“Guapo, engreído y borracho”: Yevgeny Ivanov, el espía soviético que fue parte del mayor escándalo sexual en la Guerra Fría

Yevgeny “Eugene” Ivanov nació en 1926 en la Unión Soviética y tuvo una infancia nómada, algo que le resultó muy útil cuando la KGB le ofreció unirse al espionaje, luego de su paso como cadete en una escuela naval. A partir de entonces empezó a tener misiones en el exterior: entre ellas, en Oslo, Noruega.

Pero lo más memorable de su carrera tuvo lugar durante sus función como agregado naval de la Embajada soviética en la capital del Reino Unido.

Un departamento de Londres cobraba vida de tanto en tanto, cuando la bailarina erótica Christine Keeler arribaba, en momentos distintos, con dos hombres especiales. Uno de ellos era John Profumo, ministro de guerra británico en la década de 1960. El otro, nada menos que el destacado espía soviético Yevgeny Ivanov. Resultado: el mayor escándalo político y sexual de la Guerra Fría.

La persona en común entre el funcionario de apellido itálico y el agente de la URSS era Stephen Ward, artista y osteópata inglés. De él era la propiedad que, por los posibles secretos de Estado allí revelados, la inteligencia británica tenía en la mira.

Yevgeny Ivanov, el espía soviético que protagonizó el mayor escándalo sexual en la Guerra Fría. Foto: ArchivoYevgeny Ivanov, el espía soviético que protagonizó el mayor escándalo sexual en la Guerra Fría. Foto: Archivo

Por esta razón es que hablar de Yevgeny Ivanov lleva inevitablemente al “caso Profumo”, como se denominó a la serie de eventos que lo sacaron del secretismo.

El caso Profumo, entre “alcahuetes y prostitutas”

En marzo de 1963, John Profumo sentenció ante la Cámara de los Comunes: No hubo nada inapropiado en mi relación con la señorita Keeler”.

“Los engañé”, fue parte de su sinceramiento durante su dimisión el 5 de junio del mismo año. Es que como ministro de guerra le había mentido al Parlamento al comparecer por su amorío con Keeler, reprochado por la moral de la época.

El romance de Profumo duró cuatro meses, dos menos que el escándalo en los medios de comunicación. El interés del público resultó de tal magnitud que el explosivo suceso inspiró la película Scandal en 1989.

Ocurre que Christine no era cualquiera. A la par, tenía un vínculo con Ivanov, la figura restante del por entonces llamado triángulo amoroso.

En la noche de 1961 donde ocurrió el flechazo con el británico, ella tenía 19 años. El alto funcionario -considerado por algunos futuro Primer Ministro- tenía 46. Ni la diferencia de edad ni su condición de casado contuvieron sus ojos.

Entre paréntesis, su pareja, la actriz Valerie Hobson, decidió continuar con él hasta el final. “Cualquiera puede cometer un error en su vida […] yo se perdonar, dijo Valerie en los turbulentos días del escándalo.

Profumo era visto como futuro Primer Ministro del Reino Unido. Foto ArchivoProfumo era visto como futuro Primer Ministro del Reino Unido. Foto Archivo

Regresando al affaire, su origen fue a casi 50 kilómetros al oeste de Londres, en una fiesta en la mansión Cliveden, perteneciente a Lord William Waldorf Astor, colega de Profumo. Allí también había un chalet propiedad de Ward.

Al posar su vista sobre la joven, el brillo brotó en la mirada del político de ascendencia italiana. En un notable juego de seducción, Christine estaba semidesnuda en la piscina al aire libre, y aquella figura destacada por su belleza lo cautivó.

Quien lo puso en contacto con ella fue el mencionado Stephen Ward, que lucró como nexo entre mujeres jóvenes y hombres ricos pertenecientes a la cúspide del poder. Explotó estas cuestionables ganancias a partir de su rol como organizador de fiestas para la alta aristocracia.

