¿Qué es el “des-influencing”?: El rechazo de las redes al hiperconsumo

En el medio de una oleada de productos virales que traspasaron de la esfera digital a la vida real, como los peluches Labubu, el chocolate Dubai, o desde 2023 las botellas de la marca Stanley, una tendencia emergente se destaca como la antítesis directa de este consumismo frenético.
Se trata del “des-influencing“, una tendencia y hashtag que hoy cuenta con más un billón de reproducciones y 88 mil videos relacionados en TikTok.
“Por favor, des-influencien mi lista de compras”, es el pedido de cada vez más jóvenes allí y en Instagram, donde piden ayuda para dejar de comprar objetos que no necesitan, pero que sus influencers favoritos intentan venderles como esenciales o parte de un estilo de vida ideal.
Según el sitio Exploding Topics, para julio de 2025, entre las 30 tendencias más populares online, la mitad estaban relacionadas con un producto, servicio o marca. Entre ellas se encontraban estilos de manicura, maquillaje, snacks de comida y artículos de ropa.
A partir del consumo excesivo de estos bienes que impulsan los influencers, se popularizaron trends como los “hauls“, videos donde las personas exhiben objetos nuevos y llamativos que compraron en masa.
A su vez, con la pandemia del covid-19 entraron en auge las tiendas online, sobre todo las que venden productos baratos pero de baja calidad como Shein, Temu y TikTok Shop, que vuelven el acto de comprar aún más adictivo y compulsivo.
Sin embargo, con una creciente apatía entre los millenials y la generación Z contra el 1% más rico del mundo, sumado a su preocupación por la contaminación y el calentamiento global, el “des-influencing” llegó para contrarrestar modelos de producción y venta que consideran cada vez más dañinos para su salud mental y bienestar.
“Esto es basura”: cómo surgió el “des-influencing” en TikTok
A mediados de 2023, aparecieron creadores de contenido en TikTok e Instagram que, en vez de alentar las compras en masa, se animaron a desmitificarlas como respuesta a la mentalidad #TikTokMeHizoComprarlo, surgida en la plataforma en 2020.
Bienes que se volvieron virales en las redes por venir en distintos colores y packaging coleccionables, como las botellas Stanley, los agarres adhesivos de teléfonos, o los productos de cuidado de la piel, fueron abiertamente calificados como “basura” o “innecesarios” por un nuevo movimiento de “des-influencers”.

En lugar de promover el consumo excesivo, propusieron hablar del subconsumo o el consumo consciente, y de las compras “lentas” como contraoferta de la industria “fast-fashion” de la moda.
Una de las propulsoras de esta tendencia en TikTok, Diana Weibe, publicó en febrero de 2024 un video en su cuenta de @depressiondotgov, donde explicó el estilo de vida que propone el desinfluecing:
“No creo que las compras masivas o hauls seas sanos; creo que cuando empiezas a hacerlo, las cosas pierden importancia y significado. Puedes adquirir cosas bonitas, pero más despacio, con más atención, y aprendiendo a apreciar lo que tienes“.
La tiktoker estadounidense, que hoy cuenta con 224 mil seguidores, hace un año publica videos entretenidos e informativos donde instruye a otros en como resistirse a comprar más de lo que necesitan, y donde también les advierte cuando una recomendación de un producto es en verdad una publicidad encubierta.
Su contenido más popular son sus “Garbage Hauls“, donde reseña productos que considera “basura“, como artículos de belleza, decoraciones del hogar o útiles, en general todos fabricados con plástico y con aspecto descartable.
Existen también subgéneros dentro del des-influencing, con creadores que desalientan a sus seguidores de adquirir cierto tipo de objetos, o que los ayudan a consumirlos de forma consciente y atenta.
Por ejemplo, Angelo Landriscina (@dermangelo), es un dermatólogo con más de 500 mil seguidores en TikTok, que da consejos de cuidado de piel, haciendo énfasis en qué rutinas y productos de skincare realmente sirven, y cuáles se tratan de modas o ítems vistosos (y caros) que poco hacen para mejorar el cutis.
Por su parte, la influencer @stylecrussader se especializa en moda, instando a los más de 71 mil usuarios que la siguen a no desesperarse por seguir las micro-tendencias de ropa que impulsan las redes, sobre todo con el cambio de estaciones o con ciertas festividades.
“No necesitas nada de color amarillo mantequilla para la primavera“, insistía la gurú en un video publicado en marzo.
El impacto ecológico de la moda rápida: otra preocupación del “desinfluencing”
Según la plataforma de datos Statista, en 2022 un 28% de los usuarios de TikTok en Estados Unidos admitieron comprar un producto a raíz de que una celebridad o influencer lo recomendó.

Si bien las compras compulsivas y el furor por obtener el nuevo modelo de un bien son fenómenos más antiguos que las redes sociales, con el auge de estas y de las tiendas online, a los “des-influencers” les preocupa que el hiperconsumo se intensifique y tenga graves consecuencias sobre la salud mental y el bolsillo de la gente.
A su vez, otra preocupación grave incluye el impacto que la producción y venta masiva de productos virales en redes puede llegar a tener para el medioambiente.
En varias ocasiones, los accesorios o prendas de vestir que los influencers exhiben en sus videos provocan una gran demanda en el mercado, pero, como cualquier moda, es posible que al mes siguiente ya sean olvidados, y en muchos casos, luego de usarlos una o dos veces, descartados por sus compradores.
Un estudio de Earth.org en 2023 reveló que cada año se producen más de 100 mil millones de artículos de ropa, mientras que la gente compra cinco veces más indumentaria que en la década de 1980, pero las usa solo hasta diez veces antes de desecharla.
La investigación también sacó a la luz otros números alarmantes: la industria de la moda es responsable del 20% de la contaminación del agua a escala global, y se estima que solo el 12% de las prendas se terminan reciclando una vez que ya no se usan.
En su libro “Consumido: La necesidad de un cambio colectivo“, la activista y consultora de sostenibilidad Aja Barber resume esta problemática: “Vivimos en un mundo de cosas. Desechamos la mayoría de ellas tan solo seis meses después de obtenerlas. Las consecuencias de nuestro afán por consumir están creando una crisis ambiental”.
Fuente: www.clarin.com