En la victoria, Javier Milei le tendió una mano a la oposición: interna silenciada en la intimidad del búnker

Javier Milei cumplió su promesa del 18 de mayo, después de ganar en la Ciudad y logró pintar buena parte del país de violeta. “Si vieras qué linda que está la Argentina y qué lindo le queda el violeta”, ironizó el Presidente sobre los colores partidarios que identifican a La Libertad Avanza. En su discurso en el escenario montado en el primer piso del Hotel Libertador, el mandatario se mostró este domingo más moderado. En el medio, el jefe de Estado y su gobierno atravesaron la zozobra de la paliza bonaerense del 7 de septiembre, la tensión cambiaria, los anunciados cambios en el gabinete y el rescate de los Estados Unidos.

Por primera vez, el Presidente agradeció en su discurso “a todos los argentinos” en el debut de la boleta única y volvió a convocar a los gobernadores para avanzar con reformas como le habían sugerido miembros del gobierno estadounidense.

Queremos invitar a la mayoría de los gobernadores. Ahora sí podremos traducir en leyes las consignas del Pacto de Mayo (…). Tenemos una oportunidad histórica e irrepetible”, sostuvo el mandatario, que celebró que el kirchnerismo fuera relegado al tercer lugar en varias provincias gracias a los gobernadores. “Le sacamos 14 puntos de diferencia al kirchnerismo. Los argentinos no quieren volver al modelo del fracaso. Populismo, nunca más“, afirmó, envalentonado por el triunfo en 15 provincias.

Milei festeja en el búnker. Foto: EFE/ Juan Ignacio RoncoroniMilei festeja en el búnker. Foto: EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

Lo secundaban Karina Milei y Santiago Caputo, que buscaron escenificar que no hay diferencias en la conducción política del Gobierno y se abrazaron en público, felicitados por el Presidente. Los tres se habían reunido desde las 19.30 en el piso 10 donde se recluyó el Presidente para terminar de hilvanar el discurso de la victoria.

Detrás de ellos aplaudían el vocero Manuel Adorni, maestro de ceremonias cuyo nombre suena para un ascenso, y Patricia Bullrich y Diego Santilli, los ganadores de las dos Buenos Aires que ya piensan en 2027. Todos siguieron a la militancia con el canto que más irrita al peronismo. “Saquen al pingüino del cajón”, gritaron mientras agitaban los brazos.

Milei agradeció a todo el gabinete y especialmente al canciller Gerardo Werthein, que la semana pasada pegó un portazo. El ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona le puso suspenso a la salida que se apuró en confirmar el jueves. El jefe de Gabinete fue el último en llegar -siguió el escrutinio en el Correo- y el primero al que el Presidente agradeció. En los pasillos del hotel se hablaba de la salida del ministro coordinador como un hecho.

El Presidente recordó el apoyo de Mauricio Macri en Acassuso hace dos años, antes del balotaje. Nadie más mencionó al líder del PRO. Santilli y Bullrich tampoco. Los candidatos y delegados de Macri, como Fernando de Andreis aplaudían lejos de la prensa, entre la militancia libertaria. Cerca de la ministra de Seguridad destacaron que el PRO no colaboró en el triunfo ni para hacer campaña. “Se diferenciaron y se fueron del país”, dijeron en alusión a la gira del jefe de Gobierno por medio Oriente.

Santilli dio un paso al frente y se convirtió automáticamente en el candidato a la gobernación de la Provincia en 2027. “Los bonaerenses eligieron cruzar el río. En 2027 vamos a poner un gobernador”, se ilusionó el diputado del PRO. Fue vitoreado por los cerca de dirigentes, funcionarios y militantes que pudieron ingresar al búnker y se diferenciaban con pulseras de tres colores distintos, con diferentes niveles de acceso. “Que se pele, que se pele“, le cantaron al reemplazante de José Luis Espert en la boleta, que no logró que se imprimiera su nombre en la boleta.

La ministra de Seguridad, que se apresta a dejar su cargo, ratificó que el oficialismo no se cerrará sobre sí mismo. “Vamos a tener los brazos abiertos para construir acuerdos en el Senado“, dijo antes de hablar de “gobernabilidad popular”.

Los cerca de 400 invitados amenizaron a que apareciera el Presidente en el búnker cantando las canciones que el Presidente interpretó en el Movistar Arena veinte días atrás. La más festejada otra vez fue “Kuka tirapiedras” al ritmo de Dame Fuego, de Sandro.

Los más entusiastas mileístas afirmaban que el factor decisivo para dar vuelta la elección después de la derrota del 7Shabía sido la decisión del Presidente de ponerse la campaña al hombro, que lo llevó a una decena de distritos con caminatas breves y accidentadas, contramarchas y pocos actos.

Los más realistas, entre los que se contaban algunos colaboradores de Caputo, que se prepara para integrar el gabinete, reconocían que no todos los votos son propios.

Una parte es apoyo, otro tanto miedo al pasado, pero la gente votó a favor de continuar el rumbo, y no encontró mejores alternativas”, razonaron.

El armador bonaerense Sebastián Pareja enfrentado a Caputo fue celebrado por los suyos. “Para Pareja, la conducción”, cantaban.

Luis Caputo fue uno de los más requerido para las selfies y habló al oído de la ministra de Capital Humano durante un rato largo. Estuvo secundado casi siempre por los funcionarios que le responden a su sobrino Santiago, como el secretario de Justicia Sebastián Amerio y la secretaria Legal y Técnica María Ibarzabal. El ministro de Economía y su sobrino salieron a fumar juntos al hotel. Con la victoria oficializada, Caputo blanqueó ante los medios que habló con autoridades de EE.UU y garantizó que el dólar seguirá volando. El presunto enviado de la diplomacia paralela de EE.UU. Barry Bennett también está en el país.

La primera señal del triunfo libertario la había dado Karina Milei. La hermana del Presidente, que no hablaba en público desde hacía meses, salió a la puerta del hotel acompañada por Martín Menem, que un rato antes había llegado acompañado por su primo Lule, otro de los apuntados en la interna silenciada. La secretaria general de Presidencia revalidó sus credenciales como “el jefe” y rompió el guión que había imaginado en el comando electoral y que incluía a Bullrich y Pilar Ramírez, entre las primeras oradoras.

Un rato después llegó el jefe de Estado, con su campera de cuero -su atuendo de candidato- saludó a la militancia que esperaba afuera del vallado. A la hora del escenario eligió un traje, su ropaje de Presidente. Al final de la noche, con la victoria consumada, volvió a saludar a la militancia, como al principio.

Fuente: www.clarin.com

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