El desgarrador testimonio de la madre de Diego Fernández Lima, el joven enterrado en una casa de Coghlan: “Desde el balcón miraba la ventana a ver si volvía”

Cristian Graf (58), el dueño de la casa de Coghlan donde fue hallado el cuerpo de Diego Fernández Lima, declarará este viernes desde las 10:30 ante el juez de Instrucción Alejandro Litvack como principal sospechoso por el crimen de quien fue su ex compañero de colegio, desaparecido durante 41 años.
En las horas previas, quien habló por primera vez fue la madre de Diego, Irma Lima (87), que soltó algunos detalles del calvario que fueron estos años a la espera de un hijo que no volvía. Del que no se sabía qué pasó.
“Fue desesperante. Salir al balcón, mirando la ventana a ver si volvía. Se fue para ir y volver, con mi marido lo esperábamos para cenar. Y ahora lo tengo muerto, no lo tengo. Pido justicia nada más”, contó la mujer en una entrevista con Mercedes Ninci en Radio Mitre.
También recordó cómo fue la búsqueda para su marido, Juan Benigno “Tito” Fernández, fallecido en 1991 en un accidente de tránsito. “Mi marido lo pasó igual que yo. A veces le decían que habían visto a alguien parecido a Diego y se iba volando con la bicicleta y no era. Nos quedamos esperando que vuelva y nunca más volvió”, recordó.
La mujer pidió únicamente que se haga justicia por la muerte de su hijo, y poder tener certezas sobre qué le pasó y el por qué.
“Lo que le pido al juez es justicia por favor, me mató a mi hijo (por Graf). Tenía 16 años. Quiero saber por qué, qué pasó. No puede ser una persona que ya esté suelta, que no esté detenida”, se lamentó. Para ella, no hay dudas sobre la autoría del crimen. “¿Y quien lo mató si él no fue? El cuerpo apareció en su jardín. Que lo agarren ya”, pidió.
Luego recordó a su hijo, cuyo cuarto sigue intacto a pesar del paso de los años. “Era bueno, estudioso, deportista. Tengo las medallas que le dieron de Excursionistas. Un hijo divino”, recordó.
El crimen de Fernández Lima prescribió por haberse cometido hace más de 15 años. Sin embargo, la investigación sobre él se centra en un delito de encubrimiento agravado. Por es emotivo,el fiscal Martín López Perrando pidió al juez que citara a indagatoria a Graf.
Sobre Graf caen dos circunstancias muy fuertes: Cristian vivió al momento del homicidio -y aun vive- en el chalet de avenida Congreso 3742, donde fue enterrado el cuerpo. Además, conocía a Diego porque en 1983 habían sido compañeros de segundo año en el ENET N° 36.
El planteo de López Perrando se basa en lo que le dijo el propio Graf a los trabajadores de la obra en construcción de avenida Congreso 3746/48. Estos, al hacer la medianera con la casa de los Graf, descubrieron los huesos cuando hubo un pequeño derrumbe.
Uno de los obreros recordó así ese momento en el que apareció Graf en la obra: “Dijo ‘donde es mi casa pudo haber sido una iglesia’, de hecho Cristian dijo que los curas pudieron haber enterrado a los que se iban muriendo, después dijo lo del establo -hace muchos años fue un establo- y al final dijo que tuvieron que nivelar el terreno del fondo donde está ubicada la pileta y pidió tierra para nivelarla y los huesos pudieron haber estado en el camión, y se retiró”.
El hallazgo fue el principio del caso que nació bajo el lemaa “los huesos en la casa donde vivió Gustavo Cerati” (porque la obra era en ese terreno), pero luego tomó vuelo propio cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) determinó que los 151 fragmentos óseos correspondían a Diego Fernández, cuya familia nunca había dejado de buscarlo.
Con el fantasma de la prescripción como amenaza cierta, un cargo de encubrimiento ofrece una pena que puede llegar a los seis años de prisión.
Fuente: www.clarin.com