Ward, al cultivar relaciones en el mundo diplomático, conoció a Ivanov, con quien llegó a tener una relación amistosa. Este vínculo se consolidó a raíz de que el espía contaba con “libertad de comportamiento social”, autorizada por la KGB, justamente por el interés de los soviéticos en los contactos sociales del osteópata.

Esta conexión se convirtió en un canal de comunicación no oficial entre ambos países, afirmó The Guardian en base a documentos desclasificados en 2022. Ward incluso lo quiso convertir en doble agente, valiéndose de una “amistad genuina”, contó el periodista británico Tom Mangold en el documental “Keeler, Profumo, Ward y yo”, de BBC Two.

Según el periodista, Ward cooperó con el MI5 -la agencia de inteligencia interna del Reino Unido- a través de un contacto apodado “Woods”. Tuvo como objetivo tenderle una “trampa de miel” (un enganche romántico planeado) a Ivanov, y así forzarlo a cooperar con ellos.

El propio Ivanov reveló que aquel servicio de seguridad estaba “en su trasero”, según contó en su libro The Naked Spy.

El escenario del escándalo era la Guerra Fría. Foto: Hesse, Ullstein BildEl escenario del escándalo era la Guerra Fría. Foto: Hesse, Ullstein Bild

De todas maneras, el gobierno británico no tenía bien considerado al exclusivo osteópata, quien al ser juzgado legalmente vio cómo se difuminó el apoyo de sus conocidos. “¿Dónde están tus amigos?”, le preguntó el juez, acorde al relato del documental.

Ward fue condenado por proxeneta y, estando en prisión, se suicidó con una sobredosis de píldoras. Ocurrió en agosto de 1963, antes de que pudieran sentenciarlo. Una fatalidad que alivió a las personas del establishment que participaron de sus controvertidos servicios.

Igualmente, el daño estaba hecho. Sobre el descalabro institucional causado, el Partido Laborista no tardó en advertir sobre el “riesgo implícito” en la relación de Profumo y la bailarina.

Un parlamentario conservador, Sir Cyril Osborne, fue aun más duro:hay demasiados alcahuetes y prostitutas en los altos círculos. He dicho esto antes, y me mantengo en mi opinión”. Así lo informó un cable de United Press en el ‘63.

Sobre la información confidencial comprometida se sabe un poco menos. El propio Macmillan -Primer Ministro sacudido por el asunto que copó los tabloides- creyó que “no hubo ninguna filtración” que afectase la seguridad del Estado, basado en una investigación de su canciller Lord Dilhorne.

El espía soviético, la polémica pieza del triángulo amoroso

Lejos de quedar en el olvido, el escándalo fue el primer escopetazo al gobierno conservador de Harold MacMillan, que cayó cuatro meses después de la dimisión de Profumo. Es que el affaire no fue un mero entretenimiento del ministro, sino que involucró la seguridad nacional británica en medio de la Guerra Fría.

El político en ascenso entre los tories terminó lavando los platos en Toynbee Hall, un centro de beneficencia del que participó hasta el fin de sus días, en el 2006.

Por este trabajo dedicado a los más pobres, la reina Isabel II lo condecoró. Irónicamente, entre las destacadas personalidades con las que estuvo la amante de Profumo, se señaló al entonces príncipe consorte Felipe de Edimburgo. Y el miembro de la familia real no habría estado solo con ella, sino también con Mandy Rice Davies, la segunda escort de Ward.

El atractivo de Christine Keeler encandiló al ministro de guerra británico Profumo. Foto: AFPEl atractivo de Christine Keeler encandiló al ministro de guerra británico Profumo. Foto: AFP

Christine, la acompañante VIP, estuvo seis meses en la cárcel desde fines del año del escándalo, pero por otra razón: había mentido en un juicio por maltrato que le hizo al cantante de jazz Aloysius Lucky Gordon.

Fue justamente en un interrogatorio policial en relación a ese caso que salió a la luz su vínculo con el espía soviético. Los pelos se pusieron de punta, pero el protagonista de la bomba mediática ya estaba lejos de la isla europea.

