“Ahatay” … violencia silenciada

El silencio invadió la sala tras la proyección de “Ahatay, el demonio blanco”, que se presentó en el Festival de las Alturas. Es una obra que mezcla documental y ficción para abordar con crudeza el fenómeno conocido como “chineo”, una forma de violencia sexual sistemática hacia niñas y mujeres indígenas en el norte de Salta, marcada por la discriminación racial y de género. La película no dejó indiferente a nadie.

Mariano Rosa, director de la película, explicó que el proyecto tiene una raíz feminista y fue ideado por Maru Rocha Alfaro, productora, Diana de Arbe la guionista, y Dolores Plaza desarrolladora del proyecto. Rosa se sumó más tarde, cuando el equipo fue seleccionado en el concurso regional Nuevas Miradas. Con ese antecedente, presentaron el proyecto al programa Renacer Audiovisual de la Secretaría de Cultura de la Nación en 2021, obteniendo así el financiamiento para realizarlo.

El guion original estaba planteado como una serie docuficción de cuatro capítulos. Tras ser seleccionado, el rodaje se llevó a cabo durante un mes, mayormente en Santa Victoria Este, Tartagal y Alto La Sierra, y también en la ciudad de Salta, donde se grabaron testimonios.

“La temática del chineo es muy difícil de abordar, nadie quiere hablar de eso”, confesó Rosa. Pese a las dificultades para ingresar a las comunidades y establecer vínculos con sus autoridades, destacó el rol fundamental de Sandra Pisco, una intérprete wichí que facilitó el acceso como productora local.

Explicó que incluso hubo resistencia por parte de algunos caciques, pero destacó especialmente la labor de los intérpretes wichí que oficiaron de nexos. Aseguró que trabajar con esta problemática fue una experiencia transformadora, tanto profesional como personalmente.

Actualmente, el equipo trabaja en nuevos proyectos “Los niños de Tilián”, documental que se filmará en Chihuahua, Salta; “Aire Comprimido”, largometraje de ficción, y “Los Nueve Círculos”, una apuesta al cine de terror y fantástico.

Por su parte, Maru Rocha Alfaro recordó que el proyecto comenzó a gestarse en 2020, a partir de una tesis tutelada por Diana de Arbe y Dolores Plaza, centrada en el tratamiento mediático de un caso emblemático de abuso grupal. De allí nació la idea de llevar la historia a la pantalla. “El guión visibiliza las violaciones grupales a niñas y mujeres indígenas”, explicó.

Luego la propuesta fue seleccionada nuevamente para su filmación y se estrenó en Canal Encuentro y en la plataforma Contar, donde estuvo disponible hasta junio de 2024. Reconoció que abordar temáticas de género y racismo es difícil, pero reafirmó la convicción de que es necesario hacerlo para generar conciencia. “Esta obra busca mirar de frente la crueldad y reflexionar sobre nuestras propias prácticas discriminatorias. Preguntarnos a quién discriminamos, cómo lo hacemos, en qué momentos somos violentos, ya es un paso importante”. Entiende que los espacios que permiten visibilizar estas problemáticas son imprescindible en este momento. “La violencia no solo se ejerce con los actos, sino también desde el discurso, y los retrocesos legales nos empujan a una indignidad estructural”, dijo.

Tras la proyección, Rosa y Rocha Alfaro participaron de una charla con el público y se profundizó sobre las dificultades del rodaje en un contexto inhóspito, marcado por el silencio y el miedo a hablar del chineo. También se puso en evidencia la compleja red de problemáticas que atraviesa a la comunidad wichí exclusión, racismo, narcotráfico, trata de personas y una violencia estructural difícil de desarticular.

Durante el intercambio, el público trajo a colación otras prácticas similares, como el “rameo”, también asociadas al abuso sistemático y naturalizado. La reflexión colectiva coincidió en destacar el rol del cine como herramienta para visibilizar estas realidades y construir otras miradas.

 

Fuente: eltribunodejujuy.com

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