Herencia de la corrupción: en qué se transformaron los emblemáticos galpones de Lázaro Baez en Santa Cruz

Veintidós galpones distribuidos sobre una superficie de 14 hectáreas es lo único que se mantiene en pie de lo que fue el emporio de Lázaro Báez. Las instalaciones de la ex Austral Construcciones ahora son propiedad del gobierno de Santa Cruz. Hace treinta días comenzó una profunda limpieza en el predio donde se montará desde una planta de procesamiento de alimento, fábricas textiles para indumentaria de trabajo, como también de casas modulares; hasta la fabricación de puertas placa. Sólo queda el logo de la constructora que los Kirchner convirtieron en la favorita de la obra pública vial.

El feriado administrativo rige en Río Gallegos y se siente: el motor de la capital santacruceña es la administración pública. Acompaña la fotografía de una ciudad con ritmo apaciguado, un alerta meteorológica de viento que se materializó desde temprano.

Son pocos minutos los que se demoran desde el centro, cuya avenida principal se llama Presidente Néstor Kirchner, hasta el acceso principal de lo que supo ser desde mayo de 2003, la sede principal de Austral Construcciones, la firma insignia de Lázaro Báez, la misma que se utilizó para lavar U$S 55 millones, a la que le adjudicaron 51 contratos de forma irregular y con sobreprecios que promedian el 66%, la empresa que le hizo préstamos millonarios a Cristina Kirchner y que también, le pagó por alquileres ficticios.

De esa compañía sólo queda un despintado logo que sobresale de la base de un mástil sin bandera. Un fin de ciclo, mientras su ex dueño permanece preso en el Penal de Ezeiza y su socia comercial principal, cumpliendo arresto domiciliario en San José 1111. Coinciden en la condena que afrontan y que lo hacen a 3.000 kilómetros de donde todo se originó.

Aquello que supo ser un cementerio de maquinaria pesada, camionetas, vehículos de los más variados, ahora sólo es un gran estacionamiento. Vacío. Desolado.

El gobierno de Santa Cruz compró el predio por dos millones de dólares. La narrativa de dicha acción fue la de realizar un polo productivo en lo que se erigió como un emblema de la corrupción.

Recorrer el lugar demanda tiempo. Incluso puede realizarse en vehículo para lograr, en pocos minutos, llegar de un extremo al otro de las instalaciones.

Al ingresar, lo único que aún se mantiene en pie con la insignia de Austral Construcciones es el mástil de cemento. Todo rastro de la compañía cuyo patrimonio creció un 45.000% mientras el gobierno kirchnerista le otorgó 51 licitaciones por U$S 3.232 de manera irregular, fue desapareciendo con el correr de los últimos años.

La última vez que la empresa estuvo operativa fue en diciembre de 2015, cuando Cristina Kirchner concluyó su segundo mandato presidencial. Nunca más ACSA volvió a presentarse en una licitación pública, por el contrario, meses después entró en concurso preventivo de acreedores hasta su instancia final: la quiebra.

El patrimonio de Austral fue amplio como diverso: 52 departamentos (en Buenos Aires y Santa Cruz), 2 locales (Santa Cruz), 26 cocheras en los diferentes inmuebles, 25 propiedades identificadas como edificios, 3 estancias, 12 terrenos, más de 491 automotores y maquinarias.

Mientras la compañía se expandía gracias a los fondos públicos provenientes de la obra pública vial, en simultáneo celebró más de veinte acuerdos con la familia Kirchner. Austral Construcciones fue una caja de financiamiento de negocios con la ex Presidenta, y la piedra fundamental para sendas operaciones de blanqueo de activos, como también, una evasión tributaria como consecuencia de la facturación apócrifa por encima de los 55 millones de pesos.

De esa firma ya no queda nada. En el predio ubicado sobre la Ruta Nacional 3 en el acceso principal a Río Gallegos, pueden encontrarse algunos vestigios mínimos: facturas con el logo de ACSA, plantillas de empleados de 2009, documentos vinculados al mantenimiento de equipos, cascos en absoluto desuso con el la flecha que expresa un retorno y forma las letras de la constructora que abandonó 25 rutas pese a haberlas cobrado con creces.

Hace treinta días, cuando el gobierno de Claudio Vidal tomó posesión del lugar, a través de la empresa Santa Cruz Puede Sociedad Anónima Única (SAU), se encontró con un lugar saqueado, maquinaria desguazada, un parque automotor disminuido producto de los diversos remates judiciales, una cuantiosa pila de documentación, cajas con informes, planillas.

Semanas después el panorama es distinto. Los galpones, en su mayoría, están completamente vacíos, limpios, reacondicionados. Una de las 22 instalaciones de chapa es de carácter inaccesible: un precinto y un candado judicial resguarda la documentación en su interior.

El primer galpón que solía ser un lugar de depósito, expone actividad. Hay seis personas trabajando, cuatro de ellas soldando la estructura de lo que denominan casas modulares. Ese espacio se convirtió en una fábrica de las mismas. Los caños que se están reutilizando son los que se recuperaron de las instalaciones que dejó este año YPF en suelo santacruceño. Una selección de aquellos que no tiene residuos que puedan resultar contaminantes, son los que se van apilando en el galpón.

