Fueron separadas al nacer y descubrieron que eran gemelas 19 años después gracias a un video de TikTok: “Fue como mirarse en un espejo”

Durante casi dos décadas, Amy Khvitia y Ano Sartania vivieron sin saber que en algún lugar del mundo existía alguien con el mismo rostro, la misma voz y un origen parecido. Separadas pocas horas después de nacer, su historia permaneció oculta hasta que una coincidencia en redes sociales la sacó a la luz.

Un video de TikTok bastó para que dos jóvenes de 19 años, criadas en familias distintas y a cientos de kilómetros de distancia, descubrieran que eran hermanas gemelas. Al principio solo indicaba un parecido llamativo, pero una indagación se convirtió en la puerta de entrada a una gran verdad.

La historia de estas hermanas ahora se convirtió en un testimonio que forma parte del documental Niños robados, que se estrenó el 12 de diciembre por HBO Max, que reconstruye uno de los capítulos más oscuros de Georgia en el que cientos de bebés fueron vendidos ilegalmente.

Una historia marcada por distintas versiones y ninguna real

Todo comenzó en 2002, en el oeste de Georgia, cuando Amy y Ano nacieron en la maternidad de Kirtskhi, un hospital que hoy ya no existe. Poco después del parto, su madre biológica, Aza Shoni, cayó en coma. Al despertar, el personal médico le aseguró que sus dos hijas habían muerto.

Por otro lado, la versión que recibieron las familias adoptivas fue distinta. A ambas mujeres les dijeron que había bebés “no deseados” en el hospital y que, a cambio de dinero, podían llevárselas y criarlas como propias. Ninguna supo que las niñas eran gemelas ni sospechó que se trataba de un procedimiento ilegal.

Durante años, las hermanas crecieron separadas, a cientos de kilómetros de distancia, sin conocer su verdadero origen. En su infancia no hubo indicios claros, aunque Amy recuerda un episodio que la marcó.

Ambas nacieron en Giorgia, pero se criaron a más de 300 kilómetros de distancia. Foto: @_tatulikhvitiaAmbas nacieron en Giorgia, pero se criaron a más de 300 kilómetros de distancia. Foto: @_tatulikhvitia

A los 12 años, mientras miraba televisión en la casa de su madrina, cerca del Mar Negro, vio en Got Talent a una bailarina que era idéntica a ella. Al comentarlo, su madre le respondió que “todas tenemos un doble” y el tema no volvió a mencionarse.

El video en TikTok que cambió sus vidas

El reencuentro recién se produjo en 2021, cuando Amy publicó un video en TikTok. El clip, en el que aparecía con el pelo azul, sombra en los ojos del mismo color y cejas perforadas, se viralizó en su entorno y llegó hasta Ano, que vivía en Tiflis, a 320 kilómetros de distancia, a través de una amiga sorprendida por el notable parecido.

La joven reconoció las similitudes, decidió contactarla y cuándo logró hablar con aquella chica del video, después de varios intentos fallidos, ambas comprendieron que no solo se parecían. Habían nacido el mismo año, compartían rasgos físicos idénticos y tenían demasiadas coincidencias para ser casuales.

Después de esa primera charla, la sospecha de un vínculo real comenzó a tomar fuerza. Pero, al comparar documentos, los certificados de nacimiento indicaban fechas distintas, con semanas de diferencia, lo que descartaba oficialmente que fueran gemelas.

Sin embargo, las similitudes seguían acumulándose. A las dos les gustaba la misma música, amaban bailar y habían elegido peinados casi idénticos.

Además, compartían una enfermedad genética poco frecuente, una displasia ósea, un trastorno genético que afecta el crecimiento y desarrollo normal de los huesos y cartílagos. Para Amy, cada nuevo dato hacía la historia más extraña y más clara al mismo tiempo.

Dos desconocidas que compartían mucho más que rasgos físicos. Foto: @_tatulikhvitiaDos desconocidas que compartían mucho más que rasgos físicos. Foto: @_tatulikhvitia

Cada vez más cerca de la verdad

Para seguir despejando dudas, decidieron verse en persona, una semana después, en la parte superior de la escalera mecánica de la estación de metro Rustaveli, en Tiflis.

Cuando se miraron frente a frente, la duda se disipó. “Fue como mirarse en un espejo: la misma cara, la misma voz. Yo soy ella y ella es yo“, recordó Amy en entrevista con BBC. Ano, que no solía abrazar, la rodeó con fuerza.

Tras ese momento, ambas sintieron la necesidad de enfrentar a sus familias y, por primera vez, conocieron la verdad. Les contaron que habían sido adoptadas por separado, con pocas semanas de diferencia, y toda su historia de origen había sido ocultada.

Amy se sintió engañada por su propia familia y se sintió confundida con una vida construida sobre una mentira. Ano, en cambio, reaccionó con enojo, aunque la conversación la impulsó a seguir buscando respuestas sobre la historia que acababa de conocer.

A partir de ese intercambio, ambas decidieron continuar la búsqueda en redes sociales. Fue Amy quien dio un paso más y publicó su historia en un grupo de Facebook dedicado a casos de adopciones ilegales en Georgia.

La publicación no tardó en generar respuestas y, entre los mensajes, apareció el de una joven alemana que aseguró que su madre había dado a luz a gemelas en 2002. Según contó, a su madre le habían dicho que las bebés habían muerto, aunque nunca dejó de dudar de esa versión.

Con el paso de los días, las coincidencias se acumularon y gracias a pruebas de ADN terminaron por confirmar que aquella joven su hermana y vivía junto a su madre biológica en Alemania. Así, Aza Shoni, que durante años creyó haber perdido a sus hijas, descubrió finalmente que estaban vivas.

La historia de Amo y Any forma parte del documental "Niños robados" de HBO Max. Foto:@_tatulikhvitiLa historia de Amo y Any forma parte del documental “Niños robados” de HBO Max. Foto:@_tatulikhviti

El día en que el abrazo cerró la historia

El reencuentro se concretó en un hotel de Leipzig, después de meses de búsqueda y espera. Las gemelas llegaron juntas, visiblemente nerviosas, mientras que en una habitación cercana Aza las esperaba con la ansiedad contenida de quien teme y desea al mismo tiempo.

Cuando finalmente se vieron, se abrazaron durante largos minutos, en silencio, como si ese gesto bastara para decir todo lo que el tiempo les había quitado.

Amy rompió en llanto. Ano, en cambio, permaneció callada, con una emoción contenida que decía tanto como las lágrimas de su hermana. Para ella, ese encuentro significó el cierre de una herida invisible.

Por primera vez, la historia incompleta de su vida empezó a encontrar sentido. Aunque hoy no mantienen una relación cercana con su madre, siguen en contacto con ella. En cambio, el vínculo entre las hermanas se fortalece día a día, comparten casi todo y tienen la certeza de que ya no estarán solas nunca más.

Fuente: www.clarin.com

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