Probamos Ghost of Yōtei: la secuela que lleva el legado samurái a su punto más alto en PlayStation 5

Cinco años después de Ghost of Tsushima, Sucker Punch Productions regresa con una entrega que redefine el estándar de las aventuras samurái. Ghost of Yōtei no solo honra la esencia de su predecesor, sino que la expande en todas las direcciones posibles: narrativa, diseño de mundo y combate.

Es tal el salto cualitativo de este videojuego exclusivo que supone un punto de madurez técnica para la consola PlayStation 5, que lleva ya cinco años de vida, y una artística difícil de superar. Todo esto queda bien en claro en los primeros minutos de esta aventura de acción que tiene a la venganza como hilo conductor.

La historia abandona la invasión mongola de la primera entrega y avanza más de tres siglos, hacia el Japón del período Edo. El protagonista ya no es Jin Sakai, sino que se trata de Atsu, una guerrera marcada por la tragedia que emprende una cruzada contra los “Yōtei Six”, una grupo de señores y mercenarios responsables del asesinato de su familia.

De la redención a la venganza

Atsu, la protagonista de Ghost of Yotei.Atsu, la protagonista de Ghost of Yotei.

Interpretada por Erika Ishii, Atsu es un personaje complejo y contradictorio. Su viaje de venganza la enfrenta con los mismos valores que desprecia: la jerarquía samurái, el honor, la disciplina. Pero también le da la oportunidad de construir una nueva familia simbólica con un grupo de aliados que acompaña sus misiones y que incluso se traduce en mecánicas jugables.

Mientras Ghost of Tsushima exploraba el honor y la identidad de un samurái que debía romper sus códigos para salvar su tierra, Yōtei se sumerge en una narrativa de venganza más visceral. Atsu no busca redención, busca justicia por su cuenta. En ese sentido, la narrativa tiene muchos puntos en común con las películas de la franquicia Kill Bill.

Esta vez, el enemigo no viene del extranjero, el conflicto se gesta dentro del propio Japón, atravesado por tensiones entre campesinos, samuráis y ronin. Esa mirada da pie sirve para construir una historia más humana y política, centrada en las fracturas sociales que definen la isla de Ezo, escenario principal del juego.

Por otro lado, el juego alterna entre presente y pasado con un sistema fluido que aprovecha todo el poder de PlayStation 5: en ciertos lugares, el jugador puede presionar el panel táctil del DualSense para revivir recuerdos de la infancia de Atsu. Este recurso, más allá del efecto técnico, fortalece la empatía con la protagonista y profundiza el peso emocional de su cruzada.

Un mundo abierto que se siente más vivo

Los viajeros aleatorios pueden aportar información valiosa para completar el juego. Los viajeros aleatorios pueden aportar información valiosa para completar el juego.

El cambio más notorio respecto de Tsushima está en la exploración. Ghost of Yōtei abandona el mapa plagado de íconos y apuesta por una inmersión orgánica. En total, está compuesto por seis regiones que albergan eventos aleatorios, personajes y campamentos que aparecen de la nada, como así también animales típicos de la fauna japonesa que guían hacia misiones ocultas.

El resultado es un mundo que respira, que se siente vivo al estilo de Red Dead Redemption 2, las rutas entre misiones principales están repletas de encuentros espontáneos.

Desde campesinos que piden ayuda hasta viajeros que comparten historias junto al fuego, el juego logra algo que pocos títulos de mundo abierto consiguen: sorprender sin sobrecargar. Un claro ejemplo de esto es la falta de un botón para pasar por alto este tipo de escenas.

Combate y maestría técnica

El sistema de combate es uno de los mayores logros del juego. La mecánica de “posturas” de Tsushima fue reemplazada por un enfoque basado en armas: katana, odachi, lanza yari y kusarigama, entre otras. Cada estilo tiene ventajas frente a ciertos enemigos, lo que obliga a cambiar constantemente de táctica.

Las animaciones, los sonidos del acero y el impacto visual de los enfrentamientos hacen que cada duelo sea un espectáculo cinematográfico. La implementación de técnicas especiales, como “Onryo’s Howl” —una secuencia en blanco y negro que culmina en un golpe letal—, combina precisión técnica con dramatismo visual.

En términos de rendimiento, Ghost of Yōtei mantiene 60 cuadros por segundo estables, incluso en los entornos más exigentes. Los modos de calidad y rendimiento están optimizados para PS5, y los efectos de luz, reflejos y sombras muestran una evolución evidente frente a su antecesor.

La belleza como bandera

Ghost of Yotei.Ghost of Yotei.

Si Ghost of Tsushima ya era un homenaje a Akira Kurosawa, Yōtei amplifica esa sensibilidad estética. La recreación de la isla de Ezo es un poema visual: campos de peonías movidos por el viento, lagos cubiertos de pétalos, bosques nevados que crujen bajo los pasos del caballo.

El nuevo “modo Kurosawa” conserva el blanco y negro cinematográfico, pero se suman otros filtros inspirados en directores japoneses como Takashi Miike y Shinichirō Watanabe, cada uno con su propio tono visual y sonoro. Es un tributo al cine japonés tanto como una carta de amor al arte del videojuego.

En 2020, Jason Connell, director artístico de Ghost of Tsushima, decía a Clarín: “Queríamos elaborar un Japón feudal que tuviera un increíble sentido de la belleza, que pudieras perderte en él y disfrutar la naturaleza y la luz”.

Cinco años después, ese deseo alcanza su forma definitiva. Ghost of Yōtei no solo reafirma esa belleza, sino que la transforma en narrativa, jugabilidad y emoción. Una nueva carta de amor que reivindica el genero de los samurái, y un recordatorio de por qué los videojuegos también son obras de arte.

La reseña fue realizada en una consola PlayStation 5.

Fuente: www.clarin.com

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