A pocos metros, un espacio de unos 40 metros de largo por 10 metros de ancho, fue en su momento un taller de mantenimiento de maquinaria pesada, las fosas que aún permanecen allí lo develan. Se va a utilizar como un centro de logística y mantenimiento del parque automotor de la provincia, como también de vehículos particulares.

Mientras Javier Vélez -Secretario Ejecutivo del Directorio y gerente de Proyecto de Santa Cruz Puede SAU-, muestra con entusiasmo notorio el lugar, el viento hace crujir las chapas que resguardan el sitio. “Es una buena construcción, sólida, cuando levantaron este lugar es claro que se invirtió mucho dinero”, le dice a Clarín.

El portón corredizo se abre y la primera imagen que devuelve ese espacio es la de un ambiente amplio, abierto, que aún pese al tratamiento aplicado, conserva algunas huellas de lo que fue: enormes manchas de combustible en el suelo. El parque automotor pesado estaba a resguardo allí, ahora hay partes de una maquinaria que aún debe montarse y que convertirá a ese galpón de 50 metros por 15 metros, en una planta fraccionadora de alimentos. “La provincia va a comprar el alimento a granel y se procesará acá”, indica Veliz señalando con su mano derecha la ubicación de las máquinas que llegaron hace pocos días.

A pocos pasos se encuentra una estructura que difiere a los galpones de techos a dos aguas, se trata de la antigua administración de ACSA donde, más específicamente, Lázaro Báez tuvo sus oficinas. Se encuentra a varios metros del acceso principal, un edificio casi perdido entre los galpones de chapa y vigas oxidadas.

Al subir la escaleras de madera, reducida y bastante empinada, se llega a lo que fue la oficina principal, toda vidriada con vista al predio y propio de la estepa patagónica, se logra ver parte de la Ruta 3 que pavimentó ACSA y la Autovía 17 de Octubre (también construida por la empresa) que Báez inauguró junto a Néstor Kirchner cuando era presidente de la Nación. Todo se constituye en un símbolo.

Ahora se transformará en las oficinas de la presidencia de Santa Cruz Puede SAU, de su directorio y de la gerencia de proyectos. Está en pleno proceso de refacción, “de acá se robaron hasta los cables, las instalaciones eléctricas fueron saqueadas”, explican. La empresa que tomó posesión de las 14 hectáreas busca unidades de negocios para “revertir la matriz productiva de la provincia”, un antiguo slogan que sigue siendo una materia pendiente en suelo sureño. Más del 47% de la población depende, aún, del Estado y el gobernador Vidal requiere por mes de $ 140.000 millones para la cobertura de gastos corrientes.

En posición horizontal a la Ruta Nacional 3 se ubica el galpón más grande: unos 100 metros por 60 metros, estimativamente. Tuvieron que sacar una gran cantidad de cascos que se encontraban tirados por todos lados, aún sobrevuela alguna factura con el logo de Austral y cables enrollados en absoluto desuso.

Una fábrica textil de elementos de protección personal es lo que proyectan que funcione allí. Para lograr que ese galpón sea reutilizable, tuvieron que remover una importante cantidad de techos de combustibles ya que allí se reparaban las máquinas viales.

Van a respetar el esquema que alguna vez ideó Lázaro Báez: cada galpón funciona como un espacio independiente, con una unidad de trabajo propia.

Cuando se continúa recorriendo el predio, se llega a uno de los últimos espacios. Al ingresar se observa la materia prima apilada para comenzar con una fábrica de puertas placas. Las máquinas que se utilizarán para esta tarea ingresaron hace una semana y se comenzarán a montar en los próximos días. Lo adquirido garantiza una primera producción de 400 puertas.

Los colores representativos de Austral Construcciones se observan en el interior de otro de los galpones, una franja roja y otra negra que sobresalen en una de las paredes blancas. Colores poco nítidos pero que aún recuerdan lo que fue hace 22 años.

El último de los galpones es el más prometedor para las autoridades de la empresa provincial que se hizo acreedora del predio. Una fábrica de alimentos balanceados para todo tipo de ganado. Fue el primer anuncio realizado por la administración santacruceña cuando tomó posesión de los 22 espacios que se emplazan en las 14 hectáreas.

La imagen de la superficie total de lo que perteneció al ex socio comercial de Cristina Kirchner se compone de un espacio a la intemperie que abastecía de combustible al parque automotor de ACSA. Al lado, más de treinta techos apilados que fueron removidos de otros espacios cerrados.

A pocos metros y en el ingreso trasero al terreno. Un total de 130 máquinas aguardan allí a que la justicia avance sobre el decomiso ordenado en la causa Vialidad. Entre esas retroexcavadoras, sobresalen vehículos de la flota personal de Báez con una consigna: Causa Vialidad.

Dentro de uno de esos galpones un mapa de la provincia de Santa Cruz reposa contra la pared, roto en el medio y con color naranja, sobre salen todas y cada una de las rutas que el gobierno kirchnerista de forma sistemática e irregular, le concedió a Austral Construcciones.

El plan de la provincia es reutilizar el lugar que fue un emblema de la corrupción, según lo definió la justicia federal, y un marcado símbolo de los negocios comerciales entre Lázaro Báez y Cristina Kirchner.