Invasión de mosquitos en casa: el portaespiral que podés hacer con latas de durazno


Con la llegada del verano y el aumento de las temperaturas, la presencia de mosquitos se convierte en una preocupación constante en los hogares. Estos insectos no solo son molestos, sino que representan un riesgo sanitario, lo que impulsa la búsqueda de métodos de protección efectivos.

Si bien el espiral sigue siendo un recurso tradicional y eficiente para mantenerlos a raya, su manipulación y ubicación suelen ser inconvenientes. Dejar un espiral encendido sobre una mesa o en el suelo puede generar inestabilidad o riesgo de quemaduras accidentales, especialmente en espacios con niños o mascotas.

Frente a esta problemática, surge una solución ingeniosa de reciclaje que combina seguridad y funcionalidad. Se trata de la transformación de simples latas de durazno vacías en un portaespiral colgante, una alternativa que permite darles una segunda vida a estos envases que comúnmente se desechan.

Este objeto artesanal no solo resuelve el dilema de dónde colocar el repelente de forma segura, sino que también ofrece la posibilidad de personalizar un elemento decorativo para el hogar o el jardín.

El proceso para convertir las latas en un portaespiral es accesible y requiere solo unos pocos materiales que, en general, se pueden encontrar en casa o en ferreterías. Es necesario contar con dos latas de durazno, una herramienta de corte apta para metal, pintura acrílica y alambre.

La clave de este proyecto reside en la manipulación segura del metal y en la unión de las piezas para crear un soporte estable y duradero. La primera etapa consiste en cortar la base de ambas latas, manteniendo una altura de tres a cuatro centímetros. Esto forma la estructura principal del soporte.

Luego, se debe marcar y retirar un semicírculo en una de las bases para que un borde quede más largo, destinado a ser el exterior del portaespiral. El siguiente paso es encastrar las dos piezas, de forma que la lata con el borde extendido quede por fuera de la otra, y doblar las aristas hacia adentro para asegurar la fijación.

Una vez ensamblado el cuerpo del portaesprial, se procede a la fase de decoración: se pinta la superficie con la base elegida, dejando que seque completamente. Finalmente, se añade el alambre para crear las manijas de sujeción y una pequeña pieza en forma de U que actuará como soporte para el espiral repelente.

El resultado es un objeto práctico, seguro y fácil de colgar en el patio, el balcón o cualquier ambiente exterior.

El portaespiral colgante evita que las cenizas caigan directamente sobre el suelo o las superficies y mantiene el espiral alejado del alcance de niños o mascotas.

Fuente: www.clarin.com

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