Crimen de Anna Kepner en el crucero: su hermanastro como principal sospechoso y cuál fue su reacción en el interrogatorio

La muerte de Anna Kepner fue declarada de forma oficial por las autoridades como homicidio. La joven norteamericana que había cumplido 18 años hace tan solo seis meses, estaba de vacaciones junto a su familia en el crucero Carnival Horizon, y cuando faltaba un día para regresar a Miami su cuerpo fue hallado oculto en su camarote.

Las circunstancias del devastador hallazgo generaban sospechas casi unívocas de un presunto crimen: la encontraron sin vida con moretones en el cuello, envuelta en una manta, y tapada con chalecos salvavidas debajo de la cama de su habitación.

Desde que se dio a conocer que su hermanastro de 16 años en el principal sospechoso del asesinato, el caso genera aún más incógnitas.

Anna no viajaba sola. Estaba de vacaciones junto a ocho integrantes de su familia ensamblada: sus abuelos paternos, su papá, Christopher Kepner, su hermano menor, su madrastra, Shauntel Hudson, y sus tres hermanastros.

Zarparon desde Miami el 2 de noviembre, rumbo a una estadía en altamar de seis días, con varias paradas en las playas del Caribe de aguas turquesas, con el retorno previsto para el 8 de noviembre.

Barbara y Jeffrey Kepner, los abuelos paternos de la joven, concedieron una desgarradora entrevista a ABC News. “Esta era la primera vez que viajábamos todos juntos, la estábamos pasando genial y queríamos que fuese una tradición de ahora en adelante”, revelaron.

Cuando su nieta no bajó a desayunar el 7 de noviembre, creyeron que estaba descansando porque había dicho que no se sentía bien la noche anterior.

Lo siguiente que oyeron fue la alerta médica por los altavoces del barco, destinada a todos los pasajeros. “Reconocí el número del camarote, supe que era el de Anna y sus hermanos, así que recé por que no fuese nada grave”, comentó Jeffrey Kepner, quien luego se enteró del trágico hallazgo.

Según las conclusiones preliminares de los médicos forenses, la joven de 18 años murió por asfixia mecánica provocada por otra persona. La hipótesis principal de los médicos forenses se basa en una maniobra conocida como “llave de barra“, es decir un brazo que presionó el cuello de la víctima.

Tal como se filtró a raíz de una disputa legal paralela de la madrastra de Anna por la custodia de sus hijos, el hermanastro de Anna, un adolescente de 16 años identificado con las iniciales “TH” en los documentos judiciales, es el principal sospechoso del homicidio.

Los abuelos de la víctima relataron en diálogo con ABC News cómo fue la reacción del joven. “Él estaba destrozado, era un desastre emocional. Ni siquiera podía hablar cuando lo interrogaron. No podía creer lo que había pasado”, reveló la abuela Kepner.

“Ese mismo día fue hospitalizado para observación psiquiátrica, pero luego fue dado de alta y está al cuidado de un familiar materno mientras continúan las pericias”, agregó Barbara Kepner.

“Lo oí decir con sus propias palabras, que no recuerda lo que pasó; y creo que, para él, esa es su verdad“, lamentó. Mientras los abuelos aseguraron que no detectaron ninguna señal incómoda o extraña en la convivencia diaria de Anna y su hermanastro, luego surgieron otras versiones.

Según relataron, se hospedaron en tres camarotes: en uno los abuelos, en otro el padre de Anna junto a su esposa y sus dos hijastras menores, y en el tercero la difunta joven junto a su hermano menor y su hermanastro.

“Le dijimos a Anna que teníamos una cama extra para usarla cuando quisiera, pero prefirieron compartir cuarto, porque aunque somos una familia reunificada siempre se trataron como hermanos, sin importar si eran de sangre o no”, insistió la abuela de Anna.

“No existían las diferencias; ellos eran como hermano y hermana, como dos guisantes en una vaina“, aseguraron.

Sobre el principal sospechoso, describieron: “Él es un buen estudiante, un joven tranquilo que jugaba el fútbol en su escuela, pero creemos que tenía algunos demonios que arrastraba de su pasado y trataba de lidiar con ellos”.

Se refieren a que consta en documentos judiciales que la madrastra de Anna, acusó a su exesposo y padre de sus tres hijos, Thomas Hudson, de abuso doméstico y físico contra sus dos hijos menores, por lo que el acusado habría sido víctima de abuso durante su infancia.

Al confirmarse que las imágenes de las cámaras de seguridad y los registros de las tarjetas de acceso muestran que el adolescente de 16 años fue el único en entrar y salir de la habitación horas previas al homicidio, sigue siendo el principal sospechoso del crimen.

En el día del funeral de la joven, Joshua Westin, su exnovio, declaró en el noticiero de la pantalla televisiva del canal WESH, emitido en Florida, que cree en la hipótesis de los investigadores.

“Hubo indicios antes de esto. Anna se quejaba de sentirse incómoda con él desde hace meses”, aseguró. Su padre, Steven Westin, avaló a su hijo y dijo que la joven le tenía miedo a su hermanastro.

“Ese chico siempre llevaba consigo un cuchillo grande, estaba obsesionado con ella, como enamorado, le atraía demasiado; y una vez quiso subirse encima de ella mientras mi hijo charlaba con ella por FaceTime”, reveló el exsuegro de la joven.

La pareja de adolescentes se había separado recientemente y el Instagram de Anna, que era público, lo reflejaba en su última publicación a través de sus stories. Compartió una selfie frente al espejo que decía: “Mereces ser feliz, pero si no es conmigo no importa”.

Con cautela y el dolor a flor de piel, la abuela de Anna dejó entrever que debido a las pruebas, hay varios elementos en contra del hermanastro. Y peor aún, todo indica que el hermano biológico de la joven, que también es menor de edad, habría dormido a metros del cadáver de su hermana sin saberlo.

“Aunque no estuvimos ahí y no sabemos qué pasó exactamente ahí adentro, pase lo que pase, la única persona responsable es la que estaba en esa habitación con Anna, el único al que se lo vio entrar y salir de ese camarote; él hizo algo“.

Otro detalle que resulta llamativo es que la cuenta de Instagram de la víctima sigue abierta, se eliminaron algunas publicaciones y quedaron registrados sus últimos días en altamar.

“Diga lo que diga la ley, no voy a abogar por nada más ni nada menos que Justicia para mi nieta, y la culpabilidad o no la decidirán los tribunales”, sentenció la abuela de la joven.