Sobre Profumo y Christine, el MI5 habría estado enterado de la aventura desde la “química” experimentada en la fiesta en Cliveden, según el documental mencionado de la BBC Two.

En el juicio por los posibles asuntos de Estado revelados, Christine, jurando nuevamente por la verdad, aseguró que “jamás había transferido un solo secreto” al espía ruso.

Ivanov lo ve desde la TV, en Moscú

Durante décadas se ignoró cuál fue el destino del espía ruso. “Se perdió en el laberinto de la KGB”, dice una nota de Clarín del 2 de enero de 1994. Un año antes, Ivanov se encontró con Profumo nada menos que en Moscú, y “le pidió perdón”, señaló el artículo titulado “Caminos diferentes”.

Es que ante el primer indicio de problemas, Ivanov fue llamado para regresar a Moscú a fines de 1962.

En la ciudad de Leningrado (hoy San Petersburgo), un tribunal naval lo absolvió de toda responsabilidad. En aquella oportunidad, las autoridades habrían demostrado que Ivanov “no mantuvo ninguna vinculación íntima” con la polémica modelo.

No obstante, Ivanov reconoció que “la trató con frecuencia por orden de sus superiores”, informó el semanario londinense The News of the World en mayo de 1964.

Yevgeny Ivanov publicó un libro sobre su tiempo en Londres. Foto ArchivoYevgeny Ivanov publicó un libro sobre su tiempo en Londres. Foto Archivo

Sin embargo, del otro lado de la cortina de hierro se escuchó lo contrario. La propia Christine lamentó: Fui manipulada para tener sexo con un espía ruso, la misma semana en la que me acostaba con el secretario de guerra”. Así lo destacó la periodista Raquel Piñeiro en Elle.

Más allá de los roces de amor, en la declaración de Ivanov se había revelado el miedo del MI5: el enviado soviético estaba detrás de lo que el ministro de guerra inglés le pudo haber contado a su amante en noches de pasión.

Las borracheras de Ivanov: “piensa que es un conquistador”

Ivanov tenía debilidad por la bebida y las mujeres, según se desprende del archivo desclasificado que publicó The Guardian en 2022. La información recolectada sobre el soviético abundó en cuanto a detalles sobre su gusto por el alcohol.

En algunas ocasiones su embriaguez llegaba hasta el vómito, y en una ocasión a una caída con hemorragia nasal.

“Es guapo en comparación con los demás, es engreído y evidentemente piensa que es un conquistador, decían los archivos de inteligencia británicos. Averiguaron bastante para el poco tiempo que estuvo en el país, teniendo en cuenta que Ivanov llegó a Londres como agregado naval adjunto en 1960.

El beso final, con sonrisas al Kremlin

Ivanov no gozó del mismo perdón que tuvo la pareja de Profumo. Devuelta en la Unión Soviética, su esposa lo dejó. Pero tal desazón no le impidió, posteriormente, explotar comercialmente el escándalo que lo hizo mundialmente famoso.

En enero de 1992 publicó su libro “El espía desnudo” (The Naked Spy, en inglés), donde Ivanov dio su versión sobre lo ocurrido en su tiempo de fiestas y trabajo en el extranjero. Además, allí se explayó acerca de su infancia y peligrosos cometidos en los que estuvo involucrado, entre ellos el robo de secretos de la OTAN del estudio de Winston Churchill.

Si bien se asegura que cada palabra es cierta, la obra arranca con una particular frase del “poeta maldito”, Charles Baudelaire: “Los hombres nacen mintiendo y mueren honestos”.

Ivanov falleció a los 68 años en 1994, en la tierra que hacía tres años ya se había vuelto a llamar Rusia, luego de la desintegración del bloque comunista.

En 1993 se encontró con Christine en Moscú, donde se fotografiaron y dejaron una provocativa imagen en la Plaza Roja, con la Catedral de San Basilio de fondo: de perfil, un Ivanov con corbata y pelo blanco besa con énfasis la mejilla de la showgirl. Ella está sonriente, con el Kremlin como testigo, a plena luz del día.

Fuente: www.clarin.com

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