Declaró Cristian Graf: qué dijo del cuerpo de su compañero de colegio que apareció 41 años después enterrado en su jardín


Puntual, corriendo, Cristian Graf (57) esquivó a los periodistas que lo esperaban en la puerta del juzgado en lo Criminal de Instrucción N° 56, en Lavalle 1638, y entró al edificio para, por primera vez, dar explicaciones en indagatoria sobre uno de los crímenes más sorprendentes de los últimos tiempos que, hasta ahora, lo tiene como principal protagonista.

Acompañado por su esposa y con una media sonrisa, encaró su declaración por “encubrimiento agravado y ocultamiento de pruebas” en la causa en la que se investiga el crimen de Diego Fernández (16). Salió de los tribunales tres horas y media después, con la misma sonrisa

La defensa de Graf ya había adelantado en diferentes escritos en su versión: que él no tiene nada que ver, que el cuerpo fue enterrado en el terreno lindero y que no puede explicar la casualidad de que el muerto haya sido su compañero de colegio.

Este viernes siguió esta línea de defensa: ni él ni nadie de su familia sabían que a pocos metros de su pileta había un cadáver. Con Diego se conocían porque en el año 1983 habían sido compañeros de colegio, pero no tenían ningún tipo de relación. No tiene idea de porque estaba enterrado donde de lo encontraron.

Graf incluso discute que haya sido en su jardín aunque el examen del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) no dejo ninguna duda al respecto.

Diego Fernández tenía 16 años cuando desapareció el 26 de julio de 1984. “Me pidió plata para el colectivo, me dijo que iba a lo de un compañero y se fue comiendo una mandarina. Ahora encontraron esos huesitos“, le contó su madre Irma Lima (87) a Clarín.

Pochi –como la conocen todos– siempre pensó que lo había secuestrado una secta, que estaba vivo, que iba a volver. “Nunca cambie la línea fija de teléfono, porque podía llamar. Una vez fuimos a la Colonia Montes de Oca por una pista, pero no era, no era”, relató.

Graf fue indagado por “encubrimiento” tomando en cuenta sus actos tras el hallazgo del cuerpo, el 20 de mayo pasado. Acusarlo de “homicidio” o de participación en el homicidio es ir derecho a un sobreseimiento por prescripción. La ley argentina establece que una causa prescribe en un máximo de 15 años a partir de cometido el hecho. Y en este caso transcurrieron 41.

Lo trágico es que, aunque la familia realizó la denuncia y montó una campaña para encontrarlo, la Policía y la Justicia nunca hicieron mucho para encontrar a Diego. Incluso la pequeña causa por “fuga de hogar” fue destruida en 2003. Sus restos- y muchas de las pertenencias que tenía cuando lo mataron- fueron encontrados por unos obreros que hacían una medianera en una propiedad lindera a la de Graf sobre la Avenida Congreso 3700, donde había una casona en la que Gustavo Cerati vivió entre 2002 y 2003.

Gracias a un intenso trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y a la difusión del caso, el fiscal Martin López Perrando pudo lograr lo que parecía imposible: identificar el NN de Coghlan. Pero ese fue el comienzo. Ahora hay que hacer Justicia.

“Que la Justicia actúe, hay una familia que sigue haciendo su vida como si nada y nosotros seguimos con el dolor de hace 41 años. Es una locura todo lo que esta pasando, que esté libre. En esa familia está el asesino, en esa familia están los cómplices de lo que le pasó a Diego“, le dijo a Clarín Javier Fernández, hermano menor de Diego y querellante en la causa. Javier fue al punto: “Dos mas dos es cuatro. Diego estaba enterrado en su casa. Tiene que preso, esto no puede quedar así”.

Fuente: www.clarin.com

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