De galán de comedias románticas a ganador del Oscar: cómo Matthew McConaughey cambió el rumbo de su carrera

Durante los años 2000, Matthew McConaughey se convirtió en uno de los rostros más reconocibles de la comedia romántica.
Películas como Cómo perder a un hombre en 10 días (2003), Los fantasmas de mis ex (2009), Soltero en casa (2006) y Experta en bodas (2001) lo consolidaron como uno de los galanes de Hollywood más codiciados, tanto por audiencias como productores.
Sin embargo, en el punto más alto de ese éxito decidió detenerse y rechazar todas las ofertas que lo seguían encasillando en ese mismo tipo de papeles.
No fue una elección sencilla: implicaba arriesgar ingresos multimillonarios y la continuidad de una carrera establecida. En una reciente entrevista con BBC, McConaughey recordó el momento exacto en el que trazó un límite: “Me ofrecieron un guion tres veces. Primero con un pago de 8 millones de dólares, luego de 10 y finalmente de 14.5 millones. Y aun así dije que no”.
El actor confesó que esa negativa fue un riesgo enorme, porque lo llevó a alejarse de la industria durante un tiempo y a aceptar la posibilidad de quedar fuera del radar de productores y directores.
“Era un guion que ya conocía y no me interesaba. Si aceptaba, sabía que mi carrera seguiría en piloto automático. Yo quería algo diferente”, explicó.
McConaughey fue durante más de una década una de las figuras más taquilleras de las historias de amor ligeras.
Su carisma en pantalla y su perfil de galán lo convirtieron en un imán para el público y en un nombre seguro para los estudios. Sin embargo, esa misma fórmula comenzó a resultarle limitante.
Al rechazar la última propuesta de comedia romántica, McConaughey tomó la decisión de no volver atrás. “El dinero no era el problema. Lo que buscaba era encontrar roles que me permitieran crecer”, subrayó.
Esa negativa inicial significó un período de incertidumbre. El actor desapareció por un tiempo de las carteleras y de las grandes producciones, algo que preocupó tanto a sus seguidores como a su familia.
Su hermano, Pat McConaughey, comentó recientemente a Variety que en aquel momento la decisión generó dudas en el entorno cercano: “Algunos creíamos que estaba cometiendo un error porque estaba en la cima de la popularidad. Pero Matthew demostró que era una jugada de convicción. Ahora entendemos que tenía razón”.
Sin embargo, en una entrevista para People, McConaughey compartió un consejo que le dio su esposa: “No lo hagas a medias”, le dijo. Este fue crucial para que él se comprometiera plenamente con su decisión de cambiar de rumbo en su carrera
Con paciencia y determinación, McConaughey empezó a recibir propuestas que lo sacaban del molde del galán romántico.
Entre ellas destacan Mud (2012), el aclamado drama existencial Interestelar (2014), la miniserie True Detective (2014) y, sobre todo, Dallas Buyers Club (2013). Esta última le otorgó el Oscar a Mejor Actor por su interpretación de Ron Woodroof, un electricista diagnosticado con VIH que desafía al sistema médico y farmacéutico.
El actor asegura que esa transformación fue posible gracias al “no” inicial que lo obligó a esperar: “Si hubiera seguido aceptando ese tipo de películas, no estaría donde estoy. Rechazar significó que, cuando llegaran los papeles que de verdad quería, yo estuviera listo para decir que sí”.
Hoy, McConaughey acumula premios y reconocimientos internacionales. Lejos de renegar de su pasado, valora el camino recorrido: las comedias románticas le dieron popularidad global, pero el salto cualitativo vino con los papeles más complejos.
“En ese momento no sabía si volvería a trabajar o cuánto tiempo duraría la pausa, pero estaba convencido de que solo así podía crecer como actor”, recordó.
Hoy reconoce que, aunque las comedias románticas le salían bien, seguir su instinto y elegir los papeles que realmente amaba abrió la puerta a una carrera guiada por la pasión más que por la fama o el dinero.
Este año vuelve con The Lost Bus (“A través del fuego”), un drama de supervivencia que ya genera expectativas de premios y confirma que su apuesta por la reinvención sigue vigente.
Fuente: www.clarin.com