Tenía un fuerte dolor de cabeza y fue mal diagnosticada dos veces: era un aneurisma que podía matarla en minutos

Julie Brothers vive en Nueva York y es productora de televisión. Tiene 37 años, y asegura que tenía una excelente condición de salud, hasta que empezó a sufrir fuertes dolores de cabeza. Cuando los síntomas se agravaron supo que algo andaba mal, y aún así tuvo dos tratamientos erróneos antes de arribar al verdadero diagnóstico.
“Antes de que me pasara esto, creo que un esguince de tobillo fue el peor de mis problemas, porque nunca tuve nada grave de salud”, contó Brothers en diálogo con el New York Post.
La madrugada del 23 de abril de 2024 quedará por siempre en su memoria. El terror que sintió aquella noche fue el propio peligro de muerte.
“Sentí un dolor muy punzante repentino en la cabeza, como si algo se rompiera dentro de mí”, detalló. Le siguieron náuseas, mareos, visión borrosa y un cuello tan rígido que apenas podía moverse.
Se arrastró hasta la cocina para tomar un vaso de agua y volvió a la cama. Con mucho esfuerzo logró quedarse dormida unas horas, y cuando despertó se sentía aún peor.

Entre vómitos y sin poder retener ni un sorbo de agua, pidió un servicio de traslado en auto hasta una clínica cercana. “Me inyectaron antiinflamatorios no esteroideos para el dolor, me recetaron un medicamento contra las náuseas y me enviaron de nuevo a casa“, reveló.
Pasó un día más, y otra vez de madrugada se sentía muy mal. Volvió a pedir un auto y esta vez fue directo a urgencias del Hospital Mount Sinai Morningside.
Tambaleándose, describió sus síntomas, y le revisaron rápidamente los signos vitales y le administraron analgésicos por vía intravenosa. Una vez más creyeron que se trataba de una crisis de migrañas, pero insistió en que ya había sido tratada para eso y no había mejorado ni un poco.
Para corroborar el diagnóstico le hicieron una tomografía cerebral. Y el verdadero diagnóstico fue aterrador: sufría la rotura de un aneurisma roto, ubicado sobre la base del cráneo, aproximadamente del tamaño de una canica, que había estado filtrando sangre hacia el espacio que rodea su cerebro.
“Asesino silencioso”: un aneurisma cada 18 minutos en Estados Unidos
Christine Buckley, directora ejecutiva de la Brain Aneurysm Foundation (BAF), dialogó con The Post y aseguró que lo que le pasó a Brothers no es un caso aislado.

“El 25% de las veces los diagnósticos erróneos ocurren porque no se realiza una exploración”, indicó. “Un aneurisma cerebral es una zona debilitada y abultada en una arteria cerebral, y si se rompe la sangre se filtra al espacio entre el cerebro y el cráneo, causando un tipo de accidente cerebrovascular potencialmente mortal, conocido como hemorragia subaracnoidea”, agregó.
Según Buckley, se estima que 6,8 millones de estadounidenses, es decir aproximadamente 1 de cada 50, conviven con un aneurisma cerebral no roto. “Cada año, 30.000 de estas bombas de relojería explotan, o sea una cada 18 minutos, y la mitad de estos pacientes fallece en un plazo de tres meses, y de la otra mitad, dos tercios sufre daño cerebral permanente”, alertó.
“Es muy importante ser evaluado y tratado rápidamente”, sostuvo el Dr. Christopher Kellner , neurocirujano cerebrovascular y director del programa de hemorragia intracerebral del Monte Sinaí.
“Algunos de los factores de riesgo para desarrollar un aneurisma son: ser mujer, tener presión arterial alta, tener colesterol alto, fumar cigarrillos y tener otros familiares que hayan tenido aneurismas”, indicó Kellner.

El peligroso retraso puso a Brothers en grave riesgo de sufrir una segunda hemorragia que podría haber provocado daño cerebral irreversible, un derrame cerebral o incluso la muerte.
Cuando llegó al hospital, debían detener el sangrado, reparar el aneurisma y controlar el daño que ya se había producido. Tan solo tres horas después de haber salido de su casa, fue operada.
Le realizaron una embolización endovascular, un procedimiento mínimamente invasivo en el que se introdujo un catéter desde una arteria del muslo hasta el cerebro. Se introdujo una espiral de alambre suave en el aneurisma, formando un coágulo que selló la fuga y detuvo el sangrado.
Después de eso, la recuperación comenzó rápidamente. Dos días después Brothers ya podía pararse y sentarse por sí sola. Con fisioterapia, caminaba por los pasillos del hospital, y permaneció internada durante tres semanas.
Después de tres meses volvió al trabajo, y el problema de salud cambió su perspectiva diaria. “La vida es para vivirla, no es para el esfuerzo constante, y la salud mental también es importante”, aseguró Brothers.
Fuente: www.clarin.com