La euforia de Javier Milei y los primeros cambios para darle más poder a Karina y Santiago Caputo

Esto puede ser una bomba, pero una bomba nuclear que ninguno de nosotros espera, decía ayer a la tarde, minutos antes de que cerrara el horario de votación, un ministro que había recibido información privilegiada del propio Javier Milei. Las conjeturas sobre el resultado de las elecciones se habían modificado en los últimos días en la cima del poder, pero nunca se llegó a dimensionar que se podía estar frente a una victoria tan grande, por encima del 40 por ciento de los votos, que incluyera un triunfo en la provincia de Buenos Aires. Había, incluso, funcionarios de primera línea que, hasta la semana pasada, advertían que se podía perder hasta por cinco puntos. El Presidente habló anoche de la concreción de un milagro. Dicen que hubo que apaciguarlo durante un largo rato antes de que saliera al escenario porque irradiaba euforia y temían que dijera cosas que lo terminaran perjudicando.

Al cabo, Milei se aferró a un discurso estudiado y escrito al calor del éxito. Y lo pronunció con un tono más bien moderado para lo que suelen ser las presentaciones presidenciales, en sintonía con el último tramo de la campaña, donde atacó menos a sus rivales, asumió errores y prometió corregirlos, evitó confrontar de modo violento con los periodistas y economistas y trató de instalar la idea de que las penurias que vive buena parte de la población que no llega a fin de mes, poco a poco, irán mermando.

Milei, Karina y Diego Santilli, anoche en el búnker,Milei, Karina y Diego Santilli, anoche en el búnker,

¿Y los cambios de Gabinete que se venían? Todo indica que Milei meterá mano, pero ya no lo corre la urgencia. Podría tomarse un tiempo para presentar al nuevo equipo. Una derrota lo hubiera obligado a hacerlo antes del 10 de diciembre, que es cuando se renueva el Congreso. Ahora dispone de mayor tranquilidad, en especial porque no tendrá que ir detrás de una corrida cambiaria ni de una caída pronunciada de bonos y acciones de empresas argentinas. Los primeros movimientos, anoche, advertían que se vienen subas exponenciales.

Milei se ocupó, durante su discurso, de elogiar a sus ministros y de reforzar las figuras de Karina y Santiago Caputo, los integrantes del Triángulo de Hierro que vienen de varios meses de roces que amenazaban con dejar heridos en las modificaciones del Gabinete. El primer mandatario quiere a los dos con lugares de protagonismo. Podría decirse que a partir de ahí se generará un efecto cascada. Ya habló con ambos, por separado, para decirles que los necesita unidos. Malabares para evitar tener que elegir por uno o por otro. Una, dice, es la hermana de sangre; el otro, el hermano de la vida.

Claro que, antes de ello, deberá definir la situación de Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, quien aspira a seguir solo si le otorgan un poder mayor al que tiene, sin interferencias por parte de Caputo. Parece difícil. Ayer, en LN+, a Milei lo indagaron por la continuidad de Francos, su amigo, y al que respeta tanto que aún sigue tratando de usted en las charlas a solas. La respuesta fue ambigua: no dijo que se iba ni que se quedaba.

El dilema lo instaló el propio Milei cuando anunció que su gurú de campaña saltaría al staf de ministros después del proceso electoral. Caputo podría pasar a liderar el diálogo con los gobernadores afines, a los que Milei dejó de insultar para pasar a considerar aliados. El límite es el kirchnerismjo. Con los Kicillof o los Insfrán, nada; con el resto se podría avanzar.

El Gobierno tiene en carpeta varias reformas que generarán polémica y requerirán pericia para poder avanzar. Una es la laboral y otra la tributaria, dos viejas promesas que otros gobiernos también han hecho, pero con las que el mileísmo promete que pasará a la historia. El oficialismo tendrá desde diciembre un notable empuje en ambas Cámaras si se tiene en cuenta cómo encaró su mandato en 2023, con una minoría inédita desde el regreso de la democracia. Pasará de 37 bancas a 93 (con aliados) en Diputados y de 7 legisladores a 20 en el Senado, Sin embargo, necesitará de otros apoyos, primero para lograr el quorum que le permita sesionar y, después, para llegar a la mayoría que le permita sancionar esas iniciativas. El primer objetivo se cumplió: Milei está en condiciones de defender los vetos presidenciales y, eventualmente, resistir a las embestidas de un juicio político.

Las caras de la derrota, Máximo Kirchner y Axe Kicillof.Las caras de la derrota, Máximo Kirchner y Axe Kicillof.

Otra gran duda es si Milei convocará a Mauricio Macri a un diálogo frontal y con posibilidades de extenderse en el tiempo, como se insinuó después de aquella reconciliación de ambos en la Residencia de Olivos, hace menos de un mes, y después de un año de diálogo congelado. “Ya tiene mi teléfono”, hizo saber el líder del PRO en las últimas horas. Ayer, el jefe de Estado le hizo un reconocimiento: dijo que sus dos candidatos principales, Diego Santilli y Patricia Bullrich, vienen del PRO. Ambos irían por más. Santilli buscará ser el candidato a gobernador bonaerense en 2027 y la actual ministra de Seguridad aspiraría a presentarse por la jefatura de la Ciudad.

“Tenemos una oportunidad de oro, está en nosotros aprovecharla”, decía en el búnker uno de los colaboradores de Milei. Según esa interpretación, la Casa Rosada no puede encandilarse con la revelación que emergió de las urnas y debe encaminarse a hacer los mismos cambios que estaban previstos en el proceso previo. “Hay que hacer lo mismo, exactamente lo mismo. Llamar al diálogo y avanzar con un plan de reformas en el Congreso que tengan el apoyo de la mayoría de los gobernadores”, reflexionaban cerca de Santiago Caputo.

Karina Milei es más cautelosa. La victoria le otorga un poder mayor al que tenía, que era inmenso. La hermanísima sostuvo el armado nacional de sus colaboradores, los Menem, aun cuando aparecieron denuncias por sospechas de corrupción. Cerca de Martín Menem se jactaban: “No lo sacan más de la presidencia de la Cámara”.

Karina podría tener la última palabra frente a las rotaciones de apellidos que analiza Milei. El Presidente guarda el secreto de las conversaciones con Karina. Solo dice: “Voy a convocar a los mejores para lograr los resultados que necesito”.

El festejo libertario dejó nocaut al peronismo. Fue efímero, muy efímero el éxtasis del 7 de septiembre. Las caras de Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner en el búnker lo decían todo. Todos se fueron a sus casas muy temprano.

Un rato antes, Cristina había salido a bailar al balcón, como si no fuera la presidenta del PJ que acababa de sufrir una paliza electoral histórica a nivel nacional, que incluyó un batacazo en la provincia de Buenos Aires, su bastión, el último que le quedaba.

Fuente: www.clarin.com

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