Cómo fue la vuelta a la Bombonera con Paredes y Russo y después del Mundial de Clubes :: Olé

El inicio de temporada matiza el cambio de clima. No por lo estacional, que se mantiene parecido a aquella noche de mayo en la que Independiente se llevó todo de la Bombonera: la clasificación de Boca a semifinales del Torneo Apertura, el ciclo interino de Mariano Herrón y -fundamentalmente- la paciencia de la gente, que despidió esa noche al equipo y la dirigencia a pura reprobación.

Claro, entre ese partido y la vuelta al Templo pasó mucha agua bajo el puente. Y por eso el ambiente para recibir al equipo fue bien diferente. La vuelta de Miguel Ángel Russo a un estadio donde no se encontraba con su gente desde más de cinco años atrás, y que Leandro Paredes haya ingresado por el túnel para sentarse en el banco de suplentes fueron motivos más que suficientes para que el humor en la previa sea de expectativa.

Por esos motivos, por la licencia que significó el Mundial de Clubes y la simbiosis que -en parte- se vivió entre el equipo y la multitud que lo acompañó a Estados Unidos, ya desde las horas anteriores al pitazo inicial las calles del barrio estaban teñidas de un ánimo de ilusión. Aunque con la cautela de saber que no se le podía pedir demasiado a un conjunto que días atrás jugó un pálido partido ante Argentinos en su debut en el Clausura.

Ya dentro del estadio, el clima fue el de siempre. O no tanto. Sí en la fiesta de color y canciones en las tribunas, pero con un detalle llamativo durante el clásico repaso por los nombres mientras la voz del estadio anunciaba la formación local: en esos momentos, la indiferencia fue más notoria que cualquier intento de manifestar aprobación o reprobación.

Salvo por el DT, la siempre valorada figura de Miguel Merentiel y el anuncio de Leandro Paredes como uno de los integrantes del banco de suplentes, el resto sufrió un silencio que evidencia el momento de Boca.