Karina Milei evalúa otro avance, los Menem traman una venganza y Diego Santilli prueba ácido

Cuando vibró su celular, el gobernador -uno de los que comanda una de las cinco provincias más grandes- estaba reunido en su despacho con un grupo de asesores. El mandatario miró la pantalla del aparato, vio que se trataba de una llamada y no de un mensaje, y giró el teléfono para mostrar quién lo requería. Los colaboradores leyeron el nombre de Diego Santilli, pero su jefe manipulaba el aparato y no respondía. “¿No lo vas a atender?”, preguntó uno de ellos. El gobernador los miró con cierta arrogancia: “Sí, pero que me llame de nuevo más tarde. No tiene nada para ofrecernos”.
Santilli juró el miércoles como ministro del Interior. Tendrá que librar decenas de batallas, no solo con dirigentes de otro signo político con los que ya se sienta a negociar desde la distribución de impuestos hasta el tratamiento de leyes clave, como la reforma laboral y la tributaria. El día de la asunción casi se atraganta con el desayuno cuando le dijeron que en el Boletín Oficial se había publicado que el control de la Dirección Nacional de Migraciones y la administración de Registro Nacional de las Personas pasaban de Interior al Ministerio de Seguridad, lo que implicaba un recorte de sus atribuciones. Fue el primer malestar que debió atravesar desde su arribo formal al mundo libertario. Acaso haya recordado la advertencia que le hizo un viejo conocido al que llamó para contarle la buena nueva: “¿Pero vos sabés dónde te estás metiendo?”
El flamante ministro, preocupado por el decreto publicado, se reunió con Karina Milei antes de la ceremonia de jura. “Quedate tranquilo, fue un error”, le dijo la hermanísima. ¿Un error o una maldad? ¿de quién? En la Casa Rosada se tejían distintas hipótesis. Nadie, al cabo, supo explicar con certeza qué había ocurrido. Karina le aseguró a Santilli que le devolverían el control del Renaper y, quizá, de los pasos fronterizos, que por ahora permanecen en manos del ministerio de Seguridad. El viernes también le informaron que tendrá el control de la secretaría de Deportes, que estaba en poder de Daniel Scioli. “Fue una prueba de ácido para el Colo antes de darle la bienvenida. No vaya a ser cosa que se la crea”, explicó uno de los funcionarios karinistas que participó de la jura en el Salón Blanco.
Martín Menem, Manuel Adorni y Karina Milei, ejes del poder libertario.El acto permitió asomarse al nuevo escenario interno, al de la reconfiguración del poder en el Gobierno pos elecciones. Manuel Adorni aparecía en primer plano, lo mismo que los Menem, Martín y Eduardo. Los tres son incondicionales de Karina. En cambio, Santiago Caputo lucía con un perfil más bajo. Karina volvió a saludarlo delante de todos, lo que derivó en un comentario por lo bajo de varios integrantes del Gabinete: ¿No se habían visto antes? Eran las tres de la tarde. Hasta hace algún tiempo casi que compartían oficina y se cruzaban todo el tiempo. Hoy se hablan lo justo y necesario. “Estoy ajeno a mis sentimientos”, le han oído al joven Caputo.
El Triángulo de Hierro pasó a mejor vida. Milei aparece en la cúspide de La Libertad Avanza y, debajo, su hermana. Debajo o a la par, según quién lo analice. Entre los hermanos y el resto hay un océano. El círculo presidencial se reconfiguró en varias oportunidades desde el 10 de diciembre de 2023. Esta vez, Karina estiró sus brazos hasta un lugar al que no había accedido nunca: la jefatura de Gabinete. El nombre de Adorni comenzó a analizarse desde su victoria de mayo en tierra porteña.
Ella fue determinante para que Caputo se quedara sin nada en el reparto del nuevo Gabinete. Ni jefatura de Gabinete ni Cancillería ni superministerio. Sin nada, de todos modos, es un decir: el gurú conserva enormes cuotas de poder, que van desde la SIDE hasta el manejo de ARCA, entre otras secretarías y organismos importantísimos. Hacia allí podría apuntar ahora la cada vez más voraz hermana del jefe de Estado.
