Granjas de bots, influencia y protestas: qué mostró el caso de México y cómo operan estos ejércitos digitales

La polémica por la “Gran Marcha del 15 de Noviembre” puso de manifiesto un problema histórico de las democracias modernas y su intersección con el (mal) uso de la tecnología: la manipulación masiva con cuentas automatizadas, o bots. La noticia, publicada por el diario Milenio, reveló que casi la mitad de la conversación digital sobre la supuesta movilización de la Generación Z en México fue generada por millones de bots, según datos del sistema de análisis de MilenIA (una IA del medio mexicano) y de la herramienta IA Grok.

La investigación publicada por Milenio reveló que la “Gran Marcha del 15 de Noviembre” nació de la reactivación de una cuenta casi anónima de X, @generacionz_mx, creada en 2024 y relanzada en octubre de 2025 con imágenes generadas por IA (edificios históricos en llamas, jóvenes encapuchados y una estética inspirada en One Piece, cuya bandera pirata se volvió el símbolo del supuesto hartazgo juvenil).

En semanas, el perfil pasó a 70 mil seguidores y generó 17,5 millones de interacciones, pero el 46% de ese volumen fue impulsado por granjas de bots, muchas compradas en tiendas online de Colombia, España y Argentina.

El caso expone cómo campañas coordinadas que combinan IA, símbolos pop y automatización pueden inflar de manera artificial una conversación política y convertir una protesta difusa en un fenómeno viral que, antes de llegar a las calles, ya estaba construido en gran medida por máquinas.

Y, para esto, las granjas de bots son una de las claves.

Qué son y cómo funcionan las granjas de bots

Claudia Sheinbaum, presidenta de México. Foto: XinhuaClaudia Sheinbaum, presidenta de México. Foto: Xinhua

Un bot, abreviatura de robot, es un programa diseñado para realizar tareas automatizadas en internet, como publicar, responder o amplificar contenido sin intervención humana. El término comenzó a popularizarse en los años 90 con los chatbots y web robots, y hoy se aplica a cuentas que simulan comportamiento humano en redes sociales que replican acciones básicas a gran escala: seguir, retuitear, comentar, reproducir.

A nivel técnico, “un bot opera a partir de instrucciones preprogramadas o modelos de automatización que ejecutan acciones en milisegundos, lo que permite manipular la visibilidad de un tema o inflar artificialmente una conversación pública”, explica un hacker a Clarín.

Las granjas de bots ponen a trabajar a estos procesos automatizados para manipular conversaciones en redes sociales mediante la publicación automatizada y masiva de contenidos. Su objetivo no es único: pueden servir para inflar tendencias, atacar adversarios, crear la ilusión de consenso o erosionar la confianza en instituciones.

Aunque se las suele asociar con un cuarto lleno de computadoras enviando mensajes de manera sincronizada, esto no es tan así. Existen tres modelos principales: bots automatizados puros, con cuentas que operan programadas para publicar responder o retuitear sin intervención humana. Suelen tener fotos de stock, nombres genéricos y actividad constante a horas inusuales.

El segundo modelo de granja de bots es híbrido: combina automatización y operadores humanos, con pequeños equipos que coordinan cientos de perfiles falsos, mientras herramientas de inteligencia artificial generan textos, imágenes y “personalidades” digitales para evitar detecciones.

Y el tercer grupo lo conforman las “tiendas de bots”, una suerte de “bots como servicio”: son empresas informales que venden paquetes de seguidores, retuits o comentarios. En América Latina funcionan especialmente en Colombia, Venezuela y Argentina y los clientes pueden ser partidos políticos, empresas, influencers, sindicatos o cualquier actor que necesite inflar una narrativa. Según Milenio, 10 mil retuits cuestan, en promedio, 25 dólares.

A nivel técnico, crean miles de cuentas con datos falsos, programan horarios coordinados de actividad, alimentan contenidos generados por IA, replican un mensaje hasta convertirlo en tendencia y luego el algoritmo de cada red social amplifica aquello que percibe como “popular”.

Aunque X, Instagram y otras redes exigen un número de teléfono para crear cuentas, las granjas de bots saltean esto usando bancos de SIM cards prepago, servicios de “números virtuales” y automatización masiva. En países donde las líneas pueden activarse sin verificación estricta de identidad, operadores compran cientos o miles de chips baratos y los usan solo para validar altas nuevas.

El impacto de las granjas de bots en la democracia

La bandear del manga japonés "One Piece" sea ha usado en distintas partes del mundo. Foto: ReutersLa bandear del manga japonés “One Piece” sea ha usado en distintas partes del mundo. Foto: Reuters

Las granjas de bots no solo distorsionan conversaciones: alteran la percepción pública de lo que una sociedad piensa, siente o discute. En campañas políticas o momentos de tensión social, esto puede generar desde falsos consensos hasta polarizaciones (algo muy común en Argentina) y una erosión de la confianza en la esfera pública.

En nuestro país se documentaron intervenciones digitales mediante cuentas automatizadas. Una investigación de Chequeado de 2017, por ejemplo, dio a conocer cómo durante la gestión de Mauricio Macri en 2017 miles de tuits se generaron producto de cuentas con comportamiento sospechoso (cerca del 3 % de las cuentas activas en una campaña específica se comportaron como bots, generando cerca del 10 % de los tuits totales.

Otro trabajo académico realizado por la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Buenos Aires, publicado bajo el título “Análisis del impacto y funcionamiento de los Bots en las campañas políticas”, comparó casos de Argentina, Ecuador y Estados Unidos, y concluyó que la utilización de bots es una estrategia creciente en el país para lograr que determinados temas se conviertan en tendencia en redes sociales.

Y, durante el Gobierno de Milei, siempre sobrevuela la discusión de las cuentas fantasma y ataques coordinados atribuidos a Santiago Caputo.

“Las granjas de bots son una amenaza a la integridad del espacio público digital contemporáneo. Operan mediante la generación artificial y coordinada de consensos ficticios que distorsionan deliberadamente los procesos de formación de opinión pública”, opina en diálogo con Clarín Luis García Balcarce, abogado especializado en derechos digitales.

Estas granjas producen como resultado una conversación que parece multitudinaria, pero que en realidad se sostiene sobre perfiles que no existen.

“Desde esta perspectiva, es fundamental tener en cuenta que estas infraestructuras no representan solo un problema técnico de moderación de contenidos, susceptible de resolverse mediante ajustes algorítmicos o políticas corporativas. Atentan de manera coordinada contra la capacidad de los ciudadanos para acceder a información verificable y ejercer autonomía informativa efectiva”, complementa.

“En este sentido, esta manipulación algorítmica degrada la calidad del debate público hasta el punto de hacer indistinguible lo genuino de lo artificial, generando así una vulnerabilidad estructural de los procesos democráticos frente a la interferencia coordinada de actores que poseen recursos suficientes para financiar y sostener estas operaciones a escala masiva”, cierra el especialista.

Entre la teoría de la “internet muerta”, que plantea que en la web ya circulan más bots que personas, y la expansión de las granjas automatizadas que buscan influir en la vida pública, el futuro del mundo online parece haber borrado hace rato la frontera entre lo digital y lo real.

Fuente: www.clarin.com

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