Crimen de Daiana: el “Gran Hermano” de Gobernador Mansilla donde todos ven lo que hacen los demás

En Gobernador Mansilla, un pueblo de apenas 2.300 habitantes en el sur de Entre Ríos, los vecinos pueden verse a sí mismos por televisión. Un canal local transmite en vivo las cámaras de seguridad de los principales puntos del lugar y convierte la rutina en espectáculo. Como una especie de “Gran Hermano” rural, cada casa tiene su propia ventana hacia la vida de los demás. Esa mirada constante, que parecía inofensiva, fue para los ojos de los vecinos una forma de enterarse de la relación entre Daiana Mendieta (22) y Gustavo Brondino (55): un secreto a voces que todos veían, pero nadie decía.

Es la hora de la siesta y las calles de Mansilla parecen detenidas en el tiempo. No hay nadie afuera, ni autos ni voces. Solo el sonido de un ventilador que se filtra por una ventana abierta. Adela nos invita a pasar. “Vengan, los recibo en el comedor, que está más fresco”, dice mientras corre una cortina estampada y acomoda un sillón frente al televisor. En la pantalla, dividida en cuadrantes, se ven imágenes fijas del pueblo: la plaza, la entrada, el hospital, el acceso.

“La agarraron justo mirando el canal”, comenta su vecina desde el fondo que justo estaba cocinando un postre en el horno de la mujer, porque el suyo dejó de funcionar. Adela sonríe y asiente: “Sí, estaba mirando Panorámica, del Canal 6. Acá se ve todo, mirá”, dice señalando la tele. “Te enterás de todo: quién sale con quién, dónde van los amantes, todo”, continúa. Lo dice entre risas, pero hay un dejo de pudor en su voz. “Antes las cámaras se pusieron como una curiosidad, porque acá nadie hace nada y no pasa nada. Pero ahora, después de lo que pasó, ya se miran con otros ojos”, reflexiona.

A la noche, cuando el silencio se instala y no pasa ni un auto por la ruta, algunos vecinos prenden la tele y sintonizan el canal que transmite las imágenes en vivo de las cámaras del pueblo. Son unos diez ojos digitales que registran la rutina diaria y que, con el tiempo, se volvieron parte del paisaje doméstico.

Las cámaras están en los lugares públicos más transitados. Foto: Marcelo Carroll/Enviado especial.Las cámaras están en los lugares públicos más transitados. Foto: Marcelo Carroll/Enviado especial.

“Es un solo canal donde una de las cosas que ves son cuatro cámaras principales del pueblo: la entrada de Mansilla, el hospital, la plaza… y después van rotando. Todo lo transmite el canal local”, cuenta Naira, vecina y amiga de Daiana.

La paradoja es que en un pueblo donde nadie parece ocultar nada, la relación entre Daiana y Gustavo era un secreto a voces. Todos lo intuían, todos lo veían, pero pocos se animaban a decirlo en voz alta. Hasta que el caso sacudió la paz del lugar y dejó al descubierto una historia que todos, de algún modo, ya habían visto venir.

Daiana trabajaba con su papá en el campo, había terminado la carrera de perito clasificadora de granos y escribía poesía. Era alegre, charlatana, de esas personas que iluminan los lugares por los que pasan. En los últimos meses, cuentan sus amigas, estaba mejor que nunca. “Estaba conociendo a un chico de su edad y se la veía feliz, reluciente”, recuerda una de ellas.

Pero su vínculo con Gustavo seguía latente. En el pueblo lo conocen como “Pino”: productor rural, de perfil bajo, casado, sin antecedentes. Un hombre grande, habituado al silencio de las cosechas y al trato entre vecinos. Pero también charlatán y “macanudo”. Nadie imaginaba que podía terminar detenido y menos que sería el principal sospechoso del femicidio de Daiana.

Hay más de 10 cámaras que monitorean el pueblo. Foto Marcelo Carroll/Enviado especial.Hay más de 10 cámaras que monitorean el pueblo. Foto Marcelo Carroll/Enviado especial.

“Él estaba enloquecido por ella”, asegura una amiga cercana. “Era una relación tóxica. Decía que si no iba a ser suya, no iba a ser de nadie. Se veían a escondidas porque él tenía mujer”, explica.

Las cámaras del canal local no registran lo que ocurre detrás de las puertas cerradas. Pero los investigadores sí lograron reconstruir parte de la trama: hubo comunicaciones entre Daiana y el acusado la noche en que desapareció y los videos de seguridad mostraron una camioneta Toyota Hilux 4×4, propiedad del hombre, cerca de la casa de la joven.

El hallazgo y el único sospechoso

Daiana desapareció el viernes 3 de octubre, tras recibir un llamado telefónico. Vestía una calza gris, una remera blanca y zapatillas negras tipo botita. Su familia la buscó desesperadamente durante tres días. Más de 100 policías y bomberos participaron del rastrillaje.

Este martes, al mediodía, la peor noticia llegó: su cuerpo fue encontrado dentro de un aljibe tapado con ramas y una chapa, con un disparo en la cabeza. Un aljibe de diez metros de profundidad, donde al lado había una casa abandonada y alrededor hay restos de envoltorios, botellas. Una escena similar a la famosa tapera de 9 de Julio Corrientes, el lugar donde se creía que habían escondido y posteriormente secuestrado a Loan Danilo Peña.

El aljibe donde fue hallado el cuerpo de la joven. Foto: Marcelo Carroll/Enviado especial.El aljibe donde fue hallado el cuerpo de la joven. Foto: Marcelo Carroll/Enviado especial.

Horas antes al hallazgo del cuerpo, la Policía había intentado allanar la casa del sospechoso, ubicada sobre la calle Córdoba 390. El productor respondió apuntando con un revólver. Fue reducido y detenido. En la vivienda se secuestraron tres carabinas.

Este jueves se realizó la autopsia para determinar con precisión la causa de muerte de Daiana. Y la familia espera poder velarla con sus amigos y familiares. Aunque el acusado aún no fue formalmente imputado del femicidio, las fuentes judiciales aseguraron a Clarín que las pruebas lo apuntan como el único sospechoso. Por ahora, su prisión preventiva se sostiene por resistencia a la autoridad y abuso de arma de fuego, pero la fiscal Emilce Reynoso ya adelantó que los resultados de los peritajes serán determinantes.

Daiana y Gustavo Brondino, principal sospechoso del crimen.Daiana y Gustavo Brondino, principal sospechoso del crimen.

Cada persona con la que uno habla en el pueblo recuerda a Daiana con una sonrisa. “Era muy responsable, muy alegre, siempre con energía”, dice Daniela González, su profesora de Literatura. Y en ese mismo pueblo donde la vida cotidiana se transmite por televisión, donde se sabe quién entra y quién sale, su historia revela otra verdad: la violencia no siempre es visible, aunque esté frente a todos. Porque mientras las cámaras mostraban el movimiento de las calles, nadie vio, o nadie quiso ver, lo que pasaba con Daiana.

Hoy, el canal Panorámica sigue transmitiendo. Las mismas imágenes, las mismas calles. Algunos siguen mirando por curiosidad; otros prefieren ver otras cosas. El caso de Daiana dejó una pregunta flotando entre los cables, las antenas y los televisores encendidos: ¿De qué sirve ver todo, si no alcanzamos a mirar lo que realmente importa?

Gobernador Mansilla. Enviada especial.

Fuente: www.clarin.com

Artículos Relacionados

Volver al botón superior