La odisea de un padre que viajó desde Washington por la muerte de su hija, que cayó desde un segundo piso en San Telmo: denuncia un femicidio

Pablo López se dedica a la publicidad. Es de Cochabamba, Bolivia, pero el fin de semana estaba en los Estados Unidos. El sábado aterrizaba en Washington y lo ajetreaba, además del viaje que estaba por finalizar, la relación con su hija Matilda, de 18 años, que estaba en Buenos Aires. Esa tarde-noche, ella le pidió plata para poder comprar entradas para la fiesta Bresh. Fue el último contacto que tuvo con su padre. Horas más tarde, Pablo tuvo que viajar, pero para pedir justicia: Matilda cayó en la madrugada del domingo desde un segundo piso. Ya desde la Argentina, Pablo (58) acusa de femicidio a la pareja de su hija: asegura que la arrojó al vacío.
“Siempre le hablé de Buenos Aires, porque yo también me formé acá. Ella amaba todo lo que viniera de Argentina y me pidió que le permitiera venir a estudiar Diseño de Imagen y Sonido”, comienza el relato de Pablo López al referirse a su hija, Matilda Lily López Sanzetenea. En diálogo con Clarín, considera una ironía que la ciudad porteña, el anhelo de su hija de 18 años, se haya convertido en el escenario de la peor de sus noticias. Se le quiebra la voz al recordar que ya le había advertido sobre su pareja, un joven boliviano de su misma edad, que no era de su agrado por el trato que tenía hacia ella.
“El chico es argentino de nacimiento, pero Matilda lo conoció en Bolivia. Él vivía en Tarija, otra ciudad boliviana, y se cruzaron en un evento estudiantil hace aproximadamente un año. Después volvieron a encontrarse en la Argentina. El pibe era un tóxico tremendo, y yo le desaconsejé a mi hija esa relación. Lo hablamos varias veces… El pibe era muy jodido, muy tóxico. Es muy difícil que hoy los chicos te hagan caso”, cuenta ante este medio, con rodeos, antes de llegar al fatal suceso ocurrido entre la noche del sábado y la madrugada del domingo, según se intenta precisar.
El sábado por la tarde-noche, Pablo intercambió algunos mensajes con su hija. Desde febrero, ella vivía sola en Buenos Aires, donde él le había conseguido alojamiento en una pensión estudiantil de Recoleta para que cursara en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Pero recuerda que a Matilda no le gustó y que, con el tiempo, se mudó a otra pensión en la zona de Córdoba y Callao, y luego a una tercera, en Defensa al 300, San Telmo. Desde allí le escribió el sábado para contarle cómo iban las cosas y pedirle dinero para comprar entradas para la Bresh, la popular fiesta porteña a la que, según le dijo, iría con amigas.
Pablo López y sus dos hijos: Matilda y Oliverio, quien viajó desde Montevideo para estar en los últimos momentos de vida de ella.“Es muy difícil que los chicos te hagan caso”, se remuerde Pablo mientras rememora. Y entonces comienza a hilar el contexto: “La perseguía hasta la facultad, le controlaba el celular para saber si se hablaba con otros chicos. Cuando peleaban, él cortaba el acceso a la cuenta de banco que compartían. No la dejaba hablar con las amigas… Absolutas alarmas por todos lados”.
Y entonces la voz vuelve a cortarse. Luego de un silencio, añade: “Hace dos semanas le dije ‘Mati: por favor, tenés que terminar esa relación, porque si hoy te sigue hasta la facultad, mañana te voy a tener que ir a buscar a una puta morgue. Y no quiero'”.
“Y, mirá, boludo, ahora está en una morgue”.
El sábado por la noche, Matilda dejó de responder los mensajes de su padre, que pronto dejaron de llegarle. Lo mismo ocurrió el domingo, cuando Pablo ya estaba en Washington. Tampoco le respondían las amigas de su hija.
Todo sucedió horas más tarde. Según el parte policial de la Comisaría Vecinal 1D, a las 00.19 del domingo 2 de noviembre, Matilda Lily López Sanzetenea, nacida el 12 de julio del 2007, cayó desde un balcón del departamento N° 2 del segundo piso del edificio de Defensa 323. No estaba en la Bresh, que se realizaba en GEBA, sino en San Telmo. Vecinos del edificio informaron a los agentes policiales que intervinieron tras el hecho que Matilda había discutido horas antes con su pareja y que, en ese contexto, cayó desde el balcón.
La trasladaron al Hospital Argerich, en La Boca. Llegó muy malherida, con politraumatismos craneales, y fue intervenida quirúrgicamente para intentar frenar una hemorragia en la cabeza. Pablo precisa: “No respondió bien y murió el lunes por la madrugada, cuando yo ya estaba de viaje. La mantuvieron con vida mientras mi otro hijo, Oliverio (medio hermano de Matilda), viajaba desde Montevideo para despedirse de ella. No pudo esperarme”.
Matilda López con su torta por su cumpleaños número 18.Cuando Pablo llegó a Buenos Aires desde Washington, la mala noticia ya le había sido confirmada: “El lunes envié a un amigo a la residencia para que averiguara qué pasaba. Me dijeron que había ocurrido algo, pero no exactamente qué, solo que se trataba de un accidente. Nadie quería decirme lo grave que era mientras yo viajaba de urgencia”.
La Policía caratuló el caso como “tentativa de homicidio”. En el apartado sobre el imputado se detalla: Nahuel Castillo C., también de 18 años, con domicilio en la calle Cochabamba al 1700. Una triste coincidencia: el acusado de matar a Matilda, la joven de Cochabamba, vive en la calle Cochabamba.
Por el momento no se conocen más detalles del caso, que está bajo investigación del Juzgado Criminal y Correccional N° 5, a cargo del juez Manuel Arturo De Campos y la secretaria Tamara García.
“Me enteré tarde y no lo había pensado antes, pero Matilda estaba conviviendo con su pareja en ese lugar. Yo entiendo que lo hacía bajo coacción, porque el encargado de la pensión me contó que ella pagaba casi todo el alojamiento, que lo mantenía y que discutían casi siempre”, continúa lamentándose Pablo en diálogo con Clarín.
La despedida de una de las amigas de Matilda, en redes sociales.Y añade sobre su hija: “Era una cinéfila notoria: sabía sobre muchísimas películas. Una escritora increíble, fanática de Alejandra Pizarnik y de Paul Thomas Anderson. Amaba los animales, y en particular los gatos. ¡Una niña de 18 años!”.
“Desde hoy voy a verte en todas partes. En las flores, en las mariposas, en los gatitos. Todos llevan algo tuyo. Y yo también soy mejor. Me hiciste bien. Este mundo entero es mejor porque tú llegaste a él, aunque sea por un ratito“, se lee en el obituario que escribió Pablo para su hija.
Fuente: www.clarin.com



