Francia le da cadena perpetua a una mujer por primera vez en su historia: quién es y qué hizo la condenada


Este viernes, el Tribunal de lo Penal de París dio fin a uno de los casos más impactantes de la historia reciente de Francia: el de Lola Daviet, la niña de 12 cuyo cuerpo apareció descuartizado en una maleta.
En un fallo histórico, la argelina Dahbia Benkired, de 27 años, fue condenada a cadena perpetua sin posibilidad de reducción de pena por violar, torturar y matar a Daviet hace tres años.
La decisión sienta precedentes porque nunca antes Francia le había impuesto la cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional -la peor condena posible del código penal- a una mujer.
Tras cuatro horas de debate, el presidente del tribunal anunció que la decisión se debe “a la extrema crueldad de los actos criminales, las auténticas torturas y la total deshumanización”.
“Creíamos en la justicia y la obtuvimos”, declaró Delphine Daviet, madre de Lola, tras el veredicto.
Por su parte, Benkired dijo a modo de últimas palabras: “Pido perdón, lo que hice es horrible. Eso es todo lo que tengo que decir”.
El cuerpo de Lola apareció el 14 de octubre de 2022 dentro de una maleta cerca del edificio donde vivía su familia en el XIX distrito de París.
La instrucción judicial determinó que la niña murió por asfixia en el marco de un ataque sexual y que el homicidio incluyó actos de tortura y ocultación de cadáver.
La acusada vivía sin domicilio fijo y estaba en situación irregular desde 2019; la policía fronteriza le notificó una obligación de abandonar el territorio el 21 de agosto de 2022, pero esa orden no se ejecutó y el caso generó fuertes polémicas políticas.
Las cámaras del edificio registraron a Lola entrando y, minutos después (a eso de las 15:20), a una mujer desconocida acompañándola; la familia denunció la desaparición esa misma tarde y la madre difundió imágenes para pedir ayuda.
Por la noche, agentes encontraron una maleta rígida con un cuerpo atado y envuelto; la autopsia confirmó asfixia y lesiones compatibles con agresión sexual, y en el lugar se recolectaron elementos como cinta adhesiva y un cúter que orientaron la pesquisa.
La brigada criminal asumió la investigación; el juez abrió instrucción por asesinato de menor en relación con actos de tortura y barbarie y ocultación de cadáver, y la principal sospechosa fue puesta en examen y enviada a prisión preventiva.
Varios detenidos pasaron por custodia judicial en los primeros días. Entre ellos figuró la hermana de la acusada y un conductor que trasladó la maleta, quien quedó imputado.
Los informes médicos‑psiquiátricos remitidos a la instrucción concluyeron que Benkired presentaba un trastorno grave de la personalidad con rasgos psicopáticos pero resultaba imputable en el momento de los hechos, por lo que la justicia consideró que comprendía y quería hacer lo que hacía.
En el juicio, la acusada ofreció versiones contradictorias sobre detalles del crimen pero nunca negó haber cometido las agresiones; declaró que eligió a la menor “al azar” para vengarse de un excompañero y describió que no pretendía inicialmente matarla.
Peritos coincidieron en la presencia de trastornos mentales y en un riesgo de peligrosidad social elevado, pero sostuvieron que no existía una patología que anulase el discernimiento; la fiscalía subrayó la peligrosidad y pidió protección para la sociedad en lugar de ceder a la venganza.
La sentencia fue cuidadosamente seguida por la familia. La madre describió a Lola como una niña alegre y deportista y reclamó que no se politizara la tragedia; el padre de la menor, Johan Daviet, falleció en 2024 tras el impacto del caso.
El proceso y la condena de la argelina reavivaron el debate público sobre la gestión de órdenes de expulsión y la atención a personas en situación de vulnerabilidad, un aspecto que figura entre las derivaciones institucionales del caso.
Fuente: www.clarin.com



