La Casa Blanca da, presiona y Javier Milei tiene en análisis una decisión crucial

¿Y cuáles son los escenarios electorales que están evaluando ustedes? —preguntó Barry Bennett. A esa inquietud seguiría otra, muy parecida: ¿cómo podría quedar conformado el nuevo Congreso?

El influyente consultor norteamericano y asesor de Donald Trump estaba sentado en un despacho del primer piso de la Casa Rosada junto a Santiago Caputo y a los tres colaboradores de mayor confianza del gurú libertario. Les pidió que trazaran tres panoramas de lo que podría ocurrir el 26 de octubre cuando se abran las urnas: uno optimista, otro más bien neutro y, un tercero, pesimista. Los funcionarios mostraron encuestas y le dijeron que no es tan fácil proyectar la apatía general y el voto de los indecisos, charlaron sobre cómo está compuesto el Parlamento actual, intercambiaron opiniones acerca del rol que cumplen los mandatarios provinciales, y advirtieron que, aun con una victoria a nivel nacional, la Libertad Avanza no podrá cambiar notablemente la fisonomía de las bancas hasta el final del mandato. Entonces Bennett hizo una pregunta más acuciante: ¿qué tan lejos está el peronismo de impulsar un impeachment (usó esa palabra) contra Javier Milei?

A la cumbre del miércoles siguieron otras dos, con Caputo y otros protagonistas, mucho más reservadas, que se realizaron lejos de los periodistas y de las luces que iluminan Balcarce 50. En una de ellas, Bennett exhibió un borrador con ideas y hasta mostró que llevaba anotados una serie de nombres de dirigentes de la oposición no kirchnerista, a los que se refirió como actores racionales que podrían colaborar en la próxima etapa y con los que, dijo, tenía previsto charlar. Mencionó a varios gobernadores, esos mismos que, en algún momento, fueron aliados incondicionales del Gobierno y luego, enojados por el destrato permanente de Milei y las promesas incumplidas, tomaron distancia y provocaron que los legisladores de sus provincias votaran en contra de las iniciativas libertarias.

Las conversaciones coincidieron con el salvataje histórico con el que sorprendió Estados Unidos el jueves, cuando a la Argentina se le escurrían los dólares y la moneda estadounidense escalaba al techo de la banda cambiaria. La Casa Blanca intervino en el mercado financiero a través de un grupo de bancos, compró pesos y vendió dólares y posibilitó que bajaran el dólar y el riesgo país y que se desatara una suba en los bonos y acciones. La administración de Donald Trump ratificó también el swap por US$ 20 mil millones.

Barry Bennett, estratega de Donald Trump, pasó este miércoles por el despacho de Santiago Caputo.Barry Bennett, estratega de Donald Trump, pasó este miércoles por el despacho de Santiago Caputo.

El apoyo llegó en el pico de dramatismo de los mercados y en la política del Gobierno. En las primeras rondas de la semana se había sacrificado más de mil millones de dólares y al Tesoro le quedaban 250 millones; es decir, se estaba a horas de que el Banco Central tuviera que intervenir con la plata que recibió en abril del FMI, lo que acentuaría el desconcierto y, naturalmente, el interés por el dólar. Se estaba a un paso de una corrida, tal vez, letal.

“No había más tiempo, nos rescataron sobre la hora. Fue como un milagro”, describían en el Ejecutivo. El secretario del Tesoro, Scott Bessent -que ya había frenado una corrida el 22 de septiembre con un posteo en X en el que prometía ayuda y financiamiento-, se jactó de que solo Estados Unidos está en condiciones de hacer una maniobra semejante. Desde 1996, su país solo intervino tres veces en los mercados de cambio de otros países.

“Nos lo habían anticipado unos días antes, pero no lo creíamos”, decía un funcionario del área de Luis Caputo. En el Palacio de Hacienda y en los mercados se respiraba alivio. Un cambio de clima que no asegura nada, pero que evita una sangría en las dos semanas previas a los comicios. Milei transmitía euforia: “Estamos haciendo historia”, repetía, aunque -a diferencia de otras veces- no parecía hacerlo con ánimo revanchista, como si hubiera archivado, al menos por un tiempo, la palabra mandriles.

En la Casa Blanca, sin embargo, no dejan de mostrarse inquietos por lo que podría ocurrir a partir de diciembre y, a diferencia de Milei y su hermana Karina, consideran que el rumbo y las reformas de un Gobierno están atadas a la pericia de fomentar vínculos sanos en el Congreso. Bennett habló en Buenos Aires de la necesidad de ampliar el espacio. Dijo varias veces, ante distintos interlocutores con los que se reunió y habló por teléfono, las mismas palabras: coalition construction. Esa es la demanda inicial para lo que viene. Los funcionarios intentaron darle alguna certeza: “El tercio para evitar un juicio político y para sostener los vetos presidenciales los vamos a tener”, le dijeron.

Luis Caputo y Scott Bessent. Luis Caputo y Scott Bessent.

Para Estados Unidos ese escenario es importante, pero no suficiente. Apostaría a que, cuando se produzca en diciembre el recambio de legisladores, la gestión mileísta abandone la posición defensiva (sostener los vetos, por ejemplo) para pasar a una estrategia ofensiva. Hay mucho en juego y la ayuda nunca es gratis.

El martes, cuando se vean cara a cara, Trump podría recordarle a Milei que su intención es que empresas estadounidenses inviertan en la extracción y enriquecimiento de uranio, en la extracción y el refinamiento de litio y en minas de minerales raros. En las conversaciones preliminares entre ambos gobiernos se dejó en claro -como adelantó Clarín el domingo pasado- que no habrá un pedido para cancelar el swap con China. No obstante, Trump busca que Argentina deje atrás los acuerdos de cooperación en materia nuclear y las inversiones de la administración de Xi Jinping, para reemplazarlas con las de su país, en especial en áreas tecnológicas y de comunicaciones. Al mismo tiempo, reclaman cambios impositivos, por ley, para promover las exportaciones.

Milei tiene por delante varias encrucijadas. Su entorno considera que la más urgente -más allá de las elecciones- pasa por decidir si iniciará una ronda de diálogos con la oposición para pensar en reformas serias y de largo plazo. Con Mauricio Macri, a quien Bennett describió como parte del entramado oficialista, no alcanza. Pero en el Gobierno siguen las cavilaciones y las diferencias entre sus miembros.

Karina Milei se mantiene en la resistencia, desconfiada y preocupada por las secuelas que le dejó el Caso Spagnuolo en la opinión pública. Asesorada por Eduardo “Lule” Menem, teme que quieran hacerle tambalear su sillón y que la fuercen a hacer modificaciones en el Gabinete. La tensión con Santiago Caputo no cesa, al contrario. Hay quienes dicen que, después de las elecciones, Milei deberá tomar una decisión, a menos que busque que la interna lo acompañe hasta el último día.

Con bronca y resignación, el Presidente empieza a entender que los jefes de Estado muchas veces hacen lo que quieren, otras lo que pueden y, en reiteradas ocasiones, lo que dijeron que nunca harían. El caso Espert es otra muestra. Milei rechazó en todos los idiomas hacerlo renunciar a la candidatura a primer diputado por la provincia de Buenos Aires . El domingo pasado, cuando le mostraron que el economista hundía las expectativas electorales y que el resto de los candidatos en todo el país argumentaban que no podían salir a la calle a hacer campaña, tuvo que precipitar la decisión. Sus asesores asumen que se perdieron un montón de días valiosos.

Javier Milei, en Corrientes junto a Virginia Gallardo.Javier Milei, en Corrientes junto a Virginia Gallardo.

Esa noche, en LN+, Milei incurrió en un pecado: dijo que si hubiera sido por él, Espert debería haber seguido al tope de la boleta. Insiste, hoy mismo, en que los vínculos del diputado con “Fred” Machado, acusado de lavar dinero del narcotráfico, son “chimentos de peluquería”. Ni sus ministros ni sus aliados circunstanciales -ni Estados Unidos- piensan lo mismo.

El líder libertario se reunirá el martes en Washington con Trump. Será la última carta antes de los diez días finales de la campaña. A su regreso, Milei asistirá a varios actos y tratará de forzar una polarización extrema con el kirchnerismo. En ese camino, Macri buscó acompañarlo esta semana desde su cuenta de X. Escribió que quienes votaron a Alberto Fernández en 2019 después se arrepintieron.

La situación económica se mantiene como centro de gravitación y será clave a la hora de la votación, aunque no asoman evidencias sobre cuál podría ser el comportamiento de los electores. Una encuesta de Insight 21, el think tank de la Universidad Siglo 21, revela que uno de cada dos argentinos estima que la situación nacional es “mala o muy mala”, pero cuatro de cada diez sostienen que mejorará en el próximo año. Coexisten desencanto y esperanza.

Milei propone no regresar al pasado, mientras crece la presión para que refuerce el circuito de decisiones y para que se vuelva a sentar con los gobernadores, a quienes, hace poco y de modo provocador, les dijo que los esperaba el 10 de diciembre. Son pasos en falso que necesita desandar, entre otras cosas, por un pedido expreso del país que le acaba de alargar la vida política con una intervención inédita en el mercado.

Otra lección, quizá, para Milei. Menos mal que los estados existen y no son la causa de todos los males.

Fuente: www.clarin.com

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