Hablar con uno mismo: por qué puede mejorar el bienestar emocional y mental, según la ciencia


Hablar con uno mismo en voz alta es más común de lo que parece y distintos estudios lo vinculan con beneficios para regular emociones, ordenar ideas y afrontar el estrés.

Y por eso, cada vez más investigaciones sostienen que puede potenciar el bienestar mental.

En psicología, esto se conoce como “self-talk externo”, una forma de diálogo dirigido hacia uno mismo que puede aparecer en situaciones simples: recordar una lista de compras o en momentos de tensión resolver un problema, calmarse después de una discusión, o destrabar una idea creativa.

Durante años tuvo mala fama porque se lo asoció con estigmas o con personas “extrañas”, pero hoy se sabe que es un comportamiento normal, frecuente y que no implica ningún desequilibrio por sí mismo. De hecho, deportistas, artistas, investigadores y trabajadores de todas las áreas lo usan de manera consciente para mejorar su rendimiento.

La clave está en que, al convertir pensamientos en palabras, el cerebro activa circuitos de atención, memoria y regulación emocional de una manera más clara que cuando todo queda dentro de la cabeza. Es como si uno pudiera escucharse desde afuera y tomar decisiones con más claridad.

Hablarse a uno mismo no es solo un desahogo: es un mecanismo que ayuda a procesar información y emociones de manera más efectiva. Eso lo vuelve especialmente útil en momentos de estrés, bloqueo creativo o cuando cuesta tomar decisiones.

Uno de los efectos más estudiados es la autorregulación emocional. Decirse “tranquilo”, “esto ya lo resolviste antes” o “paso por paso” genera un efecto calmante y ayuda a bajar la reactividad del organismo. No es magia: es una forma de poner distancia con lo que se siente para poder manejarlo mejor.

Otro beneficio es el ordenamiento cognitivo. Cuando las ideas se amontonan, hablar en voz alta permite convertirlas en una secuencia comprensible. Muchas personas reportan que destraban un problema recién cuando lo dicen, no cuando lo piensan.

También se observan mejoras en la creatividad y la resolución de problemas, porque verbalizar permite detectar contradicciones, anticipar escenarios y encontrar soluciones más rápido.

Un punto clave que destaca la ciencia es que muchas personas, al hablarse, cambian de “yo” a “vos” sin darse cuenta. Ese pequeño deslizamiento genera distancia emocional: la mente interpreta la frase como si viniera de otra persona, y eso vuelve más efectivo cualquier mensaje de consuelo, motivación o análisis.

Esa distancia también ayuda a frenar la autocrítica excesiva. Cuando uno se habla como si fuera un amigo, es más probable que aparezca la paciencia, la comprensión y el consejo práctico, en vez del castigo interno.

Además, hablar en voz alta activa áreas del cerebro asociadas con el lenguaje y la acción. Por eso, en momentos de bloqueo —al escribir, estudiar o tomar decisiones— la voz en alto funciona como una herramienta para salir del círculo mental cerrado.

Fuente: www.clarin.com

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