Milei construyó su milagro electoral y descolocó al kirchnerismo


Javier Milei jamás habrá imaginado qué con aquel espectáculo de rock del 6 de octubre en el Movistar Arena, del cual fue protagonista excluyente, estaba anticipando en contra de la opinión mayoritaria su notable victoria en las legislativas. Aquella noche, de manera casi inadvertida, presentó un libro que tituló “La construcción de un milagro” en referencia a su gestión. Ese milagro lo consumó veinte días más tarde con una elección en la cual el gobierno libertario se impuso en 14 provincias. Incluida Buenos Aires donde el 7 de septiembre había sufrido una debacle frente al kirchnerismo.

El Presidente ingresó, de ese modo, en la galería de exclusivos que han logrado ganar una elección intermedia en el recorrido democrático desde la gran crisis del 2001. Néstor Kirchner lo logró en el 2005. Mauricio Macri en el 2017. Para todos los demás, contando a Cristina Fernández, mandataria ocho años, esa prueba resultó siempre un sinsabor.

Los libertarios emularon también al macrismo al apropiarse de toda la franja central del país. Los distritos electorales más grandes y de potencial económico. Buenos Aires, Ciudad, Santa Fé Córdoba y Mendoza. Ese raid significó un duro golpe para aquellos gobernadores que habían ensayado un intento de camino intermedio. Quedaron al margen el cordobés Martín Llaryora y el santafecino Maximiliano Pullaro.

En la estrategia de Milei puede descubrirse un acierto determinante. Su apuesta a la polarización rindió tributo. En el principal distrito electoral los libertarios y el kirchnerismo se repartieron más del 80% de los votos emitidos. En ese terreno le ganó la pulseada a la oposición por un argumento clave. La sociedad prefirió renovar una apuesta al oficialismo, más allá de costos y padecimientos, que revivir un pasado al que no estaría dispuesta a regresar.

En ese campo la principal oposición hizo todo lo posible para ayudarlo. Siguió comportándose como si no hubiera estado en el poder hace apenas dos años. Fue imposible escuchar una sola autocrítica. Bombardeó o ignoró dos de los objetivos económicos logrados por Milei que han permeado en el colectivo. La lucha contra la inflación (211% anual dejado por el kirchnerismo) y el equilibrio de las cuentas del Estado.

La derrota en Buenos Aires representa un par de contrastes simultáneos para aquella oposición. Recrudecerán las luchas internas entre Cristina, La Cámpora y sus intendentes contra Axel Kicillof. Al gobernador bonaerense se le ha escurrido en menos de dos meses la ilusión de convertirse en un presidenciable indiscutido para 2027. Quedará un debate entre ellos imposible de ser saldado. La ex presidenta sostiene que aquellos comicios de septiembre habrían terminado por despertar al voto no peronista. Que de modo ostensible se abstuvo de participar. Axel entendió que gracias a su maniobra la administración mileísta empezó a derrapar. Seguramente comprenderá menos que nadie la dimensión de la victoria de La Libertad Avanza.

El ejemplo de Kicillof, tal vez, debiera ser un buen espejo para Milei. El triunfo no debería ser interpretado como un cheque en blanco. Como una venia social para hacer lo que le plazca. Mucho menos una garantía para el 2027. Tiene cercana la experiencia de alguien a quien mencionó en su mensaje victorioso: Mauricio Macri hizo en 2017 una elección espectacular como la de ayer y en seis meses ingresó en una crisis que le impidió la reelección.

La montaña rusa vivida por el oficialismo en estos meses de 2025 también podría servirle de lección. En mayo ganó la elección en la Ciudad con un tercio de votos derrotando al PRO. En septiembre de hundió en Buenos Aires. Ahora renace de manera estruendosa. La imprevisibilidad de la Argentina y el humor social oscilante aconsejarían refugiarse en la prudencia.

Esa sensación dejó entrever Milei cuando habló ante sus partidarios. En lugar de denostarlo exaltó el papel que deberá tener el Congreso. También los gobernadores que no respondan a los K. Lo ha podido hacer desde una posición de fuerza diferente a la que pudo exhibir los dos primeros años. El Presidente sumará 64 diputados a los 37 que poseía. Superará con el PRO cómodamente el tercio con el cual se conformaba antes del milagro electoral.

La escala de la victoria abre interrogantes sobre algunos de los aspectos que Milei planteó en campaña. La necesidad de reordenar su equipo de ministros. También de dinamizar la gestión. ¿El 40% largo obtenido en el orden nacional lo podría inducir a un replanteo? . ¿Podrá convencerse de que muchas cosas no están tan mal como le decían cuando en el horizonte no se dibujaba un triunfo de esta magnitud?.

Por lo pronto, pareció insinuar que no estaría dispuesto en lo inmediato a resolver ninguna interna en el poder. El Triángulo de Hierro, que conforma con Karina, El Jefe, y Santiago Caputo, el ingeniero de las comunicaciones, no tendería a modificarse. La hermanísima tiene ahora fuertes razones para sentirse ganadora. Le habían llovido críticas después de septiembre por el armado en Buenos Aires. Ese mismo distrito que le acaba de regalar un triunfo a pesar de los desaguisados presidenciales. José Luis Espert, sospechado de lazos con un narcotraficante, se mantuvo hasta último momento como postulante por capricho de Milei. Debió ser reemplazado en el primer lugar de la Boleta Unica por Diego Santilli. La desprolijidad pareció no incidir en el ánimo del votante.

La previsible derrota en Corrientes, donde Karina desechó una alianza con el gobernador Gustavo Valdés, fue compensada con creces con la apuesta en Santa Fe donde el peronismo punteó los últimos meses todas las encuestas. Un desconocido Agustín Pellegrini le arrancó 12 puntos de ventaja a la aspirante peronista.

El respaldo de Milei a la hermana, amén del abrazo en la tarima, quedó ilustrado en el agradecimiento expreso a Martín Menem, el titular de la Cámara de Diputados. Caputo junior pretende correrlo de ese lugar y empinar, tal vez, a Cristian Ritondo. No será sencillo.

Tampoco, a lo mejor, el ascenso de aquel joven a la Jefatura de Gabinete, que comanda Guillermo Francos. La victoria ayuda siempre a zanjar diferencias. Francos continuará en el gobierno pese a su incomodidad de los últimos tiempos por el desorden político en la administración.

Tan ensanchado asomó el Presidente en la victoria que hasta se dio el gusto de ensalzar a dos ministros que se fueron antes de tiempo. Gerardo Werthein, el canciller, y Mariano Cúneo Libarona. Al primero lo destacó como un artífice de las relaciones con Estados Unidos y el respaldo financiero brindado por Donald Trump.

Esa constituye la única línea cierta de gestión que Milei está dispuesto a defender con uñas y dientes en los tiempos que vienen. Quizás en contraposición a lo que se pudo pensar, el respaldo y el condicionamiento del líder republicano a seguir cuidando al libertario sólo en caso de una victoria pudo haber incidido favorablemente en el ánimo del votante menos comprometido. Que a lo único que aspiraría sería a evitar otro posible naufragio.

Fuente: www.clarin.com

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