Guillermo del Toro, que soñó hacer Frankenstein desde niño, habla de su monstruo preferido que estrena en cines y en Netflix

“Esta película concluye una búsqueda que se inició cuando yo tenía siete años, cuando vi por primera vez las películas de Frankenstein, de James Whale. En los ojos de Boris Karloff me di cuenta, en ese momento crucial, de que el horror gótico se convertiría en mi iglesia, y él, en mi Mesías.”
Quien habla es Guillermo del Toro, que espero 54 años para poder rodar y estrenar su propia versión del clásico de Mary Shelley. Su Frankenstein es la 13° película que realiza el director ganador de 3 Oscar, ya afincado en Los Angeles, alejado de su Guadalajara natal.
“La obra maestra de Mary Shelley está llena de interrogantes que arden fuerte en mi alma: preguntas existenciales, sensibles, brutales y fatídicas que solo se encienden en una mente joven, y que solo los adultos y las instituciones creen que pueden responder” continúa el director de La forma del agua, con la que el filme que estrena en algunos cines este jueves 23 de octubre y que llegará al streaming por Netflix el 7 de noviembre, tiene más de un punto en común.
Para él, solo los monstruos guardan esos secretos que tanto anhelaba de niño. “Por eso, deseo que los monstruos habiten los sueños y den tanto consuelo como el que me han dado a mí, porque todos somos criaturas que se pierden y se encuentran”.

Oscar Isaac y Jacob Elordi
La película, que protagonizan Oscar Isaac como Victor Frankenstein, y Jacob Elordi como la Criatura, es un sueño de toda la vida hecho realidad. Y se refiere al monstruo como su santo patrono: “He vivido con la creación de Mary Shelley toda la vida -cuenta Del Toro-. Para mí es la Biblia, pero quería crear algo propio, contar la historia en un tono diferente, con una emoción distinta”.
“Desde que era niño, desde mi primera película en Super 8 hasta hoy, había soñado con hacer dos películas: Pinocho y Frankenstein -explica Del Toro-. Me imaginé contando la misma historia: qué significa ser humano y estar enmarcado en una vida por la eternidad y la muerte. Quise que Frankenstein fuera lo más personal posible”.
Y por los comentarios que siguieron a su premiere en el Festival de Venecia, parece que lo ha hecho.

Tras pasar décadas reflexionando sobre su visión, Del Toro llegó a tener un enfoque muy claro para la película, a la que ambientó en el contexto de la guerra de Crimea (1853-1856), entre el Imperio ruso contra una alianza formada por el Imperio otomano, Francia, el Reino Unido y el Reino de Cerdeña.
Del Toro filmó en Toronto y en el Reino Unido
Después de explorar locaciones para su proyecto en Europa, empezó a rodar Frankenstein en Toronto a principios del año pasado, en 2024. Luego fue al Reino Unido para las filmaciones en miniatura. El rodaje le tomó más de tres meses: fueron 100 días.
“Ciertos libros e historias pasan a formar parte de tu ADN. Dos de las más cercanas para mí son Pinocho y Frankenstein. Quise hacer esta película antes de tener una cámara o saber cómo dirigir. Cuando vi a Boris Karloff (en la adaptación de 1931 de Frankenstein, de la Universal) yo era un niño, y para mí fue un momento religioso, porque todo lo que pensaba sobre la imaginería católica tenía sentido. Pensé ‘Esto es algo sobrenatural, y ése soy yo. Así es como soy. Por eso no encajo’. Terminé haciendo estas dos películas casi una tras otra en el momento en el que perdí a mi padre y a mi madre, y realmente tuve que reflexionar acerca de quién era, porque pasás a ser el hijo de nadie. El hecho de que eso sucediera las hizo a ambas más profundas”.

Muchos de los diálogos en la película son originales, pero poseen el tipo de lenguaje y los ritmos de Mary Shelley. “Cuando el inglés es tu segunda lengua, aprendés mucho sobre la melodía y los ritmos de un idioma”.
Víctor Frankenstein como Mick Jagger
Cuando Mary Shelley lo escribió, Frankenstein fue un libro “moderno”, y Del Toro deseaba también una versión, si se quiere, moderna. “Quería que Víctor se vistiera como Mick Jagger en el Soho en 1970. Quería que el vestuario fuera exuberante y colorido, que los sets fueran muy vistosos y que todo estuviera codificado por colores con mucho cuidado”.
Pero ¿cómo es el Victor de Del Toro? “Como todos los tiranos, Víctor se cree una víctima, porque a todas las personas que son tiranas les encanta ser víctimas: ‘Pobre de mí’, y mientras tanto destruyen la vida del resto. Ese es Víctor. Pero cada quien en la película tiene un defecto y carece de algo. Me gusta eso. Todos necesitan amor, ya que ésa es la única respuesta. Considero que la película es muy tierna, es un melodrama y un drama. No veo que sea de terror”.

Del Toro utilizó un código de colores minucioso en la película, que sirven como simbolismos.
“Para mí, la idea es que la infancia se represente con negro, blanco y rojo. Por ejemplo, la madre y la casa lucen de rojo. O sea, si Víctor pierde eso, ése es el color que debiera atormentarlo. En el resto de la película, él es el único personaje que usa rojo: guantes rojos, bufanda roja. Pero su niñez no tiene color. ¿Fue así su infancia? No lo creo. No creo que su padre apareciera con una capa ondeante, como un villano sacado de una película de terror; aunque así es como lo recuerda él. La infancia se filmó tal como la recuerda él, porque es él quien cuenta la historia… y miente. Se miente a sí mismo y al público”.
La Criatura
El diseño de la Criatura fue supervisado por el diseñador y experto en prótesis Mike Hill, que había colaborado con el mexicano en La forma del agua y El callejón de las almas perdidas. “Mike y yo somos la cabeza de Frankenstein. Hay una habitación en mi casa exclusiva para este personaje -dice Del Toro-, y Mike construye lo que hay en esa habitación. Somos fans. Conocemos cada una de sus cicatrices, cabellos o arrugas. Empezamos a planificarlo con muchos meses o años de antelación. Queríamos que fuera hermoso y sobrenatural. Quería que se pareciera a una estatua de mármol y que la gente comparara la cabeza con las cabezas de frenología (que sostenía que la forma del cráneo de una persona determinaba su carácter, personalidad y habilidades). Mike fue el escultor y yo dibujé sobre la escultura”.

“Creo que la Criatura quedó notable, porque el maquillaje indica que está hecha de pedazos. ¿Por qué está hecha de pedazos? Porque si sos Víctor Frankenstein y vas a un cementerio, agarrás un cuerpo, agarrás una cabeza y listo. Pero si va a un campo de batalla y le dan los restos de los cuerpos, eso explica por qué une las partes como un rompecabezas. Está trabajando con un montón de cadáveres mutilados; ésa es la razón de por qué quise incorporar la guerra. Este ser es en el fondo un soldado resucitado que sale de una fosa común. El maquillaje necesitaba reflejar eso, pero tenía que tener una belleza. Necesita sentirse como un bebé, y luego como un filósofo y como un hombre. El crecimiento de la Criatura es uno de los aspectos destacados de Mary Shelley en la novela, y esta película también lo tiene. Seguimos el desarrollo de la Criatura hasta ser un hombre”.
Y el australiano Jacob Elordi, de 28 años, que fue descubierto en la serie Euphoria y ya en cine fue Elvis Presley en la Priscilla de Sofia Coppola, cuenta que se nutrió de varias y distintas influencias para encarnar a la Criatura.
Del Toro le sugirió que se familiariza con los movimientos lentos, teatrales y a veces surrealistas de la danza japonesa de vanguardia conocida como butō para desarrollar la fisicidad de la Criatura.

También leyó todos los libros que el mexicano le dio, para interiorizarse en cómo podría sentirse la Criatura como un recién nacido, asustado por ruidos -y sensaciones- desconocidos. Creer o reventar, Elordi hasta encontró inspiración en su golden retriever y canalizó la honestidad de su mascota en el personaje.
“Hay una verdadera inocencia en la forma en que se mueve y cómo ama”, dice. “No me había dado cuenta de que había todo un mundo detrás de las películas de monstruos fuera del género de terror. Casi que existe una religión en torno a ellas.”
Ampulosa y esperada, así es la Frankenstein que no se llevó nada en la competencia en Venecia por el León de Oro, y que salió segunda en el Premio del Público en el de Toronto, detrás de Hamnet, de Chloé Zhao.
Fuente: www.clarin.com