Argentinos: crecer también duele :: Olé

Crecer -lamentablemente- duele. Sobre esto teorizó el psicólogo suizo Carl Joung, padre de la psicología analítica, cuando mencionaba que “el sufrimiento tiene que ser aceptado porque es el precio que paga el alma por su propia evolución”. Por ese período de aceptación está pasando Argentinosluego de perder, por penales, la final de la Copa Argentina ante Independiente Rivadavia.
En esta edición de la Copa Argentina, el Bicho dio un salto en su crecimiento. Avanzó un paso más en su desarrollo institucional y dejó atrás a ese viejo Argentinos que, durante los últimos once años, había alcanzado cinco semifinales sin poder dar el golpe. Esta vez rompió esa barrera: le dio vuelta una gran semifinal a Belgrano y, después de 40 años, volvió a disputar una final. Pero, como suele ocurrir en todo proceso de madurez, crecer también duele: el golpazo de haber perdido la final fue tan fuerte como la ilusión que movilizó a casi 10.000 hinchas hacia Córdoba.
“La inexperiencia de jugar una final… También nosotros tenemos un plantel joven… Nos acordamos de lo que estábamos perdiendo cuando nos hicieron el segundo gol y fuimos a buscarlo. Lamentablemente no se dio la película perfecta”. Quizás haya sido esa “inexperiencia” o “juventud” que mencionó Cristian Malaspina, presidente de Argentinos, lo que le jugó una mala pasada al Bicho. El tiempo dirá. Lo cierto es que, para Argentinos, el dolor que hoy puede confundirse con el sabor amargo de la decepción es, en realidad, la consecuencia natural de un proceso sostenido de crecimiento. Es la huella del orden, la planificación y la coherencia institucional con la que el Bicho viene gestionando su club desde hace años.
No es casualidad: es trabajo. Semifinales de Copa Argentina 2014, semifinal de Copa Superliga 2019, semifinal de Copa Argentina 2020, octavos de final de la Libertadores 2021, semifinal de la Copa de la Liga 2022, octavos de la Libertadores 2023, semifinal de la Copa de la Liga 2024 y final de la Copa Argentina 2025. Todo esto alcanzó Argentinos en los últimos años. Las últimas siete instancias mencionadas, fueron luego de su último ascenso en el 2017, con Malaspina como presidente. Manteniendo los proyectos de Heinze en el ascenso, de Milito en Primera y ahora el de Nico Diez.
Si bien muchos equipos que conquistaron torneos de playoffs en los últimos años lo hicieron impulsados por circunstancias favorables o rachas momentáneas —y no por la solidez de un proyecto sostenido—, Argentinos representa el caso opuesto. Mientras algunos campeones, como Colón o Patronato, no lograron mantenerse en competencia e incluso descendieron poco después, el Bicho construyó un camino basado en la constancia, la planificación y la coherencia deportiva. En cada una de esas instancias decisivas se mantuvo cerca de la gloria o alcanzó su lugar por mérito propio: a las Libertadores 2021 y 2023 accedió gracias a su destacada posición en la tabla anual, por ejemplo.
No hay dudas: si continúa por este camino, Argentinos terminará forzando al destino a devolverle una alegría. Pero el verdadero desafío será sostenerse. Y, tras la final perdida, a pesar del dolor, esa convicción parece haberse fortalecido. “Todos los años compitiendo, todos los predios con obras, tenemos que estar orgullosos de este presente. Quedan más batallas por dar. Ya nos limpiamos la sangre y seguimos. Acá no se rinde nadie”, escribió Malaspina en Twitter, asumiendo la voz institucional del club después del golpe.
La verdad es que tiene con qué creer, Argentinos. Por varios factores que, en conjunto, sostienen su presente. En lo futbolístico, hay una señal clara: en una liga donde los entrenadores suelen durar poco, la dirigencia decidirá mantener el proyecto de Nico Diez más allá de lo que ocurra con el Clausura o la tabla anual. Con recursos limitados, el club consigue resultados sólidos, apostando a comprar barato y vender caro. Ya lo demostró con Gondou, y ahora repite con Alan Lescano y Tomás Molina, por ejemplo. Además, el club ya trabaja en las incorporaciones futuras, anticipándose a las posibles salidas de fin de año (Lescano y Molina, justamente, serán dos por quienes vendrán a preguntar).
Y, dato no menor, lo destacado por el propio Malaspina: fuera del campo de juego, se percibe la armonía institucional de una Comisión Directiva unida, que trabaja por y para Argentinos. Con resultados que están a la vista: un superávit de 4 millones de dólares en el último año, la construcción del predio en Bajo Flores y el proyecto de renovación integral del estadio, que incluye la edificación de la cuarta tribuna —la única que nunca tuvo— sobre la calle San Blas.
Está claro: la final se perdió por errores propios. Por más que empató y pudo darse una épica, Argentinos no jugó bien. Chiquito Romero un partido para el olvido, Fattori perdió la pelota en el segundo gol de los mendocinos y Molina falló dos penales en la tanda. Eso es real. Pasó. Y ya forma parte de la historia.
Sin embargo, al mirar hacia adelante, cuesta imaginar a un club que hace todo para coronarse y no lo consigue. Si mantiene este camino, da la sensación de que, tarde o temprano, Argentinos terminará coronando. Pero para eso deberá sostenerse, seguir en el mejor nivel, secarse las lágrimas y aprender de lo vivido. Porque todo crecimiento implica transformación, y toda transformación exige dejar morir lo que fue para dar lugar a algo nuevo: y eso, mucha veces, duele. Argentinos no debe dejar que las lágrimas lo engañen: este dolor no es señal de fracaso, sino de la evolución de un club que sueña con volver a gritar campeón.
Fuente: www.ole.com.ar







