Desmond Doss, el héroe de la Segunda Guerra Mundial que no disparó ni una sola bala

“No matarás”. La sentencia milenaria marcó a Desmond Doss, quien desde pequeño tuvo una fuerte educación religiosa. Es que sus padres, Tom y Bertha, lo criaron en sintonía con las creencias de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Nacido en 1919 en la ciudad estadounidense de Lynchburg, Virginia, Doss mostró un carácter reflexivo desde una edad temprana. Entre las anécdotas de su niñez, se conoce que una vez observó un enorme cuadro que su padre había comprado, el cual fue motivo de escándalo.
En la obra aparecían coloridas ilustraciones que versaban sobre los diez mandamientos. Una de ellas, junto a la ley religiosa que prohíbe el asesinato, estaba retratado Caín. El hijo de Adán y Eva, conocido por haber matado a Abel, su hermano menor, inquietó al pequeño aquel día.
“¿Por qué Caín mató a Abel? ¿Cómo demonios podía un hermano hacer tal cosa? Si me amas, no matarás”, expresó indignado el niño Desmond, que en su familia era el hermano del medio. Audrey Millner fue su hermana mayor, y Harold Doss el menor. Este último también sirvió a las fuerzas armadas, llegando a ser miembro de la tripulación del USS Lindsey.
Las burlas de los compañeros en el cuartel
Doss aceptó ser reclutado en las filas militares aliadas durante la primavera de 1942. Transcurría la Segunda Guerra Mundial (1939-45), y quería ponerse al servicio de su país, pero sin renunciar a los preceptos aprendidos de la Biblia. No iba a ir a la contienda a disparar, sino a salvar vidas.
Doss se alistó en el Ejército con la condición de no usar un arma. Foto: Army Reserve Medical CommandY así fue. Participó del escenario bélico sin portar armas. Pero antes debió ser entrenado a base de disciplina y, desafortunadamente, maltratos.
Es que durante su formación en los campos de adiestramiento marcial en Fort Jackson, Carolina del Sur, hubo oficiales que le hicieron pasar malos momentos. “Cuando entremos en combate, me aseguraré de que no regreses con vida” y “flacucho de voz suave”, fueron algunas de las cosas que tuvo que escuchar por parte de ciertos superiores.
Doss se registró como objetor de conciencia y en ninguna circunstancia dejó de rezar, algo que lo hizo razón de burla entre sus compañeros. Algunos hasta le lanzaban botas, entre otras cosas, mientras Desmond oraba junto a su cama.
Pero su fe –que reconoce al sábado como día de descanso- estaba acompañada de un fuerte propósito al que no iba a renunciar fácilmente. Deseaba convertirse en un soldado modelo, algo que definitivamente logró cuatro meses después de ser evacuado del campo de batalla.
“Doss encontró un atajo que le permitió congeniar sus dos grandes objetivos”, sintetizó la periodista Silvia Fesquet en una nota publicada tiempo atrás en este mismo diario. Y efectivamente, Desmond lo logró. Aunque previo al agradecimiento especial por sus tareas debió atravesar las adversidades y los sangrientos climas de guerra.
El rescate de casi cien soldados en la batalla de Okinawa
Su preparación castrense en combinación con la moral a la que se negaba a renunciar, lo llevaron a ser parte del cuerpo médico de la 77 División de Infantería. El destino: la isla de Guam, ubicada entre Japón y Australia.
Este territorio -perteneciente al archipiélago de las Islas Marianas- fue disputado con Japón. El por entonces Imperio japonés poseía el dominio de Guam desde 1941, año en que invadió y conquistó la isla controlada por Estados Unidos.
Doss llegó a la isla del Océano Pacífico en julio de 1944 y, junto al resto de las unidades, consiguieron la ansiada reconquista para el país de América del Norte. En aquella etapa, socorrió a varios militares, por lo que recibió la medalla Estrella de Bronce, que se entregaba a personas distinguidas por su heroísmo.
En Okinawa, el joven salvó a 75 personas. Foto: Army Reserve Medical CommandSin embargo, la situación más memorable se registró en Okinawa, en el archipiélago de las Islas Ryukyu, durante el mes en el que se le puso fin al nazismo. En mayo de 1945, el batallón del que formaba parte el joven de 26 años, luchó contra una posición japonesa en lo alto de un acantilado. Los nipones se rendirían formalmente el 2 de septiembre, dando cierre a la Segunda Guerra Mundial.
El fuego cruzado en la elevación rocosa llamada Escarpa de Maeda, derribó a varios marines. Y Doss, que estaba desarmado, no lo dudó ni un minuto: envuelto en un aire contaminado de muerte, se dirigió rápidamente a rescatar a sus compatriotas heridos.
El adventista del séptimo día los fue llevando uno a uno al borde de la ladera, y los bajó de la cima (estaba a más de 120 metros de altura) desde con una camilla sujetada por cuerdas.
Mientras los otros se escondían en los pocos recovecos disponibles, la valentía del muchacho le salvó la vida a 75 soldados. Fueron afortunados pues siguieron respirando por los hombros y el esbelto pero energético cuerpo del férreo creyente, destacado por su humildad: siempre dijo que el número de salvados fue 50, pero el cuerpo al que perteneció vio muchos más.
Los días siguientes Doss continuó con las tareas de rescate. El peligro, como no podía ser de otra forma, le impactó de golpe y terminó herido por el estallido de una granada. Uno de los fragmentos del explosivo se clavó en una de sus piernas, por lo que un francotirador lo alcanzó y le dio en el brazo.
Con tales lastimaduras, Doss priorizó la salud de uno de sus compañeros. Estaba a punto de ser trasladado en una camilla, cuando indicó que había alguien con heridas aun más graves. Así fue como, con el brazo lastimado –lo entablilló con un fusil encontrado en el campo de batalla-, se arrastró hasta el hospital del campamento él solo.
Alcanzar la gloria con la misericordia como bandera
El 12 de octubre de 1945 Desmond Doss tuvo su gran reconocimiento social, de parte de nada menos que el presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman. El mandatario demócrata, en nombre del Congreso, le entregó la Medalla de Honor, el máximo galardón que puede recibir un miembro de las fuerzas armadas en aquel país.
Sus acciones ejemplares –que llevaron a que el tramo de una autopista lleve su nombre- se vieron enarboladas en el jardín de la Casa Blanca, en Washington D.C.
Allí, Truman le manifestó su orgullo y le dijo una frase que quedó para la historia: “Realmente te lo mereces. Considero que esto es un honor mayor que ser presidente“.
Doss fue el primer objetor de conciencia condecorado en Estados Unidos. Foto: Army Reserve Medical CommandDe esta manera, se convirtió en el primer objetor de conciencia en ser condecorado en la nación norteamericana. Lejos del chauvinismo (forma de llamar al patriotismo exacerbado, originada a comienzos del siglo XIX en base a Nicolás Chauvin, un soldado napoleónico imaginario), Doss mantuvo firmes los principios de su religión.
Pasada la gloria, continuó fiel a su dogma, el cual siguió ponderando públicamente: “Todo lo que quisieras que te hicieran los hombres, hazlo así con ellos”, decía citando el versículo Mateo 7:12, conocido como la “Regla de Oro”.
Si bien es cuestionable qué tan pacifista se puede ser en una guerra, Fred Headrick, uno de los que combatió codo a codo en Okinawa, dijo sobre Doss a NBC News: “La mayoría de todos ellos (soldados condecorados con la Medalla de Honor) recibieron su medalla por matar a alguien. Mi amigo recibió la suya por haber salvado vidas”.
Desmond Doss, una madera como pocas
Desmond optó por el matrimonio por segunda vez en 1993, con Frances Duman, dos años después del fallecimiento de su primera esposa Dorothy Schutte. La mujer con la que se había casado en 1942 (y con quien tuvo a su hijo Desmond “Tommy” Doss Jr) sufrió un accidente automovilístico letal.
Para cuando se retiró del ejército en 1976, Doss alcanzó el rango de Cabo. A comienzos de tal década estaba sordo, pero en 1988 recuperó la funcionalidad del oído por medio de un implante coclear.
Su historia se llevó a la pantalla grande con la película bélica “Hasta el último hombre”, dirigida por Mel Gibson y protagonizada por Andrew Garfield. El nombre original del largometraje es Hacksaw ridge, en referencia al lugar donde el soldado salvó a decenas de compañeros.
Mel Gibson definió a Doss como un “verdadero superhéroe”. Foto ArchivoEl médico de combate dedicó hasta sus últimas energías a su Iglesia. Falleció a los 87 años el 23 de marzo de 2006 por complicaciones respiratorias. Ya contaba con un pulmón menos, producto de los años de hospitalización ante una tuberculosis que contrajo poco antes de regresar del Pacífico.
A pesar del carácter que lo ubicó fuera de la norma, padeció las cicatrices igual que el resto. “¿Cómo puede terminar la guerra si te falta un brazo o un ojo? ¿Cómo se identifica tu familia cuando te envían al extranjero y regresas en silla de ruedas? Simplemente nunca termina”, dijo de forma general Desmond Jr., el hijo de Doss, a People en 2022.
Sus restos descansan en el Cementerio Nacional de Chattanooga, en el estado de Tennessee, pero su comportamiento excepcional dejó una biografía única. Es que, como dice uno de los aforismos del escritor argentino José Narosky, “muchos son el barniz, pocos son la madera”.
Fuente: www.clarin.com



