El dilema de Kicillof, Cristina discutida y la contabilidad creativa del Gobierno


El peronismo se juega la vida

El peronismo juega la carta más importante el 15 de marzo. Es la fecha de las elecciones para renovar la conducción del PJ de Buenos Aires, hoy en manos de la familia Kirchner a través del infante Máximo. Complementa la conducción el factor que ejerce su madre desde el sanatorio Otamendi o desde San José 1111. En un mes, el 5 de febrero, el peronismo provincial cierra listas para esas elecciones que van a cifrar la suerte del peronismo nacional. El distrito es el más grande de la Argentina, su crisis es la crisis de la Argentina y allí vota el 37% del padrón total. El 7 de septiembre el peronismo ganó las elecciones provinciales y aseguró el control de los territorios. El 26 de octubre empató con el oficialismo nacional en unas elecciones de medio término, que el peronismo solía perder. Ese resultado convierte al compromiso partidario en crucial para el futuro del peronismo.

En esas elecciones hay dos candidatos cantados que son Máximo Kirchner y el propio Axel Kicillof. Las dos partes dedicarán todo enero a buscar alguna franja de entendimiento que les evite ir a las urnas. El peronismo tiene alrededor de 1,4 millones de afiliados. De ellos, con todas las ganas, puede llegar a votar el 20%. Aparece la oportunidad de evitar el gasto y la pobre imagen de una fiesta de pocos.

Una de las prendas para ese entendimiento puede ser que ni Máximo ni Axel asuman la pelea, y que deleguen la representación en vicarios como Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Mariel Fernández (Moreno) o Federico Otermín (Lomas de Zamora) por el cristinismo, y por el axelismo Gabriel Katopodis (San Martín), Verónica Magario y Fernando Espinoza (La Matanza), Jorge Ferraresi (Avellaneda) o Julio Alak. Va en interés del peronismo alcanzar esa unidad, que también le puede convenir al Gobierno para equilibrar la gestión y salir del doble bloqueo que puede llevarlos a todos a la ruina.

Las internas son letales para los partidos

El interés de ese partido sería que se fortalezca en las elecciones por la conducción. Las internas partidarias suelen ser letales para los partidos en el mundo líquido y polarizado de la política, en este ciclo y en todos los países. Las normas electorales reclaman que se preserven las expresiones de minoría en los partidos. El único expediente que han tenido los partidos han sido las elecciones internas y las PASO, externas y obligatorias.

Salvo algunos liderazgos mesiánicos de la “nueva política”, que reflotan los demonios del cesarismo, mal de la cultura política hispánica, no hay otro acuerdo, pero en el ánimo líquido y de polarización de la vida pública los resultados de las internas terminan siendo letales. Quienes ganan les aplastan la cabeza a los perdedores -las PASO se crearon para castigar a traidores y perdedores, a quienes se les inhabilita para participar por afuera-. Los perdedores se enfilan inmediatamente detrás de los adversarios de los propios.

Ocurrió con el peronismo bonaerense de 2015 cuando Aníbal Fernández le ganó a Julián Domínguez y los perdedores le restaron apoyos al ganador y le hicieron perder las elecciones a gobernador. El efecto nacional fue la derrota del peronismo ante Juntos por el Cambio. En 2023 la PASO fue letal para Cambiemos. Patricia Bullrich, respaldada por Mauricio Macri, le ganó a Horacio Rodríguez Larreta. Los perdedores le quitaron el banquito a Patricia y ella quedó fuera del balotaje, cuando Juntos por el Cambio presumía tener ganadas las presidenciales desde 2021. Perdieron 14 puntos porcentuales de voto en dos años solo por pelearse por los medios ¡y sin gobernar!

Gobierno y oposición débiles

Si el peronismo de Buenos Aires no encuentra una solución integradora que pacifique la pelea entre cristinismo y axelismo, quedará dividido, y ese cisma en el distrito más grande se trasladará al orden nacional. En el PJ Nacional la autoridad de Cristina está discutida. Hay por lo menos cuatro demandas en la justicia electoral que cuestionan su conducción debido a la inhabilitación que conlleva la condena que cumple.

La acumulación de demandas inspiró ánimos de intervención del partido, una medida que podría dañarlo aún más. No es nuevo esto de intervenir el PJ en beneficio de quien gobierna. Néstor Kirchner promovió en 2005 la intervención del PJ Nacional en la figura del legendario Ramón Ruiz, uno de los “Pelados” más vivaces del peronismo (cobró esa changa con una banca de diputado nacional). En mayo de 2018 Luis Barrionuevo fue designado interventor del PJ Nacional. Gobernaba Mauricio Macri que transitaba ya la deriva declinante de su gestión. En los dos casos la justicia electoral argumentó inconsistencias legales que justificaron esas intervenciones, y es inevitable entenderlas como un beneficio para Kirchner, y para Macri en sus relaciones con el peronismo.

Un peronismo dividido como oposición es más débil, y representa un problema tan grave para el sistema como un gobierno débil y desflecado. Es plausible entender la caída de Fernando de la Rúa en 2001 como el efecto de la detención ese año de Carlos Menem. Era presidente del PJ y estuvo preso por la causa Armas. Tener al jefe de la oposición inhabilitado y preso le resta apalancamiento a cualquier oficialismo. De la Rúa le duró 10 días en el cargo con Menem, del 21 de noviembre al 21 de diciembre de ese año.

