Abel Pintos:“Tenemos que aprender a ser solidarios”


Cumplir treinta años de trayectoria en la música no es frecuente con un camino intachable, sin escándalos y coherencia. Es el caso de Abel Pintos quien inicia sus recitales de festejo en Rosario con funciones el 24 y 25 de noviembre, para seguir el 6 de diciembre en CABA, en la Ciudad Universitaria. Como plus está la opción de comprar su libro, Abel 30 Años – En Imágenes, editado por PERFIL: “Será una publicación –anticipa Pintos– para repasar lo que considero que son los hitos de estos años. Es inevitable mirar hacia atrás y querer marcar el camino de logros, sueños cumplidos y círculos cerrados”.
—¿Por qué un libro?
—Entendí que había mucho por rememorar y compartir con el público. Va a haber material fotográfico, pero también un texto que acompaña esas imágenes. Se puede adquirir independientemente de la entrada de los conciertos, también se puede comprar a través de mi página (www.abel.art) en los quioscos y librerías. Buscamos que tenga un precio muy accesible.
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—Empezaste a los 11 años: ¿sentís que te robó algo de la infancia?
—No, tuve una infancia y una adolescencia distinta a la de mis parientes o amigos, pero sólo eso, no siento que haya sido ni mejor, ni peor. Creo que lo que queda pendiente en distintas etapas de la vida tarde o temprano te hace rendir esas materias, de alguna manera. La terapia, por ejemplo, me ha ayudado mucho.
—¿Por qué te distingue como artista tu cuidado de todo lo exterior además del canto?
—A mí la moda siempre me gustó como expresión artística y me parece muy potente. Tuve la oportunidad de repasar un poco la bibliografía del mundo de la moda en el que distintos autores muestran cómo ha influenciado y sabido reflejar los cambios y movimientos sociales y culturales. Me pareció una buena idea poder abordar la moda como una herramienta de expresión dentro de lo que quiero compartir a través de la música. Es un complemento más, pero sin caer en una moda determinada o pasajera.
—¿Qué balance hacés de las funciones en el teatro Alvear en la avenida Corrientes?
—Las veinte funciones en el Alvear fueron porque había ido a conocer ese teatro que se había remodelado y reinaugurado, no hacía mucho tiempo. Quedé fascinado y me pareció que habían hecho una obra increíble, con una acústica maravillosa. Pero como estuvo muchos años en obras quisimos reubicar ese espacio en el radar popular de la gente.
—¿Qué diferencias hay entre actuar en un estadio o en un teatro? ¿Miedos?
—Miedo ninguno. Nunca lo sentí, tampoco nervios a la hora hacer un concierto. Es una emoción muy grande. Las distintas cantidades de público generan diferentes movimientos energéticos, durante el concierto, pero no me resultan ni más ni menos emocionantes los lugares multitudinarios o más pequeños. Cada ámbito tiene su magia y justamente entre el artista y el público tenemos que saber imprimir el carácter y la energía necesaria. Cuando hay mucho público es abrazador, es una emoción muy difícil de explicar y sobre todo bastante difícil de comparar.
—¿Qué significó cantar el Himno en la Copa de las Américas?
—Como fanático del fútbol y de nuestra selección fue una emoción enorme. Como argentino poder representar a todos y cada uno de los que estaban ahí prendidos ante esa situación. Fue consagratorio no solo para mí, sino para el proyecto de los himnos. Ya había grabado este disco de los himnos justamente con la intención de poder hacer un aporte a la educación, de que llegara una versión renovada de audio de nuestras marchas patrias a todos. Fueron a 70 mil instituciones de los distintos niveles de educación privados y públicos. Hicimos un documental donde explicamos la historia detrás de estas canciones que está en la página de YouTube. Todo lo que este proyecto de los Himnos genere en regalías va donado a la UBA para que a través de sus facultades le llegue a la salud pública: Roffo, Clínicas y Lanari.
—¿No tendrías que agregar el Garrahan?
—Es que la forma más transparente y eficaz es hacer una canalización a través de una sola institución, por eso elegimos la UBA y las clínicas que dependen de ella. Colaboré muchas veces con el Garrahan, hicimos funciones a beneficio. Durante varios años hubo habitaciones que llevaron mi nombre o el de mi productora, porque colaborábamos anualmente para que puedan seguir construyendo salas. En el 2023, cuando hicimos el Ópera, fueron dos funciones especiales para ellos con los que terminaron de construir habitaciones. Con el Garrahan tenemos un vínculo.
—¿Cuáles fueron las canciones que marcaron hitos en estos treinta años?
—Hay varios, en primer lugar voy a mencionar “Sueño dorado” porque es la primera canción que escribí, después con el tiempo se volvió muy popular y le dio nombre a uno de los títulos más vendidos de mi carrera. Pero sobre todo me cambió la vida porque no pensaba escribir canciones y de repente un día sin buscarlo me encontré escribiendo mi primer tema. Luego “La llave” fue mi gran canción popular, que trascendió las generaciones, los medios de comunicación y se instaló en los coros de niños, en las escuelas, en las canchas de fútbol, en todos los grupos etarios por igual. Hay mucha gente que conoce “La llave” es una canción bisagra. Y por último, “Motivos”, generó un movimiento popular y al día de hoy ya después de diez años haberla escrito sigue pareciendo nueva.
—¿Cuál sentís que sería tu próximo desafío?
—En el plano artístico el desarrollo del exterior, porque mi música ha llegado a muchos países, pero nunca le dediqué el tiempo al desarrollo de esos mercados porque siempre me aboqué mucho al recorrido de nuestro país, que es extensísimo. Ahora me voy a dar la oportunidad dedicar tiempo a poder llegar a todo ese público que también está conectado a mí a través de la música, en otros países del mundo.
—¿Te preocupa el precio de las entradas?
—Nos ocupamos mucho, pero el precio tiene que ver con los servicios que se dan. No es algo aleatorio, ni arbitrario. Tiene directa relación con los costos de generar una producción. Hay distintos precios de entradas y también varía por las zonas y las regiones, son muchas las variables.
—¿Cuánta gente trabaja con vos?
—De gira somos veinticuatro, más la gente de la oficina, estamos hablando de casi cien personas. Cuando hicimos funciones en la Patagonia fuimos sesenta personas. Es muy complejo hoy en día producir.
—¿Tuviste que achicarte en algo?
—No es una de nuestras primeras salidas achicar. Siempre buscamos el crecimiento desde el lugar que podemos y muchas veces eso requiere apostar, invertir y pensar en el futuro.
—¿Sos uno de los músicos que rompió la grieta?
—La verdad es que no me siento de ninguna manera. Sobre todo porque lo de la grieta está muy ligada a las opiniones y en general me inclino a no opinar demasiado, porque las opiniones generan más opiniones. Me ocupo más de hacer lo que puedo desde el lugar que puedo en lo que considero significativo. Por eso te mencionaba la educación, el medioambiente y la salud. Si alguien considera que lo que estoy haciendo no es suficiente o se puede hacer mejor, ojalá quiera hacerlo mejor, pero que lo haga. Tenemos que aprender a ser solidarios, eso lleva un tiempo y mucha energía también. La solidaridad es un sistema bastante más complejo que donar dinero o ropa, hay que educar al respecto.
Poco se habla de la solidaridad en estos tiempos, aunque hay muchísima gente con corazón solidario. Queremos que todo el mundo sepa cómo puede colaborar. La solidaridad es un universo muy grande y a veces lo que hace falta es información.
Fuente: www.perfil.com



