sientan a su lado.
Fuente: www.clarin.com