Axel, modelo para armar

¿Un peronista nace o se hace? Es el dilema de Axel Kicillof, protagonista de la primera batalla interna del peronismo. Por la dimensión del distrito y de la pretensión presidencial del personaje, la pelea con el cristinismo por el control del PJ provincial puede ser la clave del futuro del peronismo. Axel gobierna ya su segundo mandato, le ganó a Vidal y a Milei en tres ocasiones -2019, 2023 y 2025-, no tiene leyenda de corrupto y quiere ser presidente. Los adversarios le reprochan deslealtad hacia su madrina de antaño, Cristina, y los errores cuando era ministro y se complicó con la defensa de la estatización de las acciones de Repsol en YPF que, después de todo, fue aprobada por el Congreso.

Pero no transmite peronismo. Se empeña en cultivarse como tal. Debe haberse convencido ya, en noches de oración, de la Tercera Posición, de que Perón vive, que si Evita viviera sería montonera y otras consignas del palo. Lee a Perón, pero sigue transmitiendo la estampa estudiantil de andar con remera en actos oficiales y retratarse, cuanto más, con las madres, que es un argumento de antaño. Es la contrafigura del peronismo típico del conurbano, especie del género del “homo bonaerensis” que ilustró alguna vez un tratado de antropología peronista: brazos largos que casi se arrastran junto a los zapatos, baja estatura, gesto fiero y afición por pasarse el sábado manguereando el auto y oportunistas para adaptarse rápido a los cambios, en general en favor del ganador. Un Juan José Mussi, por ejemplo, que, siendo el alcalde peronista del conurbano, se decía siempre lejos de encarnarlo con cabalidad. “Soy negro y peronista, me falta ser de Boca -se reía-. Pero soy de San Lorenzo”. Bromeaba sobre una frase publicitaria de una inmobiliaria de la costa. “Soy como la Casa Sauro, más barato imposible”. Debió nacer en la costa litoral, adonde hay peronistas altos y de ojos celestes, como el Lole.

Por qué se pinchan los gobernadores

A Axel le afectan otras vulnerabilidades habituales en los gobernadores argentinos. Sobran los casos de mandatarios locales de asistencia perfecta, pulcritud y eficiencia en el cargo, demostrado por su capacidad de controlar los territorios, reelegir en el cargo y asegurarse herencias leales. Esa expertise aldeana, sin embargo, no se replica cuando tiene que abordar la agenda nacional. La ficción contable que es “la Nación” es para ellos un misterio cuando se complican en una aventura nacional. Les pasó a leyendas de la política -Angeloz, De la Sota, Schiaretti, Reutemann, los mendocinos, todos de cuello largo, postura vertical, y graznido fuerte (como los gansos, que todos lo son, fueran peronistas, radicales o conservadores), pero ninguno tuvo éxito en la nacional, salvo José Bordón, que en realidad es santafesino.

Lo primero que tiene que hacer un bonaerense, aunque haya sido gobernador, es buscar la simpatía del peronismo del interior, en donde odian al peronista del AMBA y, en lo psíquico, deben superar ese bloqueo para entender lo nacional. Lo mismo que su contrincante Máximo Kirchner, que nunca gobernó un territorio, es diputado por ser el hijo de, y actúa cuanto más como un vocero, una especie de Adorni, una máscara del poder, pero máscara al fin.

Para quién es este Presupuesto

El Presupuesto que celebra el Gobierno como histórico es otro modelo de contabilidad creativa. Los indicadores desajustados a la realidad, que son una invitación a la reasignación de partidas, algo que hará el Gobierno en uso de los superpoderes que le da el nuevo texto. Y, claro, por encima de la pretensión del déficit cero. Falta la plata para financiar la ratificación de las emergencias de discapacidad y de universidades, que quedaron en pie al derogarse en Diputados el Cap. 11.

En esos cálculos imaginativos, no se ha incluido el costo final de la reforma laboral que pretende discutir el Gobierno en febrero próximo. Según el cálculo más pesimista, ese costo puede llegar a los USD 12.000 millones, según el senador opositor Jorge Capitanich. ¿Cuál es el plan del Gobierno? ¿Este presupuesto al que hay que darle ahora nuevo financiamiento, o el proyecto de reforma laboral por el que prometen dar la vida? ¿Para quién se hace un presupuesto así? El Gobierno dice que se lo piden los acreedores, el FMI y Estados Unidos. Pero esos saben mejor que nadie cómo se gestó.

La inocencia de las palabras

En estas horas, el filólogo español Darío Villanueva, que presidió la Real Academia, ha advertido sobre el error generalizado de “pensar que las palabras son culpables de los errores, defectos y maldades, cuando es exactamente al revés, esas realidades existen y luego reciben palabras que las designan”.

La mensajería oficialista se deja seducir por la posibilidad de instalar un relato en donde las palabras controlan los objetos. Festejan si el público adopta términos como “casta” o “déficit cero” como si fueran consignas mágicas. Es la consecuencia de seguir a tardo-estructuralistas mal traducidos que descubrieron desde Suiza, Italia o Portugal al peronismo de indias y la demagogia en el país que inventó el peronismo.

Villanueva, que conoce bien la Argentina, ha recordado que “En la campaña electoral del anterior presidente de la República Argentina, uno de los temas centrales fue el uso de la letra e para neutralizar la o y la a como morfemas de los dos géneros. La campaña se convirtió en un estandarte, de una manera extraordinariamente agresiva: argentines, todes, etcétera. Ese señor ahora no es presidente de Argentina y está incurso en un proceso judicial por violencia de género. Y pregunto: ¿Qué es más importante esto segundo o lo primero? ¿La conducta o la letra? Evidentemente es más importante la conducta“. (reportaje de Marisa Gallero en “El Debate”, Madrid, 28 de diciembre de 2025)

Fuente: www.clarin.com

Artículos Relacionados

Volver al botón superior