El primer gesto concreto de la etapa que se acaba de inaugurar fue el freno que hubo en la salida de Mariano Cúneo Libarona para evitar el ascenso de Sebastián Amerio, su segundo. El propio ministro de Justicia había anunciado su salida para el lunes posterior a las elecciones. “Vos no te podés ir. Quedate unos meses. Te lo estamos pidiendo como favor”, le dijeron los hermanos. “Me quedo porque los quiero”, les dedicó el ministro, que ya tenía planificado un viaje de placer al exterior. El segundo gesto de autoridad karinista fue la designación de Santilli. Ese domingo el diputado manejaba en la ruta cuando lo llamó Milei para ofrecerle el puesto. Lo acordaron enseguida. Pero antes de cortar, Milei le dijo: “Pará que te quieren hablar”. Era Karina.
Luis Petri y Cuneo Libarona, en la Casa Rosada. Foto: Maxi Failla.Los cambios que estaría estudiando Karina podrían ser más drásticos. Se desconoce si serán inminentes. Los Menem insisten ante la secretaria general que debe encarar una reestructuración en la SIDE y en otras áreas que están en manos de Caputo. A Lule lo invade un ánimo de venganza. Dice tener pruebas de que el caputismo estuvo detrás de las denuncias contra ellos. El presidente de la Cámara de Diputados, que hoy tiene el camino allanado para su reelección (cosa que estaba en duda hasta las elecciones) sostiene lo mismo. Los miembros del Gabinete más cautos toman distancia, aunque asumen que no es posible gestionar con dos bandos enfrentados. Caputo es, para Milei, una especie de cerebro mágico que explica el fenómeno libertario y que edifica estrategias electorales exitosas.
A Lule, ambicioso como todo Menem, no lo detiene ni la reaparición de Diego Spagnuolo, el ex funcionario cuya voz irrumpió en una serie de audios que alertaron, durante el proceso electoral, sobre un circuito de coimas por parte de los laboratorios -en especial de Suizo Argentina- que pasaban por Menem y que luego, presumiblemente, subían hasta la hermanísima. En campaña, las redes sociales se popularizaron distintos videos en el que usuarios de trenes y colectivos cantaban contra ella, con alusiones al 3 por ciento que, supuestamente, recibía de sobornos. Dicen que Karina sufrió mucho, como nunca, y que esas heridas se mantienen abiertas.
Habrá que ver cómo evoluciona el caso en la Justicia. El levantamiento del secreto de sumario y la filtración de imágenes y chats tuvieron el efecto de una bomba. El fiscal Franco Piccardi pidió la detención del ex jefe de la Agencia Nacional de Discapacidad y de otras cuatro personas tras detectar graves hechos de corrupción que, dijo, terminaban en funcionarios públicos. Piccardi afirma que Spagnuolo “permitió, consintió y supervisó” el direccionamiento para que determinadas droguerías sean las beneficiadas y ganaran millones de pesos en el corto plazo y con elevados sobreprecios.
Diego Spagnuolo, Lule Menem y Karina Milei, antes del escándalo.La vuelta del apellido Spagnuolo a los diarios opacó, al final de la semana, un momento casi idílico para la Casa Rosada, impensable hace menos de un mes. El Gobierno acaba de cerrar un acuerdo comercial con Estados Unidos, los bonos y las acciones suben, el riesgo país cae, el dólar se mantiene en niveles que no alteran al mercado y la oposición política -que va desde Cristina Kirchner y Axel Kicillof hasta los gobernadores de Provicias Unidas-, ha dejado de atacar para enfrascarse en sus propias peleas o disidencias sobre cómo hay que pararse frente a La Libertad Avanza.
En el mientras tanto, el oficialismo apura un paquete de leyes en el Congreso con eje en la reforma laboral que, de todas las iniciativas, se presenta como la de mayor controversia, aunque, según los mileístas, podría ayudar al despegue de la economía. A contramano de lo que se viene diciendo, la reforma está lista. Guardada bajo siete llaves, pero lista. Esa es parte de la pulseada con las provincias. Los ministros y diputados oficialistas piden un apoyo a ciegas con la promesa de que habrá recursos y un mejor trato con las provincias. La mayoría quiere ver para creer.
“¿O seguirá el método de la imposición que solo nos ofrece levantar la mano para decir que sí?”, se pregunta uno de los gobernadores más respetados por sus pares. La liga de mandatarios está ligeramente confiada, pero en alerta. Salvo los kirchneristas, todos quieren colaborar. Dicen, incluso, que es el momento para cambios audaces que ayuden al crecimiento del país. Esperan un gesto del Presidente. Un gesto magnánimo. No es, en principio, lo que mejor le sale a Milei.
Fuente: www.clarin.com



