Workslop: el efecto inesperado de la inteligencia artificial que hunde la productividad en las empresas


Cada vez más empresas y organizaciones incorporan herramientas de inteligencia artificial con la esperanza de lograr un salto en eficiencia. Pero detrás del brillo tecnológico se está imponiendo un fenómeno que erosiona la calidad: workslop, o “basura del trabajo”.

Este término describe producciones superficiales generadas por IA que, lejos de ayudar, obligan a los equipos humanos a revisar, corregir o rehacer gran parte de ellas.

Según diversos estudios y reportes recientes, muchas empresas adoptan herramientas de IA sin prever un efecto colateral clave: la proliferación de contenido mediocre.

Documentos, presentaciones o informes que parecen sólidos a simple vista pero carecen de profundidad y rigor. Esa apariencia de profesionalismo termina trasladando la carga a los equipos humanos, que deben invertir más tiempo revisando, ajustando o directamente rehaciendo el trabajo.

El fenómeno no es marginal. En encuestas realizadas en Estados Unidos, cerca del 40% de los empleados dijo haber recibido contenido de este tipo en el último mes. Se estima que alrededor del 15% del material que circula dentro de las empresas corresponde a esta categoría.

Cada instancia de workslop consume, en promedio, entre una hora y cincuenta minutos y dos horas de revisión. Traducido en términos económicos, eso representa un costo estimado de unos 186 dólares anuales por persona, que en organizaciones grandes puede escalar a millones de dólares en pérdidas de productividad.

Pero el daño no se limita al tiempo. Más de la mitad de los trabajadores afirma sentirse frustrada al recibir tareas generadas por IA, y muchos reconocen que perciben a los compañeros que envían ese tipo de contenido como menos creativos, competentes o confiables. Esto erosiona la colaboración, debilita la confianza interna y termina afectando el clima laboral.

A la vez, buena parte de las empresas que invirtieron en inteligencia artificial no logra medir un retorno claro. Aunque en ciertos contextos la IA permite automatizar tareas rutinarias como responder correos, elaborar resúmenes o generar borradores básicos, su uso indiscriminado puede ser contraproducente.

En los proyectos que exigen juicio, criterio o contexto, las herramientas automáticas no reemplazan la capacidad humana: simplemente desplazan la carga hacia otras etapas del proceso.

No sorprende, entonces, que el 90% de los empleados prefiera iniciar proyectos complejos junto a profesionales humanos antes que depender de un sistema automático.

Para evitar que la IA se convierta en una trampa disfrazada de eficiencia, las organizaciones pueden adoptar algunas estrategias simples pero efectivas:

El uso irreflexivo de la inteligencia artificial puede terminar reduciendo la productividad más que aumentarla. Lejos de ser una herramienta mágica, el fenómeno del workslop demuestra que sin acompañamiento humano, normas claras y reflexión estratégica, la tecnología puede derivar en una nueva forma de “basura laboral”.

Reconocer ese costo invisible es el primer paso para recuperar el valor real del trabajo bien hecho.

Fuente: www.clarin.com

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