Cristina y Kicillof juegan a la interna mientras Milei festeja un nuevo crédito


Lo anticipó Clarín, días antes de la elección nacional. Tanto Cristina Kirchner como Axel Kicillof preparaban su propio relato por si el resultado en la provincia de Buenos Aires no era el 26 de octubre tan auspicioso como el 7 de septiembre. La hipótesis más consolidada, en base a las encuestas, hablaba de un triunfo acotado, lejos de los 14 puntos de distancia del comicio local.

Con distintos argumentos, la expresidenta y el gobernador intentarían explicar por qué habían cambiado los números. Básicamente, culparían al otro. Pero lo que se suponía una victoria más estrecha terminó en derrota y desató una pelea de final inesperado.

El primer análisis dejó a Cristina mejor parada. Ella había sugerido no desdoblar las elecciones y, con el resultado puesto, insistió con que el triunfo en septiembre había servido para despertar a los votantes mileístas y le había dado margen al Gobierno para recuperarse.

Kicillof, aunque mantuvo su apoyo al desdoblamiento, sintió el impacto. La misma noche del 26 mencionó a la exmandataria, a quien venía ignorando en sus últimos discursos. Y más: lo que parecía una candidatura presidencial cantada si se repetía la victoria, entró en zona de debate permanente otra vez.

Lo que vino después fue previsible. Con la pelea a cielo abierto, al gobernador se le complicó el panorama de la gestión. No es nuevo pero vale recordarlo: Kicillof tiene los recursos limitados no sólo por el fuego ajeno (Milei/Gobierno nacional), sino también por el fuego amigo (La Cámpora/Legislatura bonaerense).

Este lunes, la interna quedó expuesta. El gobernador fue a un acto en Quilmes y la intendenta camporista, Mayra Mendoza, no sólo pegó el faltazo sino que avisó que adoptaría una postura de “oposición responsable” por la restricción de obras en su distrito. Aclaración: no se refería a Milei, se refería a Kicillof.

Tampoco debería sorprender demasiado. Durante el Gobierno de Alberto Fernández, el kirchnerismo duro, en aquel entonces con Máximo Kirchner a la cabeza, se opuso al acuerdo con el FMI que el Presidente consideraba imprescindible para no volver a caer en default. Ahora la amenaza camporista es no aprobar el presupuesto del gobernador ni su necesidad de financiamiento.

Se repite en ambas experiencias un dato central. Aunque despotrican contra sus políticas y maneras de gestionar, los cristinistas/camporistas siguen aferrados a sus cargos. Pasó con Alberto y pasa con Kicillof. ¿El gobernador habrá tomado nota de cómo terminó aquella experiencia?

Mientras esta disputa interna consume energías y aleja a los dirigentes de las demandas de la gente, Javier Milei toma aire. En la economía y en la política. Como contó este diario, en noviembre repuntó un dato que es clave para la gestión libertaria: las expectativas económicas. Podemos estar mal, pero vamos bien.

Es el índice que, entre fines de 2017 y principios de 2018 comenzó a caer y, en un punto, adelantó lo que terminaría ocurriendo con el gobierno de Mauricio Macri.

El repunte en los sondeos también alcanza a la imagen personal del Presidente. Pero con matices que parecen abonar otra hipótesis: el apoyo al oficialismo en las elecciones fue un crédito de corto/mediano plazo más que un cheque en blanco.

A su manera, volvió a concentrarse el voto anti K en torno a la figura de Milei. Pero sigue conviviendo con un rechazo muy intenso a todo lo que venga del mundo libertario. Un techo que condiciona todos los pasos del Presidente.

Fuente: www.clarin